Este artículo se publicó hace 15 años.
'La naranja mecánica' sigue dando zumo
Malcom McDowell deja el pabellón muy alto en Sitges para cualquier otra 'celebrity'
Será que el clima estival (¡más de 25 grados en pleno octubre!) ha llevado a muchos a cambiar el uniforme negro y el look de vampiro por el de nudista; pero lo cierto es que todavía no hay ambientillo de festival en Sitges. Todavía no se jalean los asesinatos, ni estallan las risas cada vez que revienta una cabeza (en pantalla). Eso sí, ha pasado por aquí Malcolm McDowell, y ha dejado el pabellón muy alto para cualquier otra celebrity.
McDowell, que a sus 55 años sigue manteniendo la misma mirada y actitud cínica que le convirtieron en icono de la contracultura en los sesenta (If, de Lindsay Anderson) y de la depravación en los setenta (Calígula, de Tinto Brass) estaba aquí por tres cosas.
Se le ha otorgado un premio a su carrera y también presentaba un documental sobre su vida (Oh Lucky Malcom), pero vamos, lo que realmente importaba era su participación en la mítica La naranja mécanica (Stanley Kubrick, 1971) que, casualmente, se reestrenará en breve, con la vista puesta en la comercialización de una edición especial en DVD para las navidades.
Juego de niñosEl hombre que encarnara a Alex DeLarge, melómano líder de los salvajes drugos, sólo recurrió ayer a un lugar común: "La naranja mecánica es un filme profético. Tal vez no en España, pero en EEUU y Reino Unido los problemas de bandas juveniles y drogas están a la orden del día". Lo demás, sorpresas y más sorpresas. ¿Trabajar con Kubrick? Un juego de niños.
"Creo que se aprecia claramente en pantalla que me lo pasé en grande rodando. Sí, es cierto que físicamente era un papel muy exigente: me rompí una costilla y tuve una córnea dañada (durante el rodaje de la inmortal secuencia del tratamiento Ludovico). Es un precio muy barato para uno de los grandes personajes de la historia del cine", contó el actor británico.
"El director me dio toda la libertad del mundo"Sobre las célebres manías del director, nada de nada. "Era una persona difícil, pero todavía no había llegado al punto de repetir las escenas 100 veces. A mí me dio toda la libertad del mundo y yo me inspiré en el Ricardo III de Laurence Olivier". Toma ya.
Así que al final, ¿La naranja mecánica es un drama? "No, qué va. Es una comedia negra. Lo que pasa es que es tan negra que la gente ha tardado 40 años en apreciar su comicidad", dijo McDowell. ¡Estupendo! Parece que al fin han dejado de considerarlo, como hizo The New York Times en su día, un filme fascista.
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