'Babylon', la historia más soez, vulgar y aburrida del nacimiento de Hollywood
Damien Chazelle cuenta una historia que ya se ha contado antes, que se alarga tres fatigosas horas y que desborda mal gusto y vulgaridad.
Madrid-
La gran, con perdón, cagada de un elefante es la presentación de Babylon, la nueva película de Damien Chazelle, un desatino mayúsculo que, al menos, arranca con la honestidad de esta clarísima y "desbordante" declaración de intenciones. Todo lo que van a ver a continuación, en las ¡tres horas y nueve minutos restantes! es sucio, desagradable, soez, vulgar y simple. Una ordinariez para envolver una historia aburrida, que hemos visto muchas veces antes en otras películas (algunas sí, verdaderamente grandes) y de un mal gusto estratosférico.
Damien Chazelle, el director y guionista que arrasó con La ciudad de las estrellas (La la land), se ha hinchado tanto de sí mismo que ha explotado. En su nueva película, Babylon, ha echado el resto para demostrar que es el gran visionario de la nueva época del cine y se ha estrellado. El fracaso en la taquilla americana tras su estreno ha sido estrepitoso.
Con un presupuesto de más de cien millones de dólares (incluida la partida de promoción), no consiguió en su primer fin de semana nada más que 3,5 millones, cuando se preveía que hiciera una taquilla de unos 15, cifra que no alcanzó tampoco sumando sus segunda y tercera semanas.
"Degeneración y depravación desatadas"
Cierto que algunas críticas han defendido con uñas y dientes la película, pero cierto también que otras la han despedazado sin piedad. Sin término medio, como la propia película. Un reparto encabezado por Margot Robbie, Brad Pitt y Diego Calva es uno de sus principales atractivos. Otro es la promesa de una historia sobre el nacimiento de Los Ángeles, de Hollywood y la industria del cine.
Sin embargo, este es un relato conocido, contado sobradamente en el cine, y que, lo peor de todo, repite sin pudor el argumento de algunos trabajos anteriores. Un actor, la gran estrella del cine mudo; una chica que sueña con convertirse en la actriz adorada de Hollywood, un recién llegado que se abre paso en el nuevo mundo y triunfa, la llegada del sonoro, la caída en el olvido de los nombres más populares del cine.
En la intención de Chazelle está desbordar al espectador de amor por el cine como la sublime expresión de la cultura popular, pero también la de retratar aquellos inicios en los años veinte como "una época de degeneración y depravación desatadas", en sus propias palabras. Lo mejor y lo peor de Hollywood. Se queda en lo peor.
Sobrepasar límites
15 años de investigación, decenas de clásicos del cine (copias en 35 mm) visionados con los productores para inspirarse, cientos de extras, una banda sonora trabajadísima obra de Justin Hurwitz, unos decorados espectaculares y un objetivo: sobrepasar todos los límites. Este último, sin duda, lo consigue. Damien Chazelle rebasa con éxito la frontera del buen gusto. Y lo hace desde el arranque de la película.
Una gran fiesta, larguísima, sirve de presentación de los personajes. Un poderoso productor de Hollywood, Don Wallach, (interpretado por el actor Jeff Garlin), que en esta ficción se parece sospechosamente a Harvey Weinstein, celebra una exuberante bacanal en su mansión en medio del desierto. Sexo, sexo, sexo y montaña de cocaína, alcohol y demencia repartidos por todas las estancias de ese enorme edificio durante un fin de semana, mientras una banda de músicos negros tocan sin cesar y sin descanso para toda esta fauna del cine.
Por ahí pasan Jack Conrad (Brad Pitt), el actor más famoso del mundo, como lo fueran en su tiempo Valentino o Fairbanks, y la columnista de prensa rosa Elinor St. John (Jean Smart), creada a partir de referentes como la escritora Elinor Glyn, la reportera Adela Rogers St. Johns, Louella Parsons, Hedda Hopper o el personaje de ficción de Addison DeWitt de Eva al desnudo.
Hasta allí llega la aventurera Nellie LaRoy (Margot Robbie) en busca de su gran oportunidad en el cine. Y allí, se encuentra con Manny Torres (Diego Calva), inspirado también en personajes reales. "Uno de ellos fue René Cardona, un inmigrante cubano en el Hollywood de los años 20 que fue ascendiendo hasta convertirse en el ejecutivo de estudio más joven de la ciudad, y más tarde se convirtió en uno de los personajes importantes de la Edad de Oro del cine mexicano", especifica Chazelle en las notas de producción.
Declaración de soberbia
En esa fiesta empieza esta aventura de reinterpretación del nacimiento de Hollywood y en ella el director se autorretrata obscenamente y, para quien no lo haya pillado, lo repite y subraya en sus declaraciones sobre la película. "Desde el principio, sentí que teníamos que tratar de empezar la película con una secuencia de fiesta gigante que dejara en mantillas a todas las otras secuencias de fiesta. En la historia del cine ha habido algunas secuencias de grandes fiestas, así que teníamos que escapar de las sombras de figuras gigantescas".
Tal vez, Chazelle pensó que podría superar la fiesta que rodó Fellini en La dolce vita o mucho más recientemente la que celebró Sorrentino en La grande bellezza o la hilarante y fantástica de El guateque, de Blake Edwards, por cierto, con elefante incluido.
"Quería poner bajo el microscopio los inicios de una forma de arte y de una industria, justo en el momento en que ambas estaban aún buscando el punto de equilibrio. Y, en un nivel más profundo, me gustaba la idea de observar una sociedad en proceso de cambio", explica el director en las notas de producción, donde aclara que la transición al cine sonoro acabó con la carrera de muchas personas y que aquel momento tuvo un "lado más oscuro de lo que se había visto hasta entonces".
Babylon ha quedado abducida por ese lado oscuro y sucio de esta "historia de ambición desmedida y excesos escandalosos de los albores de Hollywood".
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