Este artículo se publicó hace 2 años.
Por qué el cambio de hora nos pone de mal humor
El próximo fin de semana, al contrario de lo que no para de repetir la tele, no solo no dormirás una hora más, sino que, probablemente, durante toda la semana te levantarás más confundido, cansado... y con menos ganas de ser buena persona.
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Entonces, ¿cuando marcan las 3, ahora son las 2? ¿O es al revés? Nos dicen que vamos a dormir una hora más, ¿pero por qué nos levantamos igual o más cansados? Y, sobre todo, ¿por qué estamos de peor humor?
"La transición otoñal, a menudo, se publicita como la ganancia de una hora de sueño, pero hay pocas evidencias de que esa noche se duerma más", señala un estudio realizado en la Escuela de Psicología de la Universidad John Moores de Liverpool. Más bien al contrario, lo normal es que te sigas despertando a la hora de siempre durante, al menos, cinco días más. Tu cuerpo está acostumbrado a levantarse a la misma hora y tardará en ajustarse al cambio, explica la psicóloga Yvonne Harrison, autora de la investigación. Por eso, "el efecto acumulativo de despertarte más temprano de lo necesario durante los días posteriores al cambio de hora supondrá una pérdida de sueño importante a lo largo de la semana", añade.
El cambio horario se aplica dos veces al año en 70 países del mundo con la excusa del ahorro energético. Sin embargo, el ajuste de nuestro organismo no será ni inmediato. Ni sin consecuencias. "El aumento de los accidentes de tráfico y los cambios en el comportamiento que tienen lugar durante esa semana podrían estar relacionados con la disrupción en los patrones de sueño", apunta Harrison. Son cuestiones que, este 2022, han analizado varios estudios, como el publicado en Plos One en agosto, que comprueba que dormir menos nos vuelve más tacaños y antipáticos. Mucho más.
En concreto, el equipo liderado por el Eti Ben Simon, neurocientífica del Center for Human Sleep Science en la Universidad de California en Berkeley, repasó las cantidades de dinero ofrecidas en tres millones de donaciones benéficas entre 2001 y 2016 en Estados Unidos. Y se enfocó en el periodo que va desde un mes antes a un mes después del cambio de hora. El resultado fue contundente: en la semana en que tenía la lugar la transición horaria, las donaciones bajaban un 10%, en comparación con las semanas anteriores y posteriores.
Semana de malas pulgas... y pocas donaciones
"El estudio demuestra cómo la falta de sueño altera nuestra predisposición a ayudar de forma altruista. Basta perder solo una hora de sueño y solo una noche. En realidad, el cambio horario implica una reducción de 40 a 60 minutos de sueño, junto con una bajada del 10% en la eficiencia del descanso debido a la fragmentación del sueño", indica Simon. Antes de esto, el mismo equipo había hecho otros interesantes experimentos para cuantificar cómo dormir poco y mal nos quita las ganas de ser generosos.
En uno de ellos, midieron mediante un cuestionario estandarizado el deseo de ayudar de 136 voluntarios sanos, antes y después de que se les sometiera a una noche con privación de sueño. Nada menos que un 78% de los participantes vieron su impulso samaritario caer por los suelos de forma significativa. Y daba igual si el reto era echar una mano a un extraño o a un hijo o un amigo. "El grado de familiaridad que se tenga con la persona necesitada no confiere inmunidad frente a la reducción en el comportamiento altruista", avisan los autores del estudio.
El cerebro pierde empatía
Luego, los investigadores quisieron ver qué pasaba cuando se contemplaba el cerebro de los participantes en el experimento bajo un escáner de resonancia magnética funcional (fMRI): tras una noche de poco dormir, la red neuronal de cognición social (implicada en los comportamientos prosociales y empáticos) mostraba mucha menos actividad que cuando habían dormido bien.
"En conclusion, el sueño insuficiente influye significativamente en que los humanos decidadmos ayudarnos unos a otros o no, demostrada a niveles micro y macroscópico en las interacciones civilizadas", escribe Simon. Según este experto, la explicación, podría tener que ver con que descansar mal "dificulta el procesamiento de emocional, tanto expresar las propias como reconocer las ajenas. Además, aumenta la reactividad emocional, ligada al comportamiento antisocial, los conflictos interpersonales y desconfianza en los demás".
Ahorrar luz, perder vidas
Pero la cosa va mucho más allá. Una investigación de la Universidad de Florida ha revisado los accidentes de tráfico que ocurren en la semana del cambio de hora. Tras analizar los datos de siniestros registrados en Florida a lo largo de 37 años (1983-2019), sus resultados no dejaban lugar a dudas. Tanto en la transición horaria de primavera como en la de invierno, la cifra de choques entre coches experimentaba un pico. Además, el aumento era "especialmente significativo en el domingo en que tenía lugar el cambio y en el lunes y martes posteriores", escriben los autores en un artículo publicado este año.
Parece claro que no dormir lo suficiente nos sienta mal. Fatal. Tanto, que alterar el patrón de sueño solo una hora en el día del cambio horario se ha llegado, incluso, a relacionar con el aumento de muertes autoinfligidas.
Eric Osborne-Christenson, investigador de la Universidad Pace de Nueva York, se propuso comprobar las causas de muerte en Estados Unidos entre 1979 y 1988. Según sus conclusiones, publicadas este mes en un artículo que se titula Ahorrar luz, perder vidas (Saving light, losing lives), "la transición de primavera está asociada con una subida del 6,25% en el número de suicidios y del 6,59% en la prevalencia del abuso de sustancias". La cifras volvían a bajar a la línea media dos semanas después de la noche del cambio de hora.
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