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'El suplente' reivindica la educación pública y del valor del arte

El cineasta argentino Diego Lerman se mete en un aula de los suburbios de Buenos Aires con esta obra, una apuesta por el encuentro entre generaciones y por las diferencias. 

Una escena de la película de 'El suplente'
Una escena de la película de 'El suplente'. AContracorriente Films

"Si no se potencia la educación, estamos jodidos". En un mundo radicalizado, donde impera el discurso de odio hacia el diferente, solo por el camino de la educación podremos convencernos de la necesidad de la convivencia. Es la tesis de la nueva película del cineasta argentino Diego Lerman, El suplente, en la que ha apostado por un cine clásico, claro, con sus dosis de tensión y de emoción, pero también de política.

Reivindicación de la educación pública y de "todo aquello que supuestamente no sirve para nada", es decir, la literatura, el arte, la filosofía. La película pisa sobre las huellas dejadas por tantas películas de colegios en barrios pobres y peligrosos, donde una profesora o profesor se esfuerza por conectar con sus alumnos y, finalmente, encuentra un canal de comunicación con ellos. Sigue funcionando.

Aquí, un profesor de Literatura, aspirante a una cátedra en la Universidad, llega a trabajar a una escuela de un suburbio de Buenos Aires. Encontrar un vínculo con sus alumnos y salvar de un grupo de narcos a su estudiante favorito son las prioridades de este hombre, sumido en una crisis de mediana edad y que ve cómo se va derrumbando su horizonte de certezas construido a lo largo de su vida.

Con el actor Juan Minujín, completamente entregado al personaje y acompañado del gran Alfredo Castro, la película –que se presentó en el Festival de San Sebastián– se vuelve más y más interesante cuando la realidad de esos alumnos de un barrio marginal, pobre, nido de delincuentes. invade la escuela. Drogas, policía dentro del aula, miedo, son las historias que estas chicas y chicos cuentan a ritmo de trap.

"El personaje es un profesor de Literatura precisamente para poder hablar del lenguaje –dice Lerman–. Su desafío es cómo comunicarse con estos alumnos, cómo conectar y buscar un lenguaje común. Finalmente entiende que el trap es un lenguaje, la expresión de algo. Y no importa tanto ya la idea pura del arte como algo superior, sino como algo que puede estar en todos lados".

"El trap en Argentina es algo muy contundente, muy poético, la poesía urbana lanza mensajes muy fuertes y más allá, tiene un gran valor como vía para comunicar ideas. La juventud ha encontrado ahí una forma revolucionaria y masiva de contar. A mí me alucina. El profesor de esta historia intenta alimentar eso y los alumnos lo usan para enriquecer el discurso propio, no para repetir y perpetuar el ajeno".

El valor del arte

Con este encuentro feliz entre la poesía que lleva en su mochila intelectual y emocional el profesor y el trap que crean los alumnos cada día, la película se plantea preguntas esenciales. ¿Para qué sirven el arte, la literatura, la poesía? ¿Para quiénes crean los artistas? ¿Hacia dónde van el arte y la cultura hoy? Diego Lerman reconoce que él se hace estas preguntas constantemente y especialmente desde la pandemia.

Fragmento de la película 'El Suplente'
Fragmento de la película 'El Suplente'. AContracorriente Films

"En la pandemia me preguntaba si iba a seguir haciendo cine y también para quién lo hacemos. La respuesta es que no lo sé. Hoy por un lado está la crisis de los cines, ver cine en el cine... y en algún momento las películas irán a alguna plataforma, y aunque eso no son las condiciones ideales, sí amplía la posibilidad de verlas. Pero ¿cuál es el lugar del cine, de las artes, en este mundo mercantilizado, de algoritmos, de planillas? ¿Se puede vivir sin esas cosas que supuestamente no sirven? Yo, desde luego, no, sé que no puedo".

Educación pública y gratuita

Y tan indispensable como el arte, la educación, un tema que el cineasta confiesa que le interesa "hoy más que nunca", porque "en este mundo polarizado, de discursos de odio, intransigencia, de no escucharnos... la educación plantea el desafío de la convivencia. ¿Cómo hacemos, siendo tan diferentes, para convivir? Y eso es lo que está en cuestión hoy, vaya uno donde vaya. La idea tan binaria de "amo u odio" con la que hoy se mueve el mundo está en las antípodas de la educación, que aboga por la inclusión de la diferencia. Es uno de los grandes valores que tiene la educación".

Educación que, en su opinión, debe ser "pública y gratuita, y que brinde oportunidades a la mayor parte de las personas. Hay que formar a las personas no solo por prepararlas para un trabajo, sino también para que sean capaces de percibir las complejidades de las sociedades. En el caso de no educarse, las generaciones se vuelven más ignorantes y el mundo un lugar más complicado y oscuro".

"Desearía que la educación tuviera más recursos de todo tipo. En Buenos Aires la marginalidad está latente y muchas veces es dramática la situación –añade Lerman–. ¿Qué hacemos con eso? La respuesta debe darla la sociedad, pero hacen falta políticas urgentes, no solo a largo plazo".

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