Este artículo se publicó hace 16 años.
El sindicalista tranquilo
La primera impresión que causa Toxo es la de un hombre muy tranquilo, incluso tímido, parco en las palabras que no tengan que ver con el discurso sindical y al que cuesta imaginar al frente de las barricadas en el conflictivo sector del meta
El Tojo, o Toxo en gallego, es un arbusto europeo común, tanto, que es considerado una de las especies invasoras más peligrosas del planeta. El Tojo se caracteriza por ser espinoso y en Galicia se utiliza para definir a una persona de carácter adusto. Si la etimología imprime carácter, Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952) será un rival duro para el actual secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo y de ganar, marcará la impronta del primer sindicato del país.
La primera impresión que causa Toxo es la de un hombre muy tranquilo, incluso tímido, parco en las palabras que no tengan que ver con el discurso sindical y al que cuesta imaginar al frente de las barricadas en el conflictivo sector del metal. En el extremo opuesto de la fisonomía de Fidalgo, es menudo y de ojos azules, que se mantienen vivaces detrás de unas livianas gafas.
Casado y con dos hijos, Toxo hace honor al tópico de la indefinición del gallego y ante una pregunta cerrada acampa en tierra de nadie. "¿Va a presentarse de candidato a CCOO?" le preguntó este periódico hace apenas mes y medio. "No lo descarto pero no lo confirmo" fue su contestación. Tampoco se mueve con claridad ante la persona de Fidalgo. "Somos personas educadas", zanja cuando le preguntan por su relación personal. En otras cuestiones, Toxo se anda con menos rodeos, como en la crítica hacia la gestión centralista del sindicato o el inmovilismo en las relaciones sociolaborales.
Sindicalista de claseLa biografía de Toxo se acerca más a lo que se entiende como la de un sindicalista de clase que la de su oponente Fidalgo, médico de profesión. Desde adolescente, Toxo se ganó en la vida como electricista en los astilleros ferrolanos de Bazán donde siempre estuvo implicado en las luchas sindicales, hasta el punto de que fue encarcelado a principios de los setenta y se vio obligado durante varios años a vivir en clandestinidad. Tras la anmistía de 1976 fue readmitido en Bazán y consolidó su protagonismo en la lucha sindical de los astilleros.
En 1987, (con tan sólo 34 años) fue nombrado secretario general de la todopoderosa organización del Metal y cuando esta se fusionó en con la de la Minería, continuó al frente de la nueva federación hasta 2004. Ese año, el 8º Congreso de Comisiones Obreras le designó secretario general de Acción Sindical y miembro, por lo tanto, de la Ejecutiva que arroparía a Fidalgo en los siguientes cuatro años. En el anterior Congreso (2000), Toxo se había intentado erigir como sucesor de Antonio Gutiérrez, pero la fractura del sindicato y las bajas probabilidades de ganar le hicieron desistir de participar en la contienda y optó por mantenerse alejado durante un tiempo de la cúpula confederal.
En 2005 fue prejubilado junto con más de 4.000 compañeros de Izar, la empresa estatal heredera de Bazán que tuvo que ser disuelta por la SEPI por inviabilidad. Toxo pasó a ser entonces un prejubilado menor de 55 años, una de esas figuras de las que el Gobierno actual, y en especial el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, no quiere ni oír hablar.
El sindicalista prefirió renunciar a las prestaciones a las que tenía derecho y darse de alta como afiliado del sindicato, pero a sus espaldas queda el bagaje de haber sido expulsado del mercado laboral en un acuerdo pactado con los sindicatos (incluido el suyo) y que fue objeto de protestas.
Amigo de UGTEn estos cuatro años al frente de la Acción Sindical ha sido el interlocutor del Acuerdo de Negociación Colectiva y un firme defensor de la cláusula de salvaguarda. También se sienta a día de hoy en numerosas mesas del diálogo social. Poco amigo de frases altisonantes o de decisiones drásticas, se ha ganado el favor de algunos de los más importantes barones de CCOO, entre ellos Rodolfo Benito, del secretario de Comunicación, Fernando Lezcano, o de los secretarios generales de Madrid, Catalunya y País Vasco.Su relación con UGT, y especialmente con su homólogo el secretario general de Acción Sindical, Toni Ferrer, es muy buena y ya ha declarado su intención de que sus posiciones se estrechen aún más.
En lo político, no esconde su condición de persona "de izquierdas" aunque ahora no milita en ningún partido. A finales de los setenta, se alineó con la Liga Comunista Revolucionaria y cuando en 1987 se le nombró líder del metal se le reconocía como miembro activo del Partido Comunista de España (PCE).
Pese a estas credenciales, propugna un sindicato independiente de los partidos políticos que ponga el acento en el trasfondo social de las relaciones laborales.
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