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Hermana cucaracha

El control de plagas sólo permite mantener estable su población y la fobia que provocan. Nunca desaparecerán

MARTA GALLUP

Siempre están ahí. Aunque a veces no se las vea. Se esconden en las calderas, se atrincheran en grietas y ranuras, anhelan la tibieza de las cafeteras de los bares... Y sobre todo, son las reinas de las alcantarillas. Sin corrientes de aire, con temperatura y humedad estables, alimento y tranquilidad, las cucarachas se encuentran en su paraíso. 

La transformación urbana propaga así la plaga de estos insectos y la vuelve irreductible. España entera está tomada por la especie Periplaneta americana, que llegó a la Península a principios de la década de los noventa y ha desplazado en algunos lugares a las clásicas: negra (Blatta orientalis) y rubia (Blatella germanica). Sólo en Madrid, más de 5.000 kilómetros de colectores conforman el hogar de estas especies.

'No hay cloaca libre de ellas, porque siguen fielmente al ser humano allá donde urbaniza. Además, conseguir cero cucarachas es imposible', asevera Ricardo Jiménez Peydró, catedrático de Entomología de la Universidad de Valencia. Jiménez Peydró aclara que 'controlar las plagas significa sólo mantener una situación estable, con lo que también se consigue controlar la fobia de la población'.

Es cierto que la sola imagen de una cucaracha, vinculada a la suciedad y las enfermedades, libera una tremenda carga emocional. Y si además se visualiza su extraordinaria capacidad de adaptación, el impacto no hace más que empeorar: 'Blatella germanica, por ejemplo, es una gran escaladora. Gracias a las ventosas de sus patas puede ascender sin problemas por baldosas lisas hasta la cima de un rascacielos', ilustra el investigador Xavier Bellés, del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (CSIC), a quien la industria del sector debe, entre otros hallazgos, una nueva generación de insecticidas.

La batería de heroicidades de estos superinsectos se extiende al terreno reproductor. La hembra de Blatella madura sus huevos en solitario, para tener todo listo en el momento en que aparece el macho. Frente a ella, Periplaneta americana multiplica por ocho la capacidad reproductora y, aunque es más pesada y poco escaladora, puede volar.

Cada una en su nicho
Las tres especies conviven geográficamente, pero no cohabitan. 'Cada una tiene su propio nicho, aunque Periplaneta está desplazando rápidamente a la negra de las alcantarillas; la está arrinconando en ambientes más rurales, pero siempre humanizados', explica Bellés. El interior de los edificios es el territorio sagrado de Blatella germanica, 'se siente cómoda en sitios estrechos, con la espalda tocando baldosa', precisa el investigador.

Los expertos coinciden en que no hay evidencias de que el cambio climático les afecte, ya que al convivir con el hombre, disfrutan de condiciones estables y no dependen de los ciclos estacionales. Es cierto, no obstante, que sus periodos de explosión reproductiva se producen en primavera y otoño, y que en verano son más visibles, porque el calor ambiental les permite abandonar las alcantarillas. Éste es el motivo por el que las empresas dedicadas al control de plagas reciben en ese momento el grueso de los avisos.

La Asociación Nacional de Empresas de Control de Plagas agrupa ya a 1.400 empresas en toda España. Facturó 160 millones de euros en 2007 sólo en plagas urbanas, un 2% más que el año previo. Su directora general, Milagros Fernández de Lezeta, ilustra con una anécdota la globalización del fenómeno: 'La primera vez que se detectó Periplaneta en Madrid fue en el Parque de las Avenidas, un barrio en el que viven numerosas azafatas y pilotos'. Es probable que Periplaneta también llegase a Madrid en avión. Por eso, concluye Fernández de Lezeta, 'para determinar en el mapa los puntos calientes de plaga de cucarachas, no basta con analizar el factor climatológico, que señalaría a Andalucía, Murcia y Levante, sino también la actividad comercial e industrial de las grandes ciudades'.

‘Periplaneta americana’, la invasora
La más grande del trío, puede alcanzar los 4,5 cm. Sus alas desarrolladas le permiten volar. Se adapta fácilmente a cualquier condición de humedad y prefiere las áreas bajas. Las hembras ponen cerca de 450 huevos en su año y medio de vida. En las alcantarillas, las ratas devoran hasta un 80 % de las puestas.

‘Blattella germanica’, la rubia
De menor tamaño (1,5 cm), es de color claro y muy activa. Aunque tiene alas, no puede volar. Se la conoce como la cucaracha de los bares, por su querencia por la parte posterior de las cafeteras. Coloniza los edificios, en los que aprovecha cualquier grieta o resquicio.

‘Blatta orientalis’, la negra
Sus 3,5 cm la hacen más grande que ‘Blattella’, pero algo más pequeña que ‘Periplaneta’. Color pardo oscuro brillante y alas cortas. La más sibarita de las tres, soporta mal ambientes con más de un 70% de humedad. Es la que peor futuro tiene, a causa de la presión de ‘Periplaneta’.

 

Las cucarachas están entre los animales más antiguos. Llevan en la Tierra más de 350 millones de años sin cambiar de manera remarcable su fisonomía. Se han descrito cerca de 5.000 especies, pero sólo 25 son domésticas. Cumplen una función ecológica al consumir detritus, pero pueden suponer un peligro para el ser humano, ya que actúan como transmisores de enfermedades. Los patógenos que vehiculan al contaminar los alimentos producen, sobre todo, afecciones como la gastroenteritis y la disentería.
Los métodos para combatirlas dependen del nivel de infestación. Primero se localizan y cuantifican con trampas de feromonas, y después se atacan con productos químicos, bien en puntos específicos, o bien, si la plaga es demasiado grande, con termonebulizadores, lo que los profesionales llaman “la niebla”.
Las medidas de prevención recomendadas apuntan a no dejar alimentos o agua sin tapar a su alcance, limpiar los restos de comida de las mesas y encimeras y cerrar bien las bolsas y cubos de basura, para evitar olores atrayentes. También se aconseja revisar los desagües y sellar las grietas, fundamentalmente, las que se encuentran alrededor de los lavabos, fregaderos y zócalos, sus lugares predilectos. 

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