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Una ola gigante y dos megarrayos, nuevos récords meteorológicos

La Organización Meteorológica Mundial certifica fenómenos extremos que se dieron en 2020, el mismo año en que se midió la mayor perturbación en la superficie marina.

Rayos
Los rayos en un extenso grupo de tormentas sobre la zona sur de EEUU el 29 de abril de 2020 vistos por un instrumento de un satélite. NOAA

La tecnología avanza continuamente y la utilizada para observar fenómenos naturales desde el espacio o desde la superficie terrestre no se queda atrás. Por eso ahora se pueden detectar y medir algunos de estos fenómenos no nuevos que hace no tanto eran meras leyendas de marinos o de la gente del campo.

Un ejemplo son las olas gigantes, olas individuales de origen incierto que alcanzan una altura muy superior a las que las rodean y que han pasado de ser algo fantasioso a poder medirse con exactitud. La primera no se midió hasta 1995 y su detección sirvió para confirmar su existencia. Ahora se cree que este tipo de olas, que se dan con bastante frecuencia, según se ha podido observar este siglo desde el espacio, puede haber sido la causa de un cierto número de naufragios no explicados. Está documentado que cruceros, petroleros y plataformas petroleras han sufrido graves daños por estos muros de agua en los últimos 30 años. En 1995, el crucero turístico Queen Elizabeth II fue dañado por una ola de una altura estimada de 29 metros, que su capitán Ronald Warwick describió como "una gran pared de agua".

Se consideran olas gigantes u olas asesinas las que doblan en altura las otras olas que las rodean. La ola gigante considerada ahora un récord mundial fue detectada en noviembre de 2020 en la costa oeste canadiense, frente a Ucluelet, por una boya que midió una altura mínima de 17,6 metros, equivalente a un edificio de cuatro pisos. Lo notable es que las olas de alrededor medían solo unos 6 metros. "Proporcionalmente, la de Ucluelet es seguramente la ola gigante más extrema registrada nunca", explica Johannes Gemmrich, de la Universidad de Victoria, que ha publicado el estudio en la revista Scientific Reports.

La boya pertenece a una red desplegada por MarineLabs en las costas de América del Norte. "La posibilidad de predecir la existencia de olas gigantes sigue sin estar clara, pero nuestros datos están ayudando a comprender mejor cuándo, dónde y cómo se forman estas olas y los riesgos que plantean", dice Scott Beatty, director de MarineLabs, quien cree que son muy peligrosas para la navegación. Los datos indican que todos los meses se hunden dos grandes barcos en alta mar, sin que normalmente se efectúe una investigación a fondo de las causas, al contrario que en los accidentes de aviación. En la mayoría de los casos estas catástrofes se achacan al mal tiempo sin más detalles.

Dos fenómenos extremos en 2020

También en 2020 se dieron dos fenómenos extremos, esta vez en la atmósfera. Un comité de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) los ha establecido ahora como nuevos récords mundiales, el mayor alcance y la mayor duración jamás registrados para un megarrayo o megaflash. El primero se produjo el 29 de abril en la costa del golfo de México en Estados Unidos. Un único rayo recorrió por las nubes electrificadas de un enorme conjunto de tormentas una distancia horizontal de 768 kilómetros, equivalente a la que separa Londres de Hamburgo. La trayectoria de éste fue observada, junto a la de muchos otros, por el satélite GOES 16, de la NOAA. El récord supera en 60 kilómetros al anterior, registrado el 31 de octubre de 2018 en el sur de Brasil.

Un poco después, el 18 de junio, se registró el rayo más largo medido hasta ahora, que se trasladó sobre Uruguay y el norte de Argentina y duró 17,1 segundos. El anterior récord, de 2019 y también sobre Argentina, fue de 16,7 segundos.

Normalmente los rayos recorren unas pocas millas por una tormenta y duran menos de un segundo. "Estos son récords extraordinarios de acontecimientos de un único rayo. Los extremos medioambientales son medidas vivientes del poder de la naturaleza y del progreso científico para poder hacer tales medidas. Es probable que existan fenómenos todavía más extremos y que podamos observarlos a medida que mejora la tecnología de detección", asegura Randall Cerveny, experto de la OMM, quien recuerda que estos fenómenos matan muchas personas todos los años.

Otro experto recuerda que los rayos solo ocurren en el interior de las tormentas, de las que los truenos son el primer aviso. Los récords se produjeron en dos zonas consideradas puntos calientes de tormentas, las grandes llanuras de Estados Unidos y la cuenca del Río de la Plata.

Esta particular carrera por detectar los rayos más largos y más duraderos se basa en nuevos instrumentos, especialmente diseñados para estudiar las tormentas, instalados en satélites europeos, chinos y estadounidenses. Estos instrumentos miden todos los rayos, tanto los que recorren las nubes como los que caen a tierra y dan una información mucho más completa que los instrumentos situados en tierra utilizados hasta hace pocos años.

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