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La Revolución tiene nombre de mujer

PATRICIA CAMPELO

'La revolución será feminista o no será', transmitían algunas pancartas callejeras en aquellos días sucesivos al 15 de mayo de 2011, cuando la indignación tomó las calles por derecho. Desde la madrileña Puerta del Sol, un río de hartazgo ciudadano fue desbordando plazas de pueblos y ciudades de todo el país, primero, y del extranjero, después. El movimiento del 15M desplegó unos efectos que hoy siguen incidiendo en la sociedad a modo de luchas ciudadanas: mareas, asambleas y otras plataformas de protesta.

A principios de 2013, al artista y documentalista crítico Javi Larrauri (Madrid, 1971) decidió echarse a las calles cámara en mano para dejar constancia de que el 15M seguía vivo y que, además, uno de los pilares más sólidos que lo mantenían era el formado por las mujeres. Así surgió el germen de Tomaremos las calles. Mujeres en lucha, un amplio relato de la protesta social contado a través de los testimonios de más de una treintena de activistas pertenecientes a diferentes colectivos.

'Me indigna escuchar a quienes dicen que el 15M no sirvió para nada y desapareció sin pena ni gloria', reconoce Larrauri que, con su trabajo, ha construido un alegato para desmontar esa consideración. 'En el documental, se hace un recorrido a través de varias de esas miles de ramificaciones en que el 15M ha evolucionado. Y queda constancia de los planteamientos, metodologías y reflexiones que puso encima de la mesa: la horizontalidad, la participación y el asamblearismo como forma democrática de toma de decisiones'. 'Esto ha marcado un antes y un después en la forma en que entendemos la política y el mundo', afirma.

El feminismo, o 'transfeminismo', como defiende Larrauri, 'feminismo entendido de una manera plural e inclusiva', se convierte en el enfoque de su trabajo por razones parecidas a las esgrimidas por el autor en anteriores proyectos en los que también puso el foco femenino: Mujeres republicanas y La Luz de aquella tierra, entre otros. 'Quería sacar a la luz esa lucha de las mujeres que los hombres invisibilizamos constantemente', aclara.

Para extraer esos relatos silenciados, Larrauri se adentró durante meses en diferentes movimientos sociales. Uno de los que le suscitó mayor atención fue el relacionado con la vivienda y la lucha 'valiente y solidaria' de sus miembros. 'Les acompañé en la campaña de escraches del año pasado y en algunos stop desahucios. Durante 2013 y parte de 2014 -la última grabación fue el pasado abril- fui captando todas las acciones de calle a las que acudí, manifestaciones, escraches, concentraciones... Y al mismo tiempo iba entrevistando a mujeres', detalla.

Larrauri es también un activo integrante del movimiento LGTB, por lo que tenía claro desde el principio visibilizar en el documental el trabajo de la asamblea Transmaricabollo de Sol, donde también participa. Las mujeres del carbón, yayaflautas, activistas de las diferentes asambleas del 15M, de educación y de prensa ciudadana, entre otras, configuran el resto de relatos de Tomaremos las calles. 'Cuando iba a las acciones trataba de recoger testimonios de mujeres anónimas. Quería que hubiera un crisol de muchas voces que se entremezclaran entre sí', explica Larrauri, cuya capacidad de escucha ha derivado en un trabajo empático, cercano y fiel reflejo de las sensibilidades que pueblan las calles.

Uno de esos testimonios es el de Laura Camacho. Antes de que las acampadas colmaran la Puerta del Sol, no sabía 'ni lo que era una asamblea'. 'Yo no tenía nada que ver con lo que soy ahora, considero que estaba dormida', reconoce esta activista del colectivo Oficina de Vivienda.

'El 17 de mayo salía de trabajar, me paré en Sol y subí a ver lo que era una asamblea. Coincidió que estaban hablando de vivienda, y me enamoré de las palabras. Vi que querían luchar por la justicia, por las familias que se quedan sin casas. Recalcaron lo que era el derecho a un techo y nos invitaron a los que estábamos allí a ir al día siguiente a un desahucio', explica Laura en el relato que abre el documental.

Otras protagonistas como Violeta Fernández, miembro también de Oficina de Vivienda, identifican las fortalezas del 15M en su efecto catalizador de las últimas luchas. 'Se han ido generando más centros sociales ocupados de los que había históricamente; no son exactamente 15M pero se han impulsado desde ahí. En los barrios se junta la gente para parar los desahucios, y eso es 15M. También hay mucho componente en las mareas y en todas las luchas que se han ido generando. El 15M no ha desaparecido, lo que ha hecho es distribuirse', analiza a cámara.

'El 15M no ha desaparecido, lo que ha hecho es distribuirse'

Para Concha Real, por su parte, el movimiento indignado ha provocado que la sociedad hable más de política. 'Se han reactivo temas que parecían dormidos', apunta esta trabajadora de la educación y miembro de la asamblea de San Blas del 15M.

Testimonios personales como el de Olga Veloso trazan la vertiente sensible del documental. Víctima de un préstamo hipotecario, asegura que esta crisis ha sido una 'estafa' porque 'lo tenían todo planificado y estudiado'. 'No me pusieron pegas para darme la hipoteca. A la semana me tasaron el piso y a los 15 días ya la tenía. Al final ha sido la amargura más grande. Pregunté si podía pagar 700 u 800 euros de letra, y me dijeron que sí pero el primer mes ya me vinieron 1.200 euros. Reclamé y me dijeron que como el Euribor iba bajando y subiendo ya me bajaría. Llegó a subir a 1.700 euros, y no pudimos pagar', se sincera Olga.

'Mi deber como artista es tener una mirada crítica con el sistema'

'De una en una no nos vamos a poder defender, así que 'a la calle', les diría', añade Violeta.

Este sábado 14 se estrena el documental en Madrid en un encuentro que servirá 'para tender puentes', avanza Larrauri, entre distintos movimientos sociales. A finales de junio el documental vuelve a proyectarse en la capital, para después exponerse en México y en Bolivia.

'Tengo claro que mi deber como artista o creador cultural es tener una mirada crítica con el sistema. No me interesa el arte ni la cultura complaciente. Creo que tengo el deber de desarrollar esa mirada crítica y contribuir con mi trabajo a crear ciudadanía crítica. Sólo así el arte y la cultura pueden servir para transformar la sociedad', concluye Larrauri.

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