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Los disturbios en Argelia revelan la ira de una generación

Reuters

Por Lamine Chikhi

Para Mohamed Jerfalá, los jóvenes en su vecindario que lanzaron piedras y cócteles molotov a la policía en la capital argelina esta semana están haciendo un servicio a la comunidad.

Jerfalá, como sus vecinos, está harto de esperar a que el Gobierno les realoje. "Aquí siempre es una pesadilla", dijo el hombre de 66 años mientras estaba en un pequeño piso de una habitación que comparte con 11 miembros de su extensa familia.

El distrito Diar Echams donde vive sufrió disturbios esta semana por las malas condiciones de las viviendas y el desempleo. La policía usó gases lacrimógenos y cañones de agua para intentar, infructuosamente, dispersar a los manifestantes y varios agentes resultaron heridos.

El peor desorden público en meses en la capital en varios años, ha puesto de relieve un problema profundo: la ira y la frustración que sienten millones de pobres en el país, productor de energía, en un gobierno que creen que les ha defraudado.

"Los jóvenes lograron lo que nosotros no pudimos lograr a través de medios pacíficos. Nos están escuchando porque los jóvenes hicieron mucho ruido", dijo Jerfalá.

Es poco probable que los disturbios pongan en peligro al Gobierno porque los partidos de la oposición son débiles y el Estado tiene un vasto aparato de seguridad para contener los desórdenes civiles.

Pero la frustración está aumentando, según los analistas, ampliando la distancia entre el Gobierno y los jóvenes, los pobres urbanos en un país que aporta el 20 por ciento de las importaciones de gas de Europa y está saliendo de un conflicto con islamistas.

"Los disturbios ahora son una rutina en Argelia", dijo Nacer Jabi, un sociólogo que enseña en la Universidad de Argel. "Se está convirtiendo en un deporte nacional simplemente porque la gente no ve mejoras en las condiciones de su vida diaria".

SUPERPOBLACIÓN

En Diar Echams -- "casas del Sol" en árabe -- está claro por qué los residentes están irritados.

La zona está hecha de bloques de apartamentos construidos durante el gobierno colonial francés en los 50, cerca de una población chabolista.

Los habitantes dicen que había 1.500 apartamentos para una comunidad de unas 25.000 personas.

Debido a la carencia de espacio, Jerfalá convirtió el balcón de su apartamento en un dormitorio para su hijo de 41 años, Ahmed, y su nuera.

Jerfalá dijo que su hijo, Ahmed, estaba deprimido. "Cuando quiero mantener relaciones sexuales con mi mujer tengo que alquilar una habitación por un par de horas en un hotel", dijo Ahmed.

En otro apartamento, Said Souakri, de 52 años, dijo a Reuters que sus tres hijos estaban enfermos por las insalubres condiciones de vida. "Siempre temo que una rata muerda a mi hijo de dos años", dijo su mujer.

vestimenta habitual de los seguidores salafistas, una rama ultraconservadora del Islam - se pueden ver a los lejos, manteniendo la distancia respecto a los periodistas.

Los islamistas tienen influencia en las comunidades locales en Argelia, aunque han mantenido un perfil bajo desde que surgió el conflicto a principios de los 90, entre los islamistas armados y las fuerzas de seguridad.

Las condiciones de las personas que viven en Diar Echams se repiten a lo largo de Argelia, el segundo país más grande de África y hogar de 35 millones de personas.

Aunque los disturbios en la capital son poco habituales, se producen de forma periódica en otras poblaciones y ciudades.

El miércoles, cientos de desempleados irritados protestaron en la ciudad de Annaba pidiendo trabajo a las autoridades, informaron los medios locales.

La semana pasada, las fuerzas de seguridad usaron gases lacrimógenos para dispersar a 300 manifestantes que bloqueaban calles en la ciudad de Biskra, a unos 500 km al sur de Argel, según los medios.

El presidente Abdelaziz Bouteflika ha dicho que mejorar las condiciones de vivienda y crear trabajo era una prioridad nacional.

Ha prometido gastar 150.000 millones de dólares en infraestructuras y modernización de la economía en los próximos cinco años. Eso incluye construir un millón de nuevas viviendas para 2014.

No obstante, los críticos al Gobierno dicen que la inversión no se trasladará lo suficientemente rápido en trabajos y casas por la burocracia, en una economía al estilo soviético que dicen impide la inversión privada.

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