El Gobierno de Silvio Berlusconi sigue sin desvelar el plan de ajustes que se ha visto obligado a adelantar tras las presiones del Banco Central Europeo, Francia y Alemania para sanear sus cuentas. Ayer, en las comisiones de asuntos constitucionales y económicos de Parlamento y Senado, el ministro de Economía, Giulio Tremonti, hizo un repaso general de las medidas que baraja el Ejecutivo para lograr el objetivo del déficit cero en 2013: privatización de servicios públicos locales; agilización del despido y la contratación; un impuesto del 20% sobre las rentas financieras o agrupar días festivos para ganar productividad. Pero, para un plan que exige cambiar dos artículos de la Constitución y aprobarse en tiempo récord, Tremonti abusó de retórica y no aportó cifras.

La prensa especula con un ahorro de entre 20.000 y 35.000 millones de euros con el adelanto a 2012 del aumento de la edad de jubilación y la reducción de las pensiones más altas; la inclusión del copago en las tres primeras noches de hospitalización y tasas a la segunda casa y a las rentas altas.

El programa exige reformar dos artículos de la Constitución

La falta de concreción desató críticas de la oposición y de tres diputados del Pueblo de la Libertad de Berlusconi, que avisaron de que nadie "debería dar por descontado" su voto al plan. Antes de acabar la reunión, Umberto Bossi, líder de la Liga Norte y socio más estable del Ejecutivo, calificó el discurso de Tremonti de "muy difuso". El ministro se metió en más problemas al admitir que las principales medidas concuerdan con las dictadas por el BCE en la famosa carta que Jean-Claude Trichet remitió a Berlusconi la semana pasada. Bossi dijo sospechar que la misiva la escribió Mario Draghi, actual gobernador del Banco de Italia y sucesor de Trichet. Por la tarde, Berlusconi intentó desatascar la situación. Tras despachar con Draghi, Tremonti y el presidente, Giorgio Napolitano, cenó con Bossi. El plan debería estar listo para el día 18, aunque podría presentarse hoy mismo.