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La cumbre del G-20 intentará conjurar el fantasma de la recesión

EEUU y la UE tratarán de limar sus fuertes diferencias sobre la estrategia de crecimiento

DANIEL BASTEIRO

Hubo un tiempo en el que el G-20, el foro de países industrializados y emergentes que discute sobre la economía global, quería 'refundar el capitalismo'. La frase fue acuñada en otoño de 2008 por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, que se ha encargado de organizar la cumbre que mañana y pasado se celebrará en Cannes (Francia) con un objetivo muy distinto: sobrevivir.

Si Grecia lo permite, los jefes de Gobierno del G-20 discutirán sobre el rumbo de la economía global y pasarán revista a la agenda de reformas financieras. Sin embargo, fuentes comunitarias descartaron decisiones concretas sobre el sistema financiero, como avances en la regulación de las agencias de calificación de crédito o la introducción de una tasa sobre las transacciones financieras, una medida que podría llevar adelante la eurozona en solitario. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, será el encargado de pedir al resto de socios la introducción del gravamen, que según sus cálculos podría recaudar 55.000 millones de euros al año si se introduce en la Unión Europea.

Estados Unidos y la UE pedirán a China más consumo y que aprecie el yuan

El crecimiento centrará una reunión sobre la que planeará el fantasma cada vez más cercano de la recesión y el impacto en el rumbo de la economía de la crisis del euro. Fuentes comunitarias confiaban hace días en que la cumbre no se convierta en un examen concienzudo de los acuerdos de la última reunión de jefes de Gobierno de la moneda única y aseguraron que los líderes europeos llegarán a Cannes con la intención de pedir a EEUU y China medidas concretas. 'EEUU tiene un problema importante de desequilibrio de ahorro', un 'inmenso déficit presupuestario y una deuda creciente' que debe llevar a Barack Obama a 'reequilibrar las cuentas públicas de forma creíble y a largo plazo', según un alto funcionario. La UE espera un 'compromiso' de EEUU con la austeridad tan asumida en Bruselas pese a previsiones como las de la OCDE, que calculan para 2012 un crecimiento mínimo en la zona del euro, del 0,3% del PIB, y no descartan una recesión.

La visión de EEUU es distinta. 'No hay una prioridad más urgente que el crecimiento de la economía y la creación de empleo en EEUU', aseguró este lunes Jay Carney, el portavoz de la Casa Blanca. Para Lael Brainard, subsecretario del Tesoro, la prioridad de EEUU es que la eurozona resuelva sus problemas de deuda. Junto a los europeos, EEUU pedirá 'a China y otras economías emergentes' la 'apreciación' de sus monedas, en el caso de China artificialmente devaluada, 'para acelerar el cambio hacia el consumo interno' y arrastrar al resto de economías a un ciclo de crecimiento. 'Se trata de la manera de ver cómo su superávit puede aprovecharse para el crecimiento mundial, lo que implica una política de tipos de cambio más ajustada a la realidad y que permita a los chinos comprar más que vender al exterior', aseguraron desde Bruselas.

Es poco probable que se consiga un acuerdo sobre la tasa financiera

China será protagonista doble, ya que además de ser presionada para que aprecie el yuan, será cortejada para que contribuya al fondo de rescate de la eurozona. Según algunas fuentes, los líderes del euro esperan de Pekín una aportación de hasta 100.000 millones de euros, que serviría para engordar el fondo y permitirle apoyar la moneda única. La semana pasada, el gerente del fondo visitó Pekín y Sarkozy conversó por teléfono con Hu Jintao, el primer ministro. De momento, tanto China como EEUU dicen que prefieren esperar los detalles del acuerdo antes de comprometer fondos.

La cumbre del G-20 tratará además el reparto del poder en el Fondo Monetario Internacional, una institución controlada por EEUU y Europa en la que los países emergentes reclaman una reforma para que se reconozca su tamaño actual. A la cumbre, precedida por grandes manifestaciones, acudirá el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

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