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Los peces muertos en El Hierro no están contaminados

La necropsia realizada no encuentra rastro alguno de metales pesados

JAVIER SALAS

Los peces muertos que comenzaron a aparecer sobre la superficie del mar de las Calmas junto a la mancha de la erupción volcánica de El Hierro fallecieron por causas físicas y, en principio, se puede descartar que contengan sustancias tóxicas en sus organismos. Aun así, el Gobierno de Canarias mantiene en vigor su recomendación a la población, hecha pública la semana pasada, de no consumir pescados que procedan de las aguas oscurecidas del litoral herreño.

El resultado de los análisis preliminares realizados a los peces muertos recogidos en torno a la isla de El Hierro no muestran rastros de cadmio, ni de plomo, ni mercurio. Los exámenes del Instituto de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Las Palmas han descartado la presencia de estos tres metales pesados, que serían especialmente nocivos de consumirse confundidos entre las carnes de viejas, cabrillas y morenas, entre otros tipos de animales marinos que se pescan en la zona.

Además, el estudio de estos peces evidencia que las lesiones más comunes son las burbujas de gas en la córnea, hemorragias oculares, ojos estallados, estómago desencajado y congestión en órganos como vejiga natatoria, hígado y branquias. Según explica el Ejecutivo canario, todas esta lesiones son consecuencia 'tanto de la propia explosión como por las alteraciones de la presión ambiental en el mar'.

Las autoridades canarias consideran que estos datos avalan que 'en principio, las causas de la muerte de los peces no deben provocar enfermedades en las personas'. Sin embargo, como medida de precaución, 'recomiendan no consumir peces capturados en las zonas afectadas por la erupción volcánica'. La prudencia se debe a que todavía se siguen analizando estos peces para descartar otro tipo de elementos tóxicos que pudieran haber afectado a los animales que vivían en la reserva marina del mar de las Calmas.

El proceso eruptivo en torno a la isla seguía muy activo. Se volvieron a ver en superficie restos de escoria liberada por el volcán y la señal de tremor (ondas que indican la existencia de erupción de magma) se incrementó 'en las estaciones más cercanas a la fuente eruptiva', según el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

La evolución hacia el norte del enjambre de seísmos impide a los técnicos 'descartar el escenario de una posible erupción volcánica', en el golfo, frente a Frontera. Sus más de 4.000 habitantes pudieron notar tres temblores, dos de magnitud 3.3 y otro de 3.9, de madrugada. Ante la eventualidad de una erupción al norte, Defensa envió a la isla materiales, como tiendas de campaña, para poder refugiar a la población de Frontera, muy superior a los 500 habitantes de La Restinga, localidad evacuada tras la erupción al sur de la isla.

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