Este artículo se publicó hace 4 años.
La amiga estupendaLa violencia contra la mujer cobra fuerza y protagonismo en el regreso de 'La amiga estupenda'
HBO España estrena la segunda temporada de la adaptación a la televisión de las novelas de Elena Ferrante con Gaia Girace y Margherita Mazzucco en los papeles principales.
Madrid-
No ha pasado el tiempo para Lila (Gaia Girace) y Lenù (Margherita Mazzucco), protagonistas de La amiga estupenda, desde que se despidieron de la pantalla hace algo más de un año. La primera regresa como mujer casada. La segunda, casi tan ingenua como siempre y sin saber si seguir adelante con su vida académica o dejarse llevar arrastrada por una sociedad machista para la cual su futuro pasa por el altar y el paritorio. Esta nueva temporada, que se estrena ahora en HBO España, adapta el segundo tomo de la tetralogía de Elena Ferrante, Storia del nuovo cognome.
Estas dos amigas y a la vez antagonistas comienzan a dejar atrás la adolescencia propiamente dicha –aunque aún tengan 16 años– entrando en la madurez por vías distintas y enfrentándose a retos vitales, por separado y unidas, que cambiarán su forma de ver el mundo que las rodea. Por un lado, Lila no acepta su nuevo papel de esposa ni lo que se espera de ella. A saber, que haga siempre lo que ordene y mande su marido sin rechistar. Es lo que le exige su esposo, Stefano Carracci (Giovanni Amura), quien da a conocer en el primero episodio de esta nueva tanda su verdadera cara, pero también su familia, sus amigos y sus vecinos. Sin embargo, el carácter de esta joven tremendamente inteligente, díscola y espíritu libre no casa con la vida sumisa. Puede que los demás crean que la están doblegando, incluso domesticando, pero no.
En los dos episodios facilitados por HBO a los medios antes del estreno de la serie en España las escenas más brutales –ya había alguna en la primera temporada– le corresponden al personaje de Lila y, como cabría esperar, Girace las defiende sin fisuras. El guión, escrito por Saverio Costanzo en colaboración con Francesco Piccolo, Laura Paolucci y Elena Ferrante adaptando la novela de esta última, alberga varias escenas de las que quedan grabadas a fuego. Al menos en lo visto hasta el momento. Situaciones violentas en muchos sentidos. En algunas la violencia es física. En otras, verbal. Y en más de una esta se esconde en el silencio. El común denominador en la mayoría de ellas es que la víctima es mujer. Y no solo Lila.
La rudeza siempre estuvo presente en esta serie como parte del reflejo de una época. No así un nuevo ingrediente que entra en juego y que es propio de la adolescencia: el despertar sexual de ambas. Una acaba de contraer matrimonio y la otra no quiere quedarse atrás en cuanto a experiencias se refiere con respecto a su otrora compañera de juegos y estudios. La acción se sitúa en la década de los sesenta, en Sicilia, y aunque el sexo está muy presente narrado desde su punto de vista, el de ellas, siempre que este hace acto de presencia es para el disfrute de ellos.
Una forma de verlo y abordarlo que está relacionada íntimamente con ese momento, uno de los mejores de estos dos episodios, en el que Lenù se da cuenta de lo que siente su amiga, es consciente de su propio cuerpo y de cómo las mujeres de su entorno acaban sacrificándose a sí mismas para convertirse en esposas y madres. Algo que, parece entender al fin, no quiere para ella. El nacimiento de ese sentimiento la empujará a luchar por seguir adelante con sus estudios y dejar atrás su pasado.
Esa escena, cargada de alboroto, voces, gritos y llantos y con una cámara que traslada al espectador dentro de la cabeza de la hija mayor de los Greco, marca el momento exacto en el que el punto de vista de su protagonista se quiebra. Casi se puede apreciar cuando se enciende en ella ese interruptor que Lila lleva tiempo intentando encender a base de retos y rivalidad sostenida. Su responsable directo es Saverio Costanzo, que dirige seis de los ocho capítulos de esta temporada dejándole a Alice Rorwacher el cuarto y el quinto.
Además de al sexo y a la madurez de sus protagonistas, como si fuese parte de esa apertura de su mundo interior esta temporada también se abre el exterior. La vida y la historia ya no transcurren casi exclusivamente en su rione, en su barrio, sino que entran en acción nuevos escenarios. De la luna de miel del joven matrimonio Carracci en Amalfi a las vacaciones en Ischia y un Nápoles que ganará en presencia con el paso de los capítulos tras la apertura de una tienda de calzado de los Cerullo en la ciudad. Para Elena, según avanza la sinopsis facilitada por HBO España, Pisa está en el horizonte, una ciudad muy distinta y alejada de la atmósfera asfixiante del sur de una Italia que se encuentra en pleno bullir económico.
Las protagonistas se rebelan contra el machismo, no están dispuestas a convertirse en sus madres pese a la reprobación de su entorno
En el plano sentimental, en el caso del personaje al que interpreta Mazzucco no ha habido grandes cambios. Sigue debatiéndose entre la cercanía y comodidad que le supone aceptar el amor del mecánico Antonio Cappuccio (Christian Giroso) o seguir soñando con el imposible e inalcanzable Nino Sarratore (Francesco Serpico). Al final, como casi siempre, todo apunta a que otros decidirán por ella.
La amiga estupenda es fiel a la época en la que transcurren los hechos que se narran, un tiempo en el que la mujer no contaba y no era respetada. Un machismo contra el que se rebelan las dos protagonistas de las novelas de Ferrante, que no están dispuestas a convertirse en sus madres pese a la reprobación de su entorno. A una, porque meses después de casarse sigue sin quedarse embarazada. A la otra, porque está empeñada en continuar su formación. Pero en una sociedad como esa, la cultura y los estudios son la única forma de escapar.
Como narradora omnipresente continúa esa voz en off de la versión adulta de Elena Greco que iniciaba la historia tras la desaparición de su amiga poniendo el punto de vista a cada hecho y suceso como lleva haciendo desde el primer episodio de la primera temporada.
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