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"La perfección es fascista"

Presidente andaluz. Cinéfilo empedernido, se percibe la influencia del western en una frase lapidaria: 'Para conocer a alguien, mire a sus enemigos'

 

ÁNGEL MUNÁRRIZ

Si de afanes de niñez hay que hablar, José Antonio Griñán jugaba con ventaja. Claro, llegar a mayor es únicamente cuestión de echarle horas y horas. Ahora que las canas y el cargo atestiguan que lo ha conseguido, mira atrás: 'De niño estaba hasta las narices de que me dijeran vete a la cam', bébete la leche'', de que me dieran un huevo en vez de dos. Lo que quería era ser mayor, claro'.

El asunto, como suele pasar con las personalidades angulosas, encierra paradoja. A sus 64 años, el Griñán que sus rivales retratan como un don José Antonio serio y distante admite tener un cierto punto infantil. 'Soy muy niño', confiesa, con una risilla, al aludir a su afición por los macarrones.

'De niño estaba harto de que me dieran un huevo en vez de dos'

Pero no es sólo eso. En el detalle con que evoca las escenas míticas de sus películas sagradas 'mi preferida es Centauros del desierto, pero la mejor es El padrino' se confunden la cinefilia y un entusiasmo adolescente. A Pepe como prefiere ser conocido le brillan los ojos mientras repasa en YouTube la escena en que William Holden y su equipo son despedidos con la música de un mariachi del pueblo mexicano que acaban de liberar en Grupo salvaje, de Peckinpah. También bromea, casi en tono de disculpa, sobre el cuestionable espejo de aire barroco de su despacho. 'Parece que van a empezar a salir murciélagos', dice señalándolo.

Luego se arranca con una arriesgada sentencia al hilo de la eterna capacidad para erotizar al personal de Marilyn Monroe, la preferida de tantos cuando se les pregunta por su icono sexual: 'Marilyn era irregular, asimétrica, los ojos separados, la nariz torcida. Pero gusta. La perfección no. La perfección es fascista. El que la busca está equivocado. La imperfección es más hermosa'.

Inspector de Trabajo, casado y padre de tres hijos, entró en política de la mano de Felipe González durante la Transición 'por compromiso en un momento histórico', más que por vocación. Los anales de la curiosidad reservan un apartado para el recibimiento que le dio un periódico nacional al ser nombrado ministro en el 92. 'El tal Griñán', lo titularon. 'Me lo tomé a broma. Fue otra mirada peyorativa al sur', resume. En el barrio madrileño de Chamberí, donde había crecido jugando al fútbol en la calle Sandoval, se corrió la voz de que 'al niño de Mari Tere lo habían hecho ministro'.

Luego llegó el Ministerio de Trabajo, el regreso a la Junta y, el pasado año, su ascenso a la Presidencia andaluza. ¿Cómo desconecta? 'Leo, hago sofá y miro la risa de mi nieta Elena', cuenta, sentado sin chaqueta en su despacho, que mantiene con el aire acondicionado a una temperatura muy superior a la que pide el cuerpo en la infernal Sevilla de verano.

Ahora lee Las armas y las letras, de Trapiello. Y la charla conduce a A sangre y fuego, los relatos sobre la Guerra Civil del periodista Manuel Chaves Nogales. 'Es como si te agarraran el corazón. Espléndido', dice, reivindicando el rigor intelectual de decir que 'la razón estaba con la República, pero que hubo verdaderas barbaridades en los dos bandos'.

Griñán, aunque no lo pone en la pizarra, albergó sueños de escritor. 'Creo que no escribo mal, pero no consigo escribir bien', afirma. Le queda el consuelo de darle un punto de sofisticación teórica a sus propios discursos, algo que los pragmáticos consideran munición débil frente al poder aglutinador de soflamas y banderas.

A él, que siente 'el mismo' respeto por Juan Caros I y por Manuel Azaña, le alegra que con la euforia del Mundial 'por primera vez la bicolor no se haya usado en España para dividir'. Y aquí recuerda que a Bono 'lo golpearon con el asta de una bandera'. '¡Por cierto!', se sobresalta, 'impunidad para estos y ¡tres años! para el que tiró el zapato' al primer ministro turco, Erdogan.

¿Y ZP? 'José Luis es una persona muy arriesgada. El estadista español más arriesgado junto a Suárez'. Se declara 'admirador' de su apuesta por la 'autonomía de la política'. 'Para conocer a alguien, mire a sus enemigos. Los suyos lo realzan'. Y no sólo a él. 'Cuatro personas han sido objeto de los ataques más brutales de la carcunda: Azaña, Felipe, Zapatero y Bibiana Aído'.

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