Este artículo se publicó hace 11 años.
Secuestros virtuales: un "negocio" en expansión
Dos o tres personas, un teléfono móvil y una víctima. Es lo único indispensable para cometer un secuestro de este tipo y que, incluso, se puede perpetrar desde la cárcel
Sagrario Ortega (EFE)
Dos o tres personas, un teléfono móvil y una víctima, generalmente de habla hispana. Es lo único indispensable para cometer un secuestro virtual, un delito que en los últimos años se ha extendido en México como una forma de obtener dinero rápido y que, incluso, se puede perpetrar desde la cárcel.
Un empresario catalán y el grupo musical vasco Delorean son los últimos casos conocidos de víctimas de secuestros virtuales en México. Otros no han salido a la luz, pero los investigadores alertan de la expansión de este delito en Latinoamérica, aunque con menos posibilidades de instalarse en España.
Solo en México, el pasado año, según datos oficiales, se produjeron 105.682 secuestros de todo tipo, aunque únicamente 1.317 denuncias llegaron a las fiscalías.
Es en este país donde más han proliferado las distintas variedades del secuestro virtual, pero la Guardia Civil, según explica el comandante jefe de Delincuencia Especializada de la Unidad Central Operativa (UCO), Jesús Gálvez, ya ha tenido que intervenir en otros en Brasil, Colombia o Venezuela.
Los agentes de este cuerpo colaboraron con los Mossos d'Esquadra y la policía mexicana en la feliz resolución del secuestro de un empresario de la provincia de Barcelona, que no tuvo que desembolsar los 60.000 euros que los extorsionadores exigieron a su hermano para ser "liberado".
Hay varios tipos de secuestros virtuales. El más fácil, y con muchas posibilidades de que la víctima "pique", es el que consiste en reclamar por teléfono a una persona una cantidad de dinero, que debe ingresar en una cuenta, a cambio de no hacerle daño a un familiar supuestamente secuestrado.
En muchas ocasiones, los secuestradores son presos de las cárceles de México que se hacen pasar por miembros de la Policía o de bandas delictivas como el cártel de los Zetas.
Generalmente se paga el rescate y los secuestradores, que han conseguido previamente datos del supuesto secuestrado, aprovechan que su víctima está volando o en un acto con el móvil apagado, para llamar a los familiares o la empresa donde trabaje y pedir el dinero.
Una variante de secuestro virtual algo más sofisticada, y que es la que se ejecutó en el caso del empresario catalán, consiste en aislar a la víctima -en general extranjeros y con frecuencia de habla hispana- después de haberla convencido por teléfono de que abandone el hotel o lugar donde se encuentre y se dirija a otro que los extorsionadores le indiquen.
Antes, y en el camino, deberá apagar su móvil y adquirir otro terminal mexicano, con el que le tienen controlado las 24 horas, señala Gálvez, quien explica que para que la familia de la víctima crea el secuestro, realizan una llamada a tres y el propio extorsionado suplica a sus allegados que paguen.
Jamás hay contacto físico entre secuestrado y secuestradores, pero es tal la presión telefónica a la que se somete a la víctima, a la que amenazan de muerte, que ésta se convence de que sufre un secuestro real.
Gálvez asegura que se están produciendo más incidentes de este tipo de los que salen a la luz y recuerda que la cantidad que piden los secuestradores no es muy alta -unos 60.000 euros- porque lo que quieren es "dinero rápido" y, además, "no tienen controlada al cien por cien la situación".
Según sus datos, en un 5% de los casos, la Policía mexicana paga. Un porcentaje no muy llamativo para un país con un alto índice de delitos.
Para llevar a cabo un secuestro virtual lo más importante es obtener información de la víctima. Algo para lo que no se precisa ni mucha gente -con dos o tres personas es suficiente- ni infraestructura alguna.
La Guardia Civil aconseja a empresarios y trabajadores que viajen a México y otros países que antes de hacerlo consulten la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores para comprobar las medidas de seguridad recomendadas, tengan a mano los teléfonos de la embajada o consulado e intenten verificar las llamadas que reciban, aunque el comunicante se identifique como policía, ya que lo utilizan como cebo.
Colgar y apagar el teléfono después de escuchar lo necesario, intentar que el número de móvil que vaya a usar lo tenga sólo el círculo más inmediato, no pagar el rescate porque pueden sucederse otras extorsiones y avisar a las fuerzas de seguridad son otros consejos para las posibles víctimas.
La Guardia Civil, que ocupa la Secretaría Permanente de la Red Iberoamericana de Secuestros y forma parte de la Red Europea Antisecuestros, interviene cada año en entre 15 y 20 secuestros de todo tipo, tanto en España como en el extranjero.
Los que se producen en España suelen ser por ajustes de cuentas entre organizaciones delictivas, sobre todo de narcotraficantes, y en muchas ocasiones, son las familias del secuestrado las que los denuncian ante el temor de que pierda la vida y aun a sabiendas de que se trata de un delincuente.
Nada que ver con los secuestros virtuales, una variedad de este delito que, según el comandante, es difícil que se extienda a España, donde existe una mayor sensación de seguridad y la eventual víctima denunciaría de inmediato, a la primera llamada.
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