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El autor que se adelantó a su muerte

Édouard Levé entregó la novela ‘Suicidio' días antes de quitarse la vida

PEIO H. RIAÑO

La nota de suicidio de Édouard Levé (París, 1965-2007) es una novela. El escritor, fotógrafo y pintor le envió el manuscrito a su editor por internet el 5 de octubre de 2007, este le dejó un SMS en su teléfono móvil el 8, luego un mail, una llamada telefónica y por fin quedaron: 'Como yo me iba a la Feria de Fráncfort, nos citamos para la mañana de mi regreso, es decir, el 16. Se suicidó el 15 por la tarde', cuenta a este periódico Paul Otchakovsky-Laurens (París, 1944), fundador de la prestigiosa editorial francesa POL, que publicó el libro póstumo.

'No creo que Édouard Levé quisiera hacer de Suicidio un aviso. En fin, desgraciadamente, yo no lo tomé como tal. Pienso que estaba decidido. Me parece que para él era un libro que concluía su obra y que precisamente escogió el modo del recuerdo y de la ficción para descartar cualquier sospecha', cuenta el editor francés refiriéndose a cómo el autor, siempre en una descriptiva segunda persona, convierte el relato del suicidio de un personaje en su propio autorretrato, encarando los motivos que le llevan a tomar el paso.

Suicidio, que ahora se publica en España, de la mano de 451 Editores, es una novela que crea magisterio a partir de la crudeza de sus análisis y del desapego de sus imágenes. Como el propio Paul Otchakovsky-Laurens cuenta, lo que más llama la atención -más que los acontecimientos que rodean su publicación, si cabe- es la constancia del tono, el rigor descriptivo y la total ausencia de sentimiento: 'Más allá de lo que se cuenta, el texto tiene un carácter absolutamente indispensable, a pesar de su aparente frialdad, conmovedor'.

Desde el arranque, Levé agarra con una prosa seca, sin remilgos ni aspavientos, casi es una disección de sí mismo. Levé sin narcisismo ni complacencia. Y cierra con un encadenado de poemas o axiomas biográficos todavía más crueles consigo mismo, sin atisbo de clemencia: 'Gustar me gusta / Disgustar me disgusta / Resbalar me resbala'; y otro tan descriptivo: 'La alegría me precede / La tristeza me sigue / La muerte me espera'. Sin embargo, no es el relato de un atormentado. Es el dibujo de un iluminado por la muerte, simplemente la descripción de un desencanto progresivo.

'Moriste porque buscabas la felicidad', escribe Levé en boca de ese personaje que va transformándose en él mismo. Paul Otchakovsky-Laurens coincide en ese análisis con el propio autor: 'Como todo verdadero artista, estaba insatisfecho con lo que hacía. Me acuerdo perfectamente de su satisfacción cuando le dije que Suicidio me parecía un libro notable. Llegué a pensar que si no me hubiera gustado, si lo hubiera rechazado, quizá no se habría suicidado. Pero eso es pura especulación y no hay que olvidar que ya era un autor reconocido y admirado'. Quizás tuvo la sensación de que ya no podía hacer nada más... ni mejor.

Ni gris, ni triste, ni angustioso. La novela corre por la observación de pequeños detalles de alguien que es incapaz de separarse de ellos: 'Creías en las cosas escritas, fuesen verdaderas o falsas [...] Además, los mentirosos escriben menos que hablan. En los libros, la vida, fuese documentada o inventada, se te antojaba más real que la que veías y escuchabas por tu cuenta [...] Dudabas de lo que percibías, pero no de lo que los demás inventaban', escribe Levé.

Su vida se cerró para convertirse en la leyenda de una hipótesis más, en una 'mole de posibilidades'. 'Eres un libro que me habla cuando quiero. Tu muerte ha escrito tu vida', escribe Édouard Levé. 'El suicidio le tentaba este tema desde hacía tiempo. No creo que traicione su memoria por desvelar este detalle', cuenta el editor francés.

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