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Vicentu Verdú reniega del narrador omnipresente en tercera persona

EFE

Vicente Verdú ha renegado del narrador "omnipresente" en tercera persona de la tradición novelística, lo que ha comparado con la voz en "off" de las películas de postguerra, que tenían que anticipar la historia porque las imágenes eran incapaces de ello.

Ese narrador, que forma parte de la tradición de la novela desde el siglo XIX, ya no sirve para "comunicar nada", ha dicho hoy Verdú durante la presentación de su última novela, "No ficción" (Anagrama), sino que sólo es una herramienta para perpetuar un oficio que tiene como objetivo crear una "literatura infantil para adultos".

La presentación de "No ficción" ha sido posterior al hecho de que Verdú hiciera pública sus diez reglas para la supervivencia de la novela, un decálogo en el que arremete contra más de un siglo de contar historias escritas, y cuya estructura "prefabricada" por el autor ya no le sirve al escritor, que cuenta con dos libros de relatos en su biografía como autor, al margen de sus ensayos.

Para Verdú, ya no se puede seguir narrando como si no existiera el cine, el vídeo, la televisión..., medios que permiten la exacerbación de la intriga y del argumento, y por eso el escritor debe centrarse en la introspección de los personajes, en aquello que una imagen no puede transmitir o hacerlo de forma incompleta.

El mundo interior se convierte para Verdú en el objeto único de una literatura que se define por la "emoción intrínseca", que asegura que es "patrimonio" de la escritura.

Esta refundación de la novela y del oficio de escritor, Verdú lo adereza con "la precisión de estilo y la máxima penetración en los territorios del hombre, donde no acceden las superficies de las pantallas ni las imágenes".

Verdú reivindica la patria de lo individual, de ese mapa donde se entiende o se pierde en el mundo moderno, y en el que se tiene que estar al tanto de muchas cosas, y reniega de "esos escritores que no saben de marca de ropas o de que mañana se presentará un nuevo modelo de automóvil".

Igualadas las experiencias cotidianas en Occidente, Verdú entiende que ya no se pueden contar historias describiendo un hecho en treinta o cuarenta páginas, "porque el cine eso lo simplifica en minutos", sino que es en la relación del individuo con su entorno donde el escritor debe escarbar y adentrarse como en un territorio fragmentado y diverso.

"No ficción" es una novela de corte autobiográfico, como no podía ser para Verdú de otra forma: "todas las obras de creación son autobiográficas y quien diga lo contrario miente. Incluso hay autobiografía en las obras de algunos matemáticos".

Reniega también Verdú de los autores que aseguran que tienen una novela en la cabeza y que sólo les falta llevarlas al papel porque eso supone perder "la sorpresa de la escritura, el gozo de escribir".

El mejor ejemplo que ha encontrado hoy Verdú para explicar su ideal de novela del siglo XXI ha sido Eduardo Mendoza, que "se ha burlado del envenenamiento de la trama" en su última novela, "El asombroso viaje de Pomponio Flato".

Vicente Verdú ha desacralizado la literatura y ha hablado de la novela como un producto, al que ha comparado con objetos de uso cotidiano -"las pinzas de tender la ropa"- o de una gran belleza -"como algunas obras de ingeniería".

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