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El cambio climático también amenaza la capa de ozono

El calentamiento global afecta a la regeneración de este gas en la atmósfera

 

MARTA DEL AMO

Este año se cumple el vigésimo aniversario del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional firmado por 195 países con el fin de prevenir la destrucción de la capa de ozono (O3). Sin embargo, y a pesar de que los científicos reconocen los logros obtenidos, también alertan de una nueva amenaza que no había sido contemplada hasta ahora: el calentamiento global. Los expertos afirman que el aumento de la temperatura del planeta puede ralentizar la regeneración de la capa e, incluso, promover su destrucción.

La capa de ozono es una acumulación de partículas de O3 situada entre los 15 y los 30 kilómetros de altitud, zona que corresponde a la estratosfera. A ese nivel, las partículas de este gas actúan como una pantalla protectora de la radiación ultravioleta. El O3 estratosférico evita que parte de la radiación UVB (peligrosa para la piel) alcance la superficie terrestre. Sin embargo, al descender por debajo de los 15 kilómetros, el O3 penetra en la troposfera, donde se le considera contaminante. La inhalación de ozono genera problemas pulmonares y promueve el efecto invernadero.

Un estudio de la Universidad de Toronto (Canadá), publicado recientemente en la revista Nature Geoscience, revela que el calentamiento de la Tierra afecta al flujo de ozono existente entre la estratosfera y la troposfera. Según el artículo, este flujo aumentará un 23% hasta 2095, transportando el O3 desde la estratosfera polar hasta la troposfera.

Este incremento puede suponer la disipación del ozono estratosférico, el cual se depositaría en la troposfera, provocando la destrucción de la capa y un aumento de la contaminación del aire. 'El calentamiento global parece estar intensificando este flujo', confirma el director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, Emilio Cuevas.

La disposición del O3 en la atmósfera está directamente relacionada con la radiación ultravioleta que alcanza la Tierra. Según datos de la investigación, hacia 2100, el nivel de radiación que alcanzará la superficie del planeta decrecerá un 9% en el hemisferio norte y aumentará un 4% en los trópicos y más de un 20% en el hemisferio sur. Este hecho tendrá consecuencias sobre la calidad del aire y sobre la salud humana y de los ecosistemas, según afirman los autores del estudio. El investigador del Instituto Nacional Técnica Aeroespacial, Manuel Gil, considera que la interacción entre el calentamiento global y el O3 'es crítica para la regeneración de la capa de ozono'.

Nuevo enemigo

Además del cambio climático, un artículo publicado recientemente en la revista Science, revela la existencia de otro peligro para la capa de ozono. La investigación sugiere que el óxido nitroso (N2O), más conocido como el gas de la risa, también actúa como destructor del O3. Los investigadores de la Agencia Atmosférica de EEUU, afirman que este gas, no regulado por el Protocolo de Montreal, será el mayor responsable de la destrucción de la capa durante el siglo XXI, si continúan las prácticas actuales. Por ello, los autores sugieren que el N2O sea el siguiente en figurar en la lista del acuerdo internacional.

En todo caso, el esfuerzo realizado por los países firmantes del Protocolo no ha sido en vano. Los expertos coinciden en que la capa de ozono empieza a regenerarse y los contaminantes presentes en la atmósfera se han estabilizado. Aún serán necesarias varias décadas hasta que estos elementos se neutralicen, puesto que una sola molécula de cloro es capaz de destruir unas 100.000 moléculas de O3. El último informe de la Organización Meteorológica Internacional estima que la capa de ozono se reconstituirá alrededor de 2050, aunque serán necesarios 15 años más para regenerar por completo la zona antártica. Mientas, los científicos se reafirman en la gran labor desempeñada por los países firmantes del acuerdo internacional. 'El Protocolo de Montreal ha sido totalmente efectivo y ha evitado un desastre medioambiental global', concluye Cuevas.


Christian Schönbein descubre el O3 en la atmósfera. Su nombre , del griego “ozein” (oler) se debe a su singular aroma.

Mario Molina y Frank Sherwood Rowland publican un estudio que afirma que la atmósfera es un sumidero de CFC y que estos destruyen el O3.

Shigeru Chubachi descubre el agujero de la capa de ozono en la Antártida.

Entra en vigor el Protocolo de Montreal.

 

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