Este artículo se publicó hace 17 años.
Cárcel de Oro
Unas 400.000 personas ejercen la prostitución en España; en su mayoría son extranjeras y muchas de ellas trabajan en el centenar de clubes que controla una asociación vinculada con la extrema derecha
Un grupo de empresarios no para de reírse a las puertas del local de alterne El Romaní, en Sollana (Valencia). "Eh, que venimos por éste... que queremos convencerle de que firme un negocio en Tailandia... Eh, ¡pero que no estamos casados!...", se justifican. Se ríen y el señalado se sonroja. Empieza a chispear, se ajustan las chaquetas y el grupo se mete en el local.
Las risas quedan fuera de este prostíbulo con apariencia exterior de castillo de cuento de hadas. Dentro, del centenar de mujeres inmigrantes que ejerce la prostitución, pocas sonríen. Son las seis de la tarde y El Romaní acaba de abrir sus puertas. Ellas pasean mecanicamente entre los clientes, algunas están sentadas en taburetes con cara de aburrimiento, una chica mete un par de monedas en la máquina tragaperras, hay un hombre que no habla pero que tiene a una chica acariciándole la mano como si fuese su novia.
Olor a desinfectante, música de los 90, cortinas con estampado de leopardo, mármol, espejos, estatutas imposibles, arcos mozárabes, cuadros de la Santa Cena. Rojo, rosa, azul. Hace una temperatura media de unos 25 grados: las chicas pueden ir ligeras de ropa sin ponerse enfermas y los clientes se mueren de sed y no dejan de consumir copas. Los cinco sentidos apabullados.
"¡Lujo asiático!", resume entusiasta José Roca, jefe de marketing de la Asociación Nacional de Locales de Alterne (Anela), organización vinculada a la ultradrecha y que controla un centenar de prostíbulos españoles. "¿Hemos venido a ver El Romaní o a qué?", despacha Roca, cuando se le pregunta por el asunto. Él es el responsable de la página web del partido ultraderechista España 2000, cuyo líder, José Luis Roberto, es a su vez secretario general de Anela. Cuando se le insiste, sentencia: "Anela no subvenciona la ultraderecha y el que yo haya diseñado la página web de España 2000 no me convierte en un fascista".
¿Y si España 2000 está en contra de la inmigración ilegal, por qué los prostíbulos de Anela están llenos de chicas extranjeras sin contrato? Cambio de tema. A Roca sólo le interesa mostrar las suites, "ya verás como te van a gustar...", y no deja entablar una conversación a solas con las chicas. Delante de él, el discurso se repite: "Soy Mariana, rumana de 26 años. Llevo cuatro en El Romaní.
Vine a España para trabajar y tener una vida mejor. En mi país estudié Educación Física, pero ...". Otra, que se llama Magaly y que está en el gimnasio del prostíbulo: "Vengo de Uruguay, allí estudié Medicina. Claro que quiero regresar, esto es transitorio. Aquí estoy muy bien, me lo recomendó una amiga...".
Todas reconocen que su familia, en su país de origen, no saben que se dedican a la prostitución y creen que son camareras o que cuidan niños. "No, no... ¡cómo van a saber¡", se ruboriza Paulina, rumana que sueña con ser modista. Rumanas, uruguayas, colombianas, rusas, nigerianas. Ninguna con más de 25 años.
"Aquí la selección es natural, como dijo Darwin. Una puede estar estupenda a los 28, 29... Pero si vienen más jovencitas", afirma Roca. Una selección que ellas, a su modo, también intentan hacer con los clientes. "Yo no subo a la habitación con cualquiera. Si no me gusta lo noto en la cara, en su su olor. No quiero", cuenta una de las chicas mientras arruga la nariz.
Tienda a precios de lujo
El Romaní es una cárcel de oro. Las prostitutas pueden entrar y salir sin problema pero, en realidad, sus horarios imposibles les impiden poner un pie en el exterior. Alternan de seis de la tarde a cuatro de la mañana, se acuestan y se levantan sobre las tres de la tarde, comen y a las seis vuelven a alternar.
Por eso, la tienda que hay dentro del prostíbulo y que regenta la brasileña Dalila (la mujer de Pablo Mayo, el dueño del establecimiento) se hace de oro. Unos zapatos con unos tacones de plástico de diez centímetros cuestan 130 euros.
Los desodorantes, el doble del precio normal. El Romaní también tienen peluquería y gimnasio. Las chicas, además, pagan 50 euros por pensión completa diaria y cada mes y medio tienen que someterse a una analítica que no les sale gratis: otros 60 euros por chica a las arcas de Anela.
Seguridad privada
Todo está pensando. El Romaní funciona como un hotel. Si viene la policía o la Guardia Civil a hacer alguna revisión, todos los presentes son clientes del hotel. La seguridad privada está a cargo de Levantina de Seguridad, empresa vinculada a su vez con José Luis Roberto, el líder de España 2000.
Juan vigila la puerta del local de alterne. Tiene un cuerpo como un armario, lleno de tatuajes y lleva la cabeza rapada. "Yo con las chicas me llevo bien. De puertas adentro que hagan lo que quieran... Yo soy español y defiendo mis derechos, pero dices ciertas cosas y, claro, parece que no está bien... Si no tuviese que trabajar, por supuesto que iba a la manifestación del 12 de Octubre de España 2000", explicaba el día antes de la concentración.
Mientras Juan habla, llega el grupo de empresarios que no para de reír y que quieren convencer a otro de que firme un negocio en Tailandia. "Ninguno de los que vienen aquí son normales", sentencia Juan, cuando el grupo ya ha pagado la entrada y se encamina al interior.
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