Este artículo se publicó hace 4 años.
"No contamos los días, sino las horas": la lucha contra la ludopatía en pleno encierro
Jóvenes en proceso de rehabilitarse tras su adicción al juego explican cómo están tratando de superar su ludopatía en tiempos de coronavirus y confinamiento. Expertos advierten del riesgo de recaída. Las apuestas deportivas, a pesar del parón del deporte,
Mario Escribano
Madrid-
"Espero que esto pueda ayudar, que mi testimonio llegue a gente y le haga a replantearse su conducta", dice Juan Carlos, ludópata en rehabilitación, tras descolgar el teléfono y pedir un pseudónimo para aparecer en este periódico. "Lo mejor que puede hacer una persona que tienen un problema con esto es buscar ayuda y no comérselo solo, porque es casi imposible salir por sí mismo. Necesitas de alguien que te escuche y entienda".
Su historia empieza a través de lo que define como una "situación de aislamiento social". "Uno empieza en estas cosas sin darse cuenta, poco a poco. Yo estaba viviendo en pareja y tuvimos una hija, pero nos separamos. En esas, por motivos de trabajo me tuve que ir muy lejos del lugar en el que tenía mi arraigo y entorno social", cuenta el afectado. Aquello fue el caldo de cultivo para acudir a los locales de juego. "Tenía mucho tiempo libre para rellenar, ya no pasaba pasaba tiempo en familia ni socializaba, así que así fue cómo empecé a jugar".
Juan Carlos trabaja en horario nocturno y, además, en ciudades distintas: "Dormía por la mañana y cuando me levantaba tenía toda la tarde libre. Un sitio cómodo donde poder estar era un lugar de apuestas: te daban un café gratis, en verano tenían aire acondicionado y en invierno calefacción. Es un recurso fácil cuando no tienes dónde ir". Lo que empezaron siendo un par de partidas semanales de media hora —lo que tardaba en tomar ese café de ‘regalo’—, "al final acabaron convirtiéndose en siete u ocho horas casi todos los días".
Él se centraba únicamente en la ruleta, pero "también hacía alguna apuesta deportiva, siempre en plan lúdico, puntualmente, como el que echa una Quiniela una vez al mes". "Yo tenía a priori un sistema en el que más o menos ganaba dinero, pero no tenía control sobre determinados estímulos: me arriesgaba más y al final perdía", apostilla.
Así estuvo dos años. "El 10 de febrero fue la última vez que jugué", cuenta sobre el día en que decidió ponerse en manos de profesionales prácticamente en el prólogo de la crisis del coronavirus. "En mi caso me ha venido bien esta situación, porque los sitios de apuestas están cerrados: si hay algún resquemor, se quita al momento. Además, jugar online no me llama porque levanta muchas sospechas de que lo pueden trucar más fácilmente", relata.
"El aburrimiento está haciendo mella"
A pesar de esta circunstancia, Juan Carlos sigue su tratamiento en la asociación A Cero Adicciones que, al igual que tantas otras, se ha visto forzada a que las terapias pasen a la vía telemática. Ángel García, técnico en adicciones y responsable del proyecto, explica que estos días se ha visto "obligado a utilizar cosas que no he tenido que utilizar nunca".
"Estamos haciendo terapia a través de videoconferencias o llamadas de teléfono. Suelo repeler los grupos de WhatsApp, porque a veces son un estrés añadido, pero no queda otra y está resultando bastante bien", cuenta. Esos grupos, formados por cuatro personas, los organiza para que haya adictos en distintas fases y "compartan sus experiencias" acompañados de un psicólogo y él mismo.
"Hay una persona con problemas de alcoholismo y juego que ha vuelto a sus horarios de consumo y ha recaído en la bebida", ejemplifica: "En estas circunstancias no le puedo pedir que inicie otro proceso de desintoxicación, sino hacer una contención, que se quede en modo latente. Que sean unos consumos mínimos hasta que pueda salir y volver a hacer una desintoxicación como es debido: con soporte médico, psicológico, con terapias en persona".
García está en contacto habitual con media docena de personas e, incide, "están teniendo problemas con el confinamiento, en especial los que venían con problemas de ludopatía": "Las conexiones online siguen existiendo, las horas de tedio son bastantes y el aburrimiento está haciendo mella".
Este experto en adicciones cuenta que la soledad, "una sensación propia del personaje adicto", está siendo un arma de doble filo. "El personaje adicto que se suele montar está basado en excusas y justificaciones para seguir consumiendo. Una de ellas es la soledad, aunque sea ficticia: sí que tienen gente al lado pero la repelen para poder seguir justificando los consumos del juego", desarrolla.
Apostar en la liga bielorrusa y el ping pong
¿Qué ha ocurrido con aquellos que pasaban horas y horas en locales para apostar por resultados deportivos? "Que se han pasado a las apuestas deportivas online", responde García. Aunque la actividad deportiva ha sufrido un parón considerable, aún hay alguna competición que sigue su curso y sobre la que se puede apostar, como la liga de fútbol bielorrusa, la de baloncesto de Taiwán o distintas competiciones de tenis de mesa o dardos. "Si eres un adicto y quieres apostar, al final encuentras lo que sea", asegura para incidir en que "la ruleta y el poker son los que más están creciendo ante la encerrona en casa".
"La ruleta y el poker son los que más están creciendo ante la encerrona en casa".
En este sentido, recuerda que "siempre hay un vínculo de la ludopatía con el alcohol o las drogas". "La ludopatía nunca aparece sola, siempre viene precedida por el alcoholismo o, al menos, el consumo abusivo de alcohol", lamenta para relacionarlo con que "en las casas de apuestas el alcohol es muy barato, si no te lo regalan, para llamarte al consumo".
"Los efectos de la adicción al juego es muy evidente porque tiene pérdidas monetarias y unas consecuencias sociales inmediatas, pero con el alcohol no tanto, al menos en un primer momento", avisa. En el caso de las drogas ilegales, "el único problema es que ha subido el precio, porque no han dejado de traficar, solo se asumen más riesgos": "Se puede conseguir de todo, ya sea disfrazado de repartidor o paseando al perro. Es algo imposible de parar".
En la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL) también están apostando por las herramientas tecnológicas para seguir el contacto con el paciente y, por ahora, "están funcionando bastante bien, salvo alguna dificultad más puntual". "El confinamiento nos ha traído más trabajo: el paciente requiere una atención más continuada", cuenta Bayta Díaz, una de las psicólogas de APAL.
"Hay mucha gente que había iniciado la terapia justo antes del estado de alarma y necesita más atención, pero también otra que se apuntó y no ha dado señales de vida. No sabemos qué ha sido de ellos", expone esta especialista que, en cambio, subraya que "quien llevaba más tiempo está más tranquilo". "No solo trabajamos el juego, sino también cualquier otro problema que pueda traer el confinamiento, como dificultades de convivencia o alguna pérdida en la familia", añade.
El peligro del videojuego como metadona
Eso sí, si en algo coinciden en todos los pacientes, es en agradecer que "esta situación les ha pillado en periodo de abstinencia: si no, hubiera sido terrible". "Unas vacaciones de terapia pueden ser asumible, pero estos meses sin atención psicológica puede ser un riesgo muy grande para los jugadores que han decidido dar el paso", advierte Díaz para recalcar que "la ludopatía responde bien al tratamiento: en seis meses o menos la sintomatología depresiva redime y mejoran las relaciones sociales, el rendimiento laboral e, incluso, el nivel físico".
En esta línea, la psicóloga destaca que "forma parte del propio trastorno el hecho de pensar que tú solo puedes solucionarlo, que la próxima vez te concentrarás mejor y apostarás bien, que pararás a tiempo… y la experiencia nos dice que no es así". Es por eso que, recuerda, "la ludopatía no es solo jugar, sino asumir las consecuencias de eso, como las mentiras, el aislamiento, la ansiedad o la depresión".
Díaz cuenta que las personas con adicción al juego es habitual que "busquen elementos sustitutivos: si no tienen dinero para jugar a la tragaperras, tiran por videojuegos, que muchas veces repiten los mismos patrones patológicos". "Desde hace años recomendamos no jugar a nada, y a los nuevos les cuesta más", subraya. Así, estos días muchos han empezado a jugar con consolas o el teléfono móvil y "comentan preocupados que cada vez necesitan jugar más".
“Solo no vamos a jugar por hoy”
Alejandro también es ludópata en rehabilitación. Tiene 22 años y lleva dos en tratamiento, "un poco más allá del ecuador de la rehabilitación", matiza. "Lo estamos sobrellevando de la mejor manera posible, pero es complicado porque no es lo mismo que acudir en persona", cuenta.
Aunque las tragaperras se suelen asociar con un público de mayor edad, en el caso de Alejandro fueron su vía de acceso cuando era menor de edad. "Cuando cumplí los 18 me enganché más a las apuestas deportivas y también pasé al juego online", apunta. Hoy está en los registros de autoprohibidos pero, incide, "hay formas de saltarse esas prohibiciones, aunque no he estado tentado en ningún momento, también gracias a que la terapia ha seguido".
Si bien admite que al principio le generó "cierto malestar" el no poder acudir a esa rehabilitación presencial —"las dos primeras semanas lo pasé fatal"—, también recuerda que "llevamos casi un mes y el cuerpo se habitúa". Este veinteañero considera que "las adicciones se paran hablando" y recuerda que "si ya el confinamiento es duro de por sí, imagina para las personas con ludopatía, y hay que recordar a los que no están en rehabilitación, que se les va a hacer aún más cuesta arriba". "Van a terminar jugando 8, 12 o 14 horas al día en cualquier casino online hasta que el dinero se le acabe", anticipa.
"Siempre decimos que nosotros no contamos los días, sino las 24 horas, porque el principal reto de una persona que ya ha empezado la rehabilitación es plantearse el día a día", destaca Alejandro. "Las personas con adicciones contamos las 24 horas y decimos que solo por hoy no jugamos. No se puede estar pensando que vas a estar todo el confinamiento sin jugar".
Para concluir, este ludópata en rehabilitación pone en valor que la limitación de la publicidad del juego —reducida a la madrugada— les "está facilitando un poco las cosas". "Las plataformas de juego dieron un bombardeo constante de publicidad y es peligroso para quienes nos estamos rehabilitando", les afea.
Lo mismo dice Juan Carlos, el paciente que hablaba al comienzo de este reportaje. "Tengo que estar alerta porque de vez en cuando se activan mecanismos que son peligrosos, aunque no es igual que cuando estás en el punto más álgido del enganche: no he sentido esas ganas, ese cosquilleo en el estómago que te pide jugar". De hecho, la publicidad más bien le produce otro efecto: "Si sale algún anuncio se me revuelve el estómago. Me da asco porque sé lo que es".
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