Este artículo se publicó hace 15 años.
Las tropas reparten ayuda en Haití en medio de las críticas
Por Patrick Markey y Jackie Frank
Soldados estadounidenses y cascos azules brasileños entregaron el domingo agua y comida en uno de los mayores barrios de chabolas de Haití, en medio de las críticas porque la ayuda no está llegando a las víctimas del terremoto lo suficientemente rápido.
Los supervivientes del seísmo del 12 de enero malviven en unas pésimas condiciones de higiene en unos 300 campamentos temporales repartidos por la destrozada capital, Puerto Príncipe, y sus alrededores. Algunos protestan porque creen que a pesar de la enorme campaña internacional no están recibiendo la ayuda necesaria.
En el barrio de Cité Soleil, asolado por las bandas, los Humvees del Ejército de Estados Unidos formaron un corredor junto a las casas de cemento, y cientos de haitianos hacían cola para recibir paquetes con comida y agua. Este barrio ha sido uno de los puntos centrales de la violencia, pero no hubo noticias de incidentes durante la distribución.
Los traductores de creole daban instrucciones mediante altavoces mientras también se entregaban paquetes de arroz, judías, harina de maíz y yeso.
"La ayuda que tenemos disponible (...) está saliendo", dijo el teniente general Ken Keen, al mando de la operación militar estadounidense en Haití. "Pero las necesidades son enormes. Cada día es mejor que el anterior. Mañana será mejor que hoy".
Ante las críticas a la distribución, el jefe de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional , Rajiv Shah, dijo que su organización está haciendo todo lo posible en unas condiciones muy difíciles.
"Nunca vamos a atender las necesidades tan rápidamente como nos gustaría", declaró a Reuters. "Vamos a estar aquí dando asistencia durante mucho tiempo".
Las autoridades haitianas calculan que hasta 200.000 personas pueden haber muerto a causa del temblor de magnitud 7,0 en la escala de Richter. Hasta otros tres millones han resultado heridos o perdido sus hogares, con lo que tienen una necesidad desesperada de atención médica, agua y comida en unas condiciones terroríficas en el país más pobre del hemisferio occidental.
Aunque la ONU anunció el sábado que el Gobierno había dado por finalizada la fase de búsqueda y rescate, bomberos de varios países lograron rescatar a un hombre de 24 años que seguía vivo bajo los escombros de un hotel hundido, 11 días después del poderoso terremoto que destrozó la capital haitiana.
Es el último de las más de 130 personas que han sido sacadas con vida de entre los escombros por equipos de todo el mundo.
PROBLEMAS CON LA SEGURIDAD
Además de los retos logísticos, hay una gran preocupación por la seguridad de las operaciones de distribución de alimentos, tras los saqueos generalizados en Puerto Príncipe en los primeros días tras el temblor.
El sábado, en un campamento en la capital, la gente desesperada arrebataba los sacos de arroz descargados de un camión, incluso delante de los cascos azules y de los soldados estadounidenses. El caos alarmó a los cooperantes de Plan International, que cesaron el reparto hasta que se pudo controlar a la multitud mediante varios disparos al aire de los guardias.
Los responsables del Programa Mundial de Alimentos calculan que ha llegado algo de ayuda a más de dos tercios de los supervivientes.
En medio de la devastación, empezaron a aparecer indicios de que la empobrecida nación caribeña vuelve a la vida. La gente esperaba en el exterior de los bancos, que reabrieron el sábado, deseosos de obtener el dinero necesario con el que comprar comida y suministros esenciales.
La fruta y la verdura llenaba los puestos callejeros, aunque muchos decían no tener dinero para comprarlos y se quejaba del aumento de los precios.
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