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La Antártida esconde una comunidad de vida 'marciana'

Hallan microbios ocultos bajo 400 metros de hielo durante 1,5 millones de años

MANUEL ANSEDE

Durante 1,5 millones de años, la Antártida se ha empeñado en crear un lugar inhabitable, una especie de sopa fría cuatro veces más salada que el agua marina, sepultada bajo una capa de hielo de 400 metros de grosor. Un lugar sin luz, sin oxígeno y a 10 grados bajo cero. Una fosa inerte. Y, sin embargo, hay vida.

Un equipo de científicos de EEUU ha encontrado en este caldo inhóspito, enterrado bajo el glaciar Taylor, en la costa antártica más próxima a Australia, una comunidad de microbios capaz de sobrevivir en estas condiciones límite, gracias a su habilidad para alimentarse del hierro.

Este ecosistema extremo, que ha evolucionado a espaldas del resto del mundo a lo largo de cientos de miles de años, podría, según los investigadores, ser un modelo en la Tierra de posibles formas de vida extraterrestres.

El estudio, publicado hoy en la revista Science, apunta que estos microbios heroicos son un perfecto laboratorio para comprender cómo funcionaban los ecosistemas microbianos terrestres hace millones de años y para aventurar los mecanismos metabólicos de los microorganismos que podrían habitar los polos de Marte y los océanos congelados de Europa, el satélite más pequeño de Júpiter.

Los autores del trabajo, dirigidos por la microbióloga de la Universidad de Harvard Jill Mikucki, se toparon con esta comunidad bacteriana, dominada por la Thiomicrospira arctica, cuando estudiaban las Cataratas de Sangre. Esta peculiar mancha colorada en el glaciar Taylor, conocida desde hace un siglo, es escupida por la piscina de agua rica en hierro y sulfatos que alberga los microbios.

'Es como haber encontrado un bosque que nadie ha visto durante 1,5 millones de años', explica Ann Pearson, coautora del estudio. Esta cápsula del tiempo, a juicio de los científicos, también servirá para explicar cómo era la vida cuando la Tierra se convirtió en una gigantesca bola de nieve, hace cientos de millones de años.

El análisis químico de los microorganismos expectorados por la Catarata de Sangre muestra que se han adaptado a respirar el hierro filtrado por el suelo rocoso bajo el glaciar Taylor. Las bacterias, sin luz que posibilite la fotosíntesis, metabolizan el hierro gracias a los sulfuros presentes en la piscina, que funcionan como catalizadores y facilitan la transformación química.

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