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La depresión es lo único que crece en Gaza

Tres meses después de la ofensiva israelí se multiplican los casos de ansiedad

EUGENIO GARCIA GASCÓN

Más de un centenar de tiendas de campaña se extienden por la llanura de Al-Atatra, en Yabaliya, justo al norte de Gaza. A su alrededor hay un sinfín de casas destruidas total o parcialmente. Las bombardearon los tanques y los cazas durante la invasión israelí de enero y todavía muestran sus desperfectos puesto que tres meses después siguen sin entrar materiales para reconstruirlas debido al cierre casi completo de los pasos con Israel.

Nawal al-Sultan vive con su marido y sus siete hijos en una de las tiendas. Cuando el Ejército destruyó su casa, se cobijaron primero en una escuela de las Naciones Unidas, pero unos días después la escuela reanudó las actividades y no les quedó más remedio que venir a una tienda.

La familia recibe ayuda de Hamás y de otras organizaciones islámicas. Hamás les ha dado cuatro mil dólares como auxilio de emergencia para que comiencen a reconstruir su casa, pero se trata de una ayuda insuficiente, y además en el mercado no hay materiales de construcción.

'Mi marido no trabaja y ninguno de mis hijos quiere ir a la escuela. Están deprimidos. Éste dice señalando a uno de ellos, de nueve años se despierta continuamente por las noches. No puede dormir, tiene pesadillas y cree que el Ejército vuelve a entrar en Gaza'.

La invasión ha dejado una 'profunda huella' en los niños, comenta el profesor Abdel Aziz Thabet, un psiquiatra que acaba de finalizar un estudio sobre la repercusión de la guerra en los pequeños. 'Ha sido una guerra distinta a todas las precedentes porque no había ningún lugar seguro para nadie en ninguna parte de Gaza. Los israelíes dicen que su Ejército es el más moral del mundo, pero yo puedo decirle que la inmoralidad de los soldados israelíes es completa', continúa.

El doctor Thabet ha confeccionado el estudio después de entrevistar a 374 familias con niños de entre seis y 17 años. El 50% de los pequeños dijeron que durante la invasión perdieron al menos a un familiar o conocido, y el 86% experimentaron experiencias traumáticas.

El 88% de los encuestados afirma que sufre ansiedad ante el futuro. El 74% experimenta insomnio. El 34% tiene pesadillas y el 69,5% padece depresión. 'Puedo prever que dentro de unos años, cuando estos niños hayan crecido, habrá más violencia porque buscarán venganza', sentencia el profesor.

Thabet cree que lo ocurrido en enero beneficia a la religión. 'La gente se vuelve más religiosa porque no hay nadie a su alrededor que pueda tranquilizarlos. Sólo queda el recurso a Dios y el fundamentalismo se robustece, aunque creo que esto mismo está ocurriendo en Israel'.

Husni Sayyed, de 43 años, casado y con doce hijos, también pasó varias semanas en el campo de Al-Atatra, pero ahora se está construyendo una pequeña y precaria vivienda de dos habitaciones junto al campo, con materiales que consigue en el mercado negro a precios escandalosos.

Ha recibido 5.000 euros de Fatah y 4.000 de Hamás. Con este dinero está levantando la vivienda a pocos metros de la casa donde vivía hasta enero y que fue parcialmente destruida por los bombardeos israelíes.

Ha puesto un techo de uralita de segunda mano en el que son visibles numerosos agujeros. El cemento que utiliza proviene de Egipto. Ha entrado por los túneles de Rafah junto con todo tipo de bienes que los palestinos de Gaza consumen a diario.

Sayyed, en el paro desde hace ocho años, se queja de que la ayuda que están recibiendo las víctimas de la guerra es insuficiente y de que no sirve para nada puesto que Israel no permite la entrada de materiales de construcción.

Adnan Abu Hasna, portavoz en Gaza de la UNRWA, la agencia de la ONU que asiste a los refugiados, confirma que los materiales de construcción no entran desde junio de 2007, cuando Hamás tomó el poder, y desde entonces no se han construido casas nuevas. 'Tenemos aprobado un proyecto por valor de 93 millones de dólares pero no lo podemos empezar porque no hay materiales', se lamenta.

'La ayuda que la comunidad internacional ha dado a los palestinos no sirve de nada puesto que sin materiales no podemos trabajar', continúa Abu Hasna. 'Israel sólo permite la entrada de unos 125 camiones diarios, y esto apenas cubre el 20% de las necesidades más urgentes de Gaza'.

El portavoz de la UNRWA asegura que desconoce los criterios que utiliza Israel para prohibir la entrada de alimentos. Unas veces permite entrar ciertos alimentos y otras no. Esto pasa con la pasta o el té. De repente en la franja hay partidas de pasta o de té que cubren durante unos días las necesidades de la gente, pero de repente no se puede encontrar pasta o té durante meses.

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