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La tecnología es un arma en manos de millones de personas

Ya no es posible mantener la ilusoria separación entre ciencia para la paz o para la guerra. Hemos entrado de lleno en la era del uso dual, en un escenario de tensiones geopolíticas y avances científicos desbocados.

La placa de un circuito, en una imagen de archivo
La placa de un circuito, en una imagen de archivo. Pixabay

"Necesitamos una batería que pese menos de un gramo y que esté lista antes de tres años". Son los requisitos del concurso que la NASA ha lanzado al sector privado, con Nokia como ganadora, nos explica Vicente Larraga, biotecnólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y codirector del IV Informe Ciencia y Tecnología en España de la Fundación Alternativas.

El resultado, aparte de las aplicaciones que una batería tan ligera pueda tener en la industria aeroespacial y militar, acabará también llegando al consumidor. Es un ejemplo de lo que se conoce como tecnología de doble uso, que se emplea tanto por los sistemas de defensa y seguridad de los países como por el ciudadano de a pie.

Lo mismo ocurre con los microchips o microprocesadores, que valen tanto para una lavadora como para un misil. O con el 5G, con la inteligencia artificial...

"Hoy, la tecnología es un arma distribuida en manos de millones de personas. La barrera entre la ciencia militar y la civil se ha roto. Nada es neutro", observa Gonzalo León, catedrático emérito de Ingeniería de Sistemas Telemáticos en la Universidad Politécnica de Madrid y delegado del rector para las relaciones con el Ministerio de Defensa.

Gonzalo León: "La barrera entre la ciencia militar y la civil se ha roto"

Lo hemos visto en la guerra de Ucrania, cuando los sistemas de reconocimiento facial –esos que todos tenemos en el smartphone–, combinados con las redes sociales que todos usamos, se han empleado para identificar a soldados infiltrados en filas enemigas, por ejemplo.

Por no hablar del seguimiento GPS y el poder de geolocalización de personas a través del móvil. No es difícil imaginar cómo los ubicuos dispositivos móviles se pueden convertir fácilmente en armas de vigilancia de la población –la amiga y la enemiga–.

La batalla por el microchip

En este contexto, la importancia estratégica de los microchips ha quedado patente en la actual crisis de semiguerra fría que estamos viviendo. Sobre todo porque ha dejado en evidencia que España, y la Unión Europea en su conjunto, dependen por completo de chips procedentes de Taiwán (el 90%) y otros fabricantes asiáticos.

"Y no son solo los procesadores; también tenemos una dependencia de los datos. Entre las diez primeras plataformas digitales no hay ninguna europea", apunta Larraga.

Aparte de la tecnología tangible, el conocimiento que hace posible el diseñar ciertos tipos de software también es un arma esencial para que un país pueda hacerse respetar en el tablero geopolítico global.

La UE se ve en una situación comprometida, por ejemplo, cuando "la inteligencia artificial generativa que usamos solo puede puede entrar a través de los interfaces de programación de aplicaciones (API) que vienen de Estados Unidos", explica el experto.

"Y algunas ya han dejado a Europa fuera de acceso, por culpa de las tensiones entre China y EEUU", advierte Larraga.

Vicente Larraga: "Estamos en una batalla tecnológica a nivel mundial en la que la UE está forzada a tomar partido"

Otro pilar clave es el de la ciberseguridad: "Necesitamos invertir en proyectos punteros en criptografía, que es lo que los ciudadanos usan cada día para operar en su cuenta del banco online, pero también es necesaria para proteger el código de los misiles", señala Manuel Suárez Román, ingeniero del grupo de investigación en Ciberseguridad y Protección de la Privacidad del CSIC.

"Estamos en una batalla tecnológica a nivel mundial en la que la UE está forzada a tomar partido o, si quiere mantener la independencia de China y Estados Unidos, reforzar su apuesta por la investigación y la innovación para convertirse en el tercero en discordia", apunta Larraga.

Autonomía estratégica y aumento del gasto en Defensa

Tras los acontecimientos de los últimos cuatro años, con una crisis sanitaria seguida de la guerra de Ucrania y el conflicto China-EEUU, la Unión Europea ha dado un giro a sus prioridades. El resultado, la autonomía estratégica en el primer puesto de la lista y un incremento en los presupuestos de Defensa.

El foco, además, está puesto en las tecnologías duales imprescindibles para lograr cierta independencia o soberanía tecnológica frente al resto de los actores globales.

Otro problema derivado de la crisis política global es el de la regulación. "Las sanciones de Estados Unidos a China están afectando a la UE. Por ejemplo, ha supuesto un freno al despliegue del 5G, para el que Huawei era el proveedor", comenta León.

El aumento de capacidades cognitivas humanas con neurotecnologías puede servir para permitir ver a personas ciegas y para producir soldados más mortíferos

"Tenemos que decidir qué vamos a hacer con esto y hasta qué punto el poder regulatorio es suficiente para mejorar la autonomía estratégica. Por otra parte, si chocamos con Estados Unidos, algunas grandes empresas no nos van a dejar usar su tecnología", prosigue.

Por otra parte, la carrera armamentística afecta también a otras ramas de la ciencia. En este sentido, León recalca cómo "la biotecnología también es dual. No hay más que ver quién la está financiando y lo que se está haciendo. Tenemos un marco regulatorio poco claro, que debería actualizarse para adelantarse a los acontecimientos".

De igual forma, el aumento de capacidades cognitivas humanas –motoras, sensoriales– con neurotecnologías es otro terreno en el que las investigación está desbocada y que puede servir tanto para permitir ver a personas ciegas o comunicarse a pacientes con parálisis, como para producir soldados más mortíferos en el campo de batalla.

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