Este artículo se publicó hace 17 años.
Led Zeppelin vuela de nuevo
Los padres del heavy metal reunieron anoche en Londres a 18.000 almas, que pagaron la friolera de 250 euros por verles actuar 30 años después de su ruptura
Eléctrico, contagioso, virtuoso, tremebundo. Salió Led Zeppelin y los 18.000 espectadores del O2 Arena se pusieron en pie con las primeras notas de Good Times Bad Times, llevados más que por un mito por la realidad de lo que apuntaba a un super-concierto.
Y eso que los Led Zep no salieron en plan histriónico sino más bien sobrios, vestidos de oscuro y en el caso de Jimmy Page, siempre un dandy, con traje y chaleco y el pelo ya blanco.
La negra tela que cubría el fondo del escenario se abrió para descubrir una enorme pantalla en la que se proyectaban desde figuras geométricas minimalistas a detalles de los músicos que de pronto podían cambiar distorsiones de la imagen, pura sicodelia.Ellos no solo parecían más limpios y menos pretenciosos, daban la impresión de estar pasándoselo enorme y encima de sentirse emocionados.
Robert Plant dijo : "Hemos sentido mil emociones las ultimas seis semanas al reunirnos nosotros y traer a Jason (Bonham, hijo del fallecido batería)". Otro momento dejó claras las cosas desde un principio cuando Page definió Trampled Under Foot como, "la forma en que Led Zep ataca el blues", es decir rápido, duro, en plan sicodélico. Un periodista holandés Jean Paul Heck les vió hace mil años aseguraba que están incluso mejor que en los setenta, con mas estilo y sin los abusos de drogas.
La gente estaba de un humor mejor que excelente que llegó al delirio con Black Dog o Stairway To Heaven, dos de tantos clásicos esperados. Los únicos molestos fueron los hermanos Gallagher siempre dispuestos a montar el número.
La larga velada había comenzado con la presentación de Harvey Goldsmith y con un interminable instrumental con músicos de ELP y Yes. Sin embargo, ni Keith Emerson, ni Chris Squire, ni Alan White, ni luego Bill Wyman lograron encender a un personal expectante aunque educado. Hizo falta que saliera el gran Paul Rodgers, cantante que fue de Free y Bad Company y ahora de Queen para que la gente se decidiera a moverse. Claro que All Right Now es mucha canción.
Durante estos prolegómenos podían contemplarse detalles como un escenario de apariencia pobre, una simple tela negra con dos crespones que aludían al acto caritativo y sendas grandes pantallas a los lados. Nada que ver, parecía, con unos Stones, un Prince o unos U2.
"Los ensayos que hicimos en el mes de junio fueron algo catártico, terapéutico" ha comentado Robert Plant
Antes de esto y en la entrada del O2 arena todo eran inmensas colas. Colas para recoger las invitaciones, para entrar, para comprar recuerdos... Y en esas colas la presencia española de famosos y menos famosos en conversación. Sí, el mismísimo Mariscal Romero, dueño de las ondas rockeras en los setenta, charlaba con los españoles agraciados en el sorteo, Nico Bech y su hermano Paco. Sevillanos a quienes la broma les va a costar casi 1.000 euros por cabeza, pero que se animan mucho cuando se les comenta que el concierto durará dos horas: "Bueno, merecerá la pena el esfuerzo".
Aquí ya se iba viendo que el público en general superaba los cuarenta años y que sería mucho más masculino que femenino.La historia de esta historia comenzó el pasado 12 de Septiembre, cuando Jimmy Page, Robert Plant y John Paul Jones, los tres miembros del grupo que restan tras las muerte del batería John Bonham en 1980, anunciaron una reunión única para un concierto benéfico (de ahí los más de 250 euros por entrada). A partir de ese momento se desató la locura. Lógico, la mayor banda de los setenta llevaba lustros sin ofrecer un concierto íntegro y sin editar un disco de material original desde 1979 con In Through The Out Door.
Unos 20 millones de personas se apuntaron en una lista de espera que luego quedó reducida a un millón. De ahí salieron los agraciados de la loto de las 18.000 entradas puestas a la venta. Las medidas de seguridad han rozado el absurdo, con la prohibición de comprar localidades si no es con una tarjeta de crédito a nombre del comprador (lo cual ha dejado teóricamente fuera a muchos ciudadanos, sobre todo jóvenes) y haciendo que los fans recogieran este último fin de semana las entradas-brazalete que les han permitido entrar en el O2 Arena.
El gusanillo del directo despertó meses atrás con una propuesta de Harvey Goldsmith. El promotor británico ofreció a Led Zep el plato de fuerte de una velada en homenaje al fundador del sello Atlantic, Ahmet Ertegun. Los tres supervivientes picaron el anzuelo. Convocaron al hijo de Bonham, el también batería Jason, a un local a las afueras de Londres, el pasado 10 de junio. Tocaron varias piezas los astros comenzaron alinearse. "Fue catártico, terapéutico", ha comentado Plant.
En realidad esta actuación estaba prevista para el pasado 26 de Noviembre, pero no pudo ser porque a principios de ese mes el guitarrista, Jimmy Page, se rompió el meñique de la mano derecha. No es que ese dedo se use mucho en guitarra eléctrica, pero el caso es que hubo de retrasarse la fecha para evitar males mayores.
De todas formas y aunque según una encuesta en la Web de la BBC dijera que nadie esperaba que los Zeppelines fueran a recapturar su antigua gloria, el poderío del grupo no iba a dejar que eso sucediera. Y así ha sido. Uno de los mayores grupos de pop-rock de la historia ha vuelto. Quizás incluso saquen nuevo disco. Pero no es necesario, ayer bajaron del cielo y mostraron que siguen vivos aunque mayores. Fue suficiente.
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