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Julián Ríos, experimental como Cervantes

Rechaza la etiqueta de innovador y prefiere ser un escritor 'plural' y 'explorador'

A. M.

'Si algunos críticos tienen anteojeras, no es mi problema', responde Julián Ríos (Vigo, 1941) al ser preguntado sobre su etiqueta de 'escritor experimental', que pese a 'horrorizarle' le hace compañía desde la publicación, en 1983, de la revolucionaria novela Larva. 'Yo soy un escritor plural. He escrito para explorar el lenguaje en su profundidad máxima, o para contar múltiples historias con una narratividad acelerada, o para desarrollar cualquier vía que me permita describir la realidad de forma diferente. Pero hay quien ya sólo ve al autor de Larva', afirma. 'Y quizás ni la han leído'.

Ríos, cuya obra ha merecido los máximos parabienes de escritores como Goytisolo o Carlos Fuentes, se rebela contra sus clichés. 'No me considero más experimental que Cervantes, con todas las distancias. Si hay alguien que ha manejado todas las estructuras narrativas y hecho todos los cambios, es Cervantes', afirma el autor gallego, que alerta de que, en cambio, suelen presentarse como innovadoras otras obras que emplean recursos 'tan antiguos como juntar un ácido con una base'.

Ahora Julián Ríos ha publicado Puente de Alma (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), una novela que traza una mirada oblicua e incisiva sobre el nacimiento y consolidación de un mito moderno, el de Lady Di. Para ello sigue el dictado de lo que considera la premisa básica de su oficio de escritor: mirar la realidad de una forma nueva.

'Tengo que hacer que la palabra proyecte la imagen', explica. Que nadie aguarde entonces, en esta obra sobre Lady Di, elemento alguno que pueda engordar las páginas de la crónica rosa. El tema es un mito del sensacionalismo; el enfoque, en cambio, es hondo, reflexivo y espiralado, como el propio concepto de la literatura de Ríos, incansable explorador de las posibilidades de la palabra.

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