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El diapasón de los Savall

El festival ‘Música e Historia’, dirigido por Jordi Savall y Montserrat Figueras, reúne a músicos de todo el mundo

LÍDIA PENELO

La hora de la siesta en l’Abbaye de Fontfroide (Francia) acaba de empezar. Son las 14:50 horas. En el comedor apenas quedan cuatro músicos repartidos entre varias mesas. La mayoría se ha retirado a descansar o a ensayar para los recitales de la noche. En una mesa del fondo de la sala, la soprano Montserrat Figueras acuna y canta nanas al hijo del guitarrista Mario Mas. El niño se deja mecer con la placidez dibujada en el rostro. Por los pasillos de la abadía se cuelan notas de un laúd y una voz armenia juega con las escalas.

Así eran las horas tranquilas del tercer Festival de Música e Historia por un diálogo intercultural, que dirigido por Jordi Savall y Montserrat Figueras concluyó ayer. La iniciativa es una apuesta personal de la familia Savall por conseguir, durante cinco días, una diversidad de proyectos y un diálogo de culturas.

Aquí, la música francesa habla con la otomana. Sus intérpretes se miran a los ojos, se cortejan, ríen y dejan que sus dedos suelten todas las emociones que no pueden traducir en palabras. “Lo importante es acercarte al músico, respetarlo, dialogar con él, construir un proyecto y afinarte con el mismo diapasón. De este modo se excluye el fanatismo y el racismo. Cantando o tocando juntos nace el sentimiento de pertenecer a una misma cosa”, afirma Jordi Savall, que ha sido elegido Embajador Europeos del año por el Diálogo Intercultural y Embajador de la Paz por la Unesco.

Rescatadores de sonidos históricos

“Son lo más parecido a las estrellas del rock que tiene la música antigua”, indica un miembro de su equipo Para tratar de definir a Savall y a Figueras. Lo cierto es que en la página web de Savall (www.aliavox.com) se pueden leer mensajes como: “Gracias. Me habéis cambiado la vida”; o: “Gracias a vuestra música soy mejor persona”.

El matrimonio tiene seguidores en todos los rincones del mundo, desde Canadá hasta Suiza, pasando por Australia. No en vano, desde hace más de 30 años son rescatadores de la música histórica; la banda sonora del filme Todas las mañanas del mundo (Alain Corneau, 1991), recopilada e interpretada por Savall y sus músicos, sigue siendo un superventas.Ambos han fundado tres formaciones musicales: Hespèrion XXI, La Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations, y se han convertido en embajadores de excepción de la música antigua. Han recuperado partituras del siglo XIII, redescubierto instrumentos silenciados y fomentado que los músicos del arco mediterráneo beban sin miedo de sus raíces.

La familia Savall es incombustible. Cuentan que al artista no le interesa la perfección, que no está obsesionado con la técnica, porque lo que persigue es transmitir la emoción. Para lograrlo, a menudo alarga los ensayos hasta el amanecer o hasta que la extenuación de los músicos lo permite. “Es una forma de conseguir una cierta intensidad. Rozando el cansancio puedes obtener un clímax emocional muy fuerte”, argumenta Savall, quien además de musicólogo y director, es especialista en la viola de gamba. Su disciplina de vida es la música y por eso, afirma sin rubor que no hay vacaciones sin ella.

al anochecer, la abadía se llena de un público diverso. Contra todo pronóstico, no sólo hay canas coronando las cabezas de los asistentes. Figueras tiene muy claro por qué: “En la música antigua hay ritmo, hay nostalgia, es una música directa y accesible. Tiene la fascinación que necesita la gente joven para abrir nuevos canales, pero también la armonía que pide la gente mayor”.

Bajo el nombre de Las mil y una noches, el espectáculo se divide en dos partes. La primera, Paris-Istambul, la interpreta la formación Hespèrion XXI liderada por Savall junto a músicos invitados de Grecia, Marruecos, Israel y Armenia. La segunda parte la protagonizan los Cantos e improvisaciones de la noche, a cargo de Ferran Savall (guitarra y voz), Razmik Amyan (voz), Gaguik Mouradian (Kamancha), Driss El Maloume (laud) y Mario Mas (guitarra).

Improvisaciones sin palabras

El quinteto no se había reunido jamás, el tiempo para ensayar ha sido escaso y los músicos no hablan el mismo idioma. Aun así, las barreras lingüísticas no les impiden divertir y emocionar al auditorio. En la fila cero, Savall y Figueras no se pierden detalle. “Soy madre y, claro… pero Ferran es un gran músico. No ha querido quedarse en el ambiente musical de sus padres y ha elegido un camino muy suyo”, aclara.

El matrimonio deja por un rato de ser una pareja de músicos. Simplemente son unos padres orgullosos que se dejan arrastrar por el viaje que los cinco artistas sobre el escenario regalan al público. Los cinco demuestran que con la música antigua las jam sessions también son posibles. 


1.- Hespèrion XXI
Grupo internacional de música antigua formado en Basilea (Suiza) en 1974 por su director, Jordi Savall (viola de gamba y otros instrumentos de cuerda con arco), Montserrat Figueras (vocalista), Lorenzo Alpert (flautista, percusionista) y Hopkinson Smith (instrumentos de cuerda punteados).

2.- La capella reial de catalunya
Conjunto vocal e instrumental que toma como modelo las diferentes Capillas Reales que inspiraron, durante todo el Renacimiento y el Barroco, las grandes obras maestras de la músicas sagrada y profana en la Península Ibérica. Fue fundado en Barcelona, en 1987, por su director, Jordi Savall.

3.- Le concert des nations
Orquesta con instrumentos de época, capaz de interpretar un repertorio que va desde el Barroco al Romanticismo. Fue creada por Jordi Savall en 1989, en París, y está formada por músicos de Francia, Italia y Portugal, entre otros. El nombre de la orquesta se inspira en ‘Les Nations’, de François Couperin, un trabajo que auguró la unión de Europa.

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