Este artículo se publicó hace 13 años.
Los mamíferos les deben las patas a los peces
El ADN de las rayas permite a ratones comenzar a desarrollar muñecas y dedos
El origen de los dedos humanos puede remontarse a las aletas de los peces más primitivos. Es lo que apunta un nuevo estudio que busca responder una de las mayores incógnitas de la evolución: ¿qué sucedió para que algunos peces de hace unos 375 millones de años abandonaran el agua y comenzasen a cambiar sus aletas por las patas que después heredarían anfibios, aves y mamíferos, incluido el hombre?
El trabajo, publicado hoy en PNAS, señala que algunas herramientas básicas para crear una pata, en forma de ADN, ya estaban presentes en criaturas acuáticas que vivieron millones de años antes de que los primeros peces diesen el salto a la orilla. Más aún, demuestra que esas herramientas son aún intercambiables, es decir, que un ratón podría generar sus dedos con fragmentos de ADN prestados de una raya, a pesar que entre ambas especies median 400 millones de años de evolución separada.
El estudio surge a raíz del descubrimiento en 2004 del tiktaalik, la criatura fósil que mejor ha encarnado la transición entre peces y tetrápodos, los vertebrados de cuatro patas. Aunque eran peces, los tiktaalik podían aventurarse fuera del agua como hacen los anfibios. Además, los extremos de sus aletas mostraban ya huesos similares a muñecas y manos. El fósil dinamitaba una hipótesis aún vigente que señala que, aunque peces y tetrápodos comparten el origen de sus brazos y antebrazos, las muñecas y los dedos son exclusivos de los tetrápodos, que los desarrollaron después de que su rama se separase en el arbusto evolutivo.
Neil Shubin, investigador de la Universidad de Chicago y descubridor del tiktaalik, propone ahora que peces y tetrápodos también comparten piezas de la maquinaria genética capaz de crear muñecas y dedos. Su equipo se ha centrado en "regiones reguladoras" del ADN que funcionan como interruptores. Determinan qué parte del embrión será un brazo o una mano y encienden los genes necesarios para que aparezca una u otra. Shubin ha demostrado que, cuando algunos interrup-tores de raya se inyectan en un embrión de ratón, se encienden los genes para crear dedos y muñecas. Cuando los interruptores de ratón se inyectan en un pez cebra, se encienden los que generan aletas. En resumen: los primeros ingredientes para la generación de dedos ya los tenía un antepasado común que nunca los necesitó, pues era acuático. "Es un estudio importante, pero bastante especulativo, porque trabaja con una región del genoma pequeña", opina Héctor Escrivá, experto en biología evolutiva del Observatorio Oceanográfico de Banyuls-sur-Mer, en Francia. "No va cerrar el debate", advierte.
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