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Bardem, ahora Premio Nacional

Carlos Prieto

Javier Bardem empieza a correr serio peligro de morir aplastado por una avalancha de premios, elogios y estatuillas: el actor fue galardonado ayer con el Premio Nacional de Cinematografía (2008). El jurado del galardón –concedido por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales  (ICAA)– y dotado con 30.000 euros, concedió el Premio a Bardem por las metas profesionales alcanzadas a lo largo de su carrera y especialmente en el año 2007, así como por su defensa de la profesión de actor y el compromiso con el cine español.

El actor se mostró muy sorprendido y agradecido por un reconocimiento “que no es a mí persona, sino a toda una profesión a la que amo e intento defender día a día, a través del trabajo”, aseguró como ya ha hecho en anteriores ocasiones. El protagonista de películas como Mar adentroLos lunes al sol, Los lobos de Washington, Sin noticias de Dios, Perdita Durango, Boca a Boca o Vicky Cristina Barcelona, entre otras remató con “lo tomo como un abrazo cariñoso  de la profesión”.

Desde luego, no es difícil imaginar los motivos que llevaron al jurado a conceder el premio: el pasado 25 de febrero Bardem pasó a la historia de nuestro cine tras ganar el primer Oscar para un actor español por su interpretación de un psicópata sediento de sangre, en No es país para viejos (Ethan Coen y Joel Coen, 2007), adaptación de una novela del escritor Cormac McCarthy.

La amenaza del halago

No obstante, pese a que Bardem se ha llevado una ristra de premios por su transformación en el maléfico Anton Chigurh -el Globo de Oro, el Bafta, el Florida Film Critics Circle Awards o el New York Film Critics Circle, entre otros- no parece que corra peligro de perder el rumbo de su carrera por un exceso de halagos...

No es país para viejos viene a demostrar que el vértigo de la popularidad no le ha hecho perder la sensatez artística: convertido en una estrella internacional, tras su interpretación en Antes de que anochezca (2000), Bardem ha elegido desde entonces con sumo cuidado sus papeles en el cine estadounidense. Ha conseguido, por ahora, que su carrera no se convierta en una sucesión de bodrios comerciales. Para entendernos: Milos Forman, Steven Soderbergh, los hermanos Cohen, Woody Allen o Michael Mann, no son infalibles, pero si te involucras en alguno de sus proyectos no es raro que des en el clavo de cuando en cuando.Sólo buenos personajes.

Sólo buenos personajes 

En efecto, Bardem lo ha tenido claro desde el principio: “Es posible que el éxito te lleve a sitios a los que no quieres ir. Depende de ti seguir hacia adelante o ser fiel a tus raíces”, dijo hace tiempo. Suele declarar que acepta las apetencias del público, que si le pide un macho-macho, lo hará. Pero nunca aceptó ni lo aceptará, y así lo ha avisado, personajes que no le convenzan. Buen ejemplo de esta política son personajes como Santa (Los lunes al sol),  Félix (Collateral), Romeo Dolorosa (Perdita Durango) o Reinaldo Arenas (Antes de que anochezca).

Es la buena estrella que llevan los personajes buenos, los de calidad, como él mismo dice, “de esos hay muy pocos y en ocasiones he esperado años por ellos”. Así le va. Que siga encontrándolos  muchos años más.









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