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La Barraca revive 90 años después: misma obra, mismos trajes, mismo lugar

El 25 de octubre de 1932, en el paraninfo de la Universidad Central, la compañía liderada por Lorca representó el auto sacramental de La vida es sueño. Ahora, el Instituto del Teatro de Madrid vuelve al mismo lugar para revivir no solo la obra escenificada sino el ambiente que se respiraba aquellos primeros tiempos de la Segunda República.

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Fotografía de la obra actual interpretada por la compañía del Instituto del Teatro de la UCM. — Instituto del teatro de Madrid

madrid, Actualizado:

El salón estaba repleto de las más altas autoridades. A las académicas y el equipo rectoral del momento en la Universidad Central de Madrid, con Claudio Sánchez-Albornoz a la cabeza, les seguían el presidente del Gobierno y numerosos ministros, entre los que se contaba Fernando de los Ríos. Todos ellos estaban sentados, expectantes, en el paraninfo ahora histórico de la actual Universidad Complutense de Madrid (UCM). La fecha estaba marcada en el calendario desde hacía tiempo: el 25 de octubre de 1992 sería el pistoletazo de salida oficial para La Barraca, el grupo de estudiantes universitarios convertidos al teatro que con tanto entusiasmo guio Federico García Lorca hasta el inicio de la Guerra Civil.

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Nueve décadas después, la compañía del Instituto del Teatro de la UCM volverá a representar la función en el mismo lugar. En el libreto, el auto sacramental de La vida es sueño, de Calderón de la Barca; sobre sus cuerpos, los mismos figurines que en su día realizó el prestigioso Benjamín Palencia y que no pasaron desapercibidos para nadie.

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Todo aquello había empezado algunos meses antes, en concreto a finales de octubre de 1931. En ese mes se celebró el congreso de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos, en la que se englobaba la Federación Universitaria Escolar (FUE). Javier Huerta es catedrático de Literatura en la UCM y prepara un libro sobre Lorca y La Barraca: "Sobre todo eran estudiantes de Filosofía y Letras los que comenzaron con la compañía de teatro, inspirados en una conferencia de Pedro Salinas en la que les animaba a que el teatro traspasara las aulas para convertirse en algo vivo dentro de la Universidad".

La estética llega a La Barraca

Esas palabras de Pedro Salinas revolucionaron a unos estudiantes ávidos de experimentación sobre las tablas. Pronunciadas en diciembre de 1930, tuvo que pasar más de año y medio para que las ansias de convertirse en otras personas durante las escenificaciones fueran realidad. "La Barraca fue una creación de estos estudiantes de base, junto a alguno de Arquitectura y Derecho, y el nombre es invención suya, no de Lorca", añade Huerta. También de ellos fue la idea de convertirse en un teatro ambulante, que acercara la dramaturgia a pueblos y ciudades de España más allá de la propia capital.

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Las intenciones, como sucede en muchas ocasiones, aunque son muy importantes pueden no llegar a ser suficientes. Según desarrolla el profesor de la UCM, "estos alumnos no tenían ni idea, y es ahí cuando entran en juego García Lorca y Eduardo Ugarte". En ese año y medio de preparativos, algunos miembros de la FUE se entrevistaron con personalidades del Gobierno. Recibidos por el entonces ministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo, y de Justicia, Fernando de los Ríos, explicaron con detenimiento el proyecto que tan bien maridaba con las aspiraciones culturales de la Segunda República. El Gobierno les apoyó con una subvención, aprobada en las Cortes.

Representación original de 'La vida es sueño'. — Museo Reina Sofía

Todo estaba listo para empezar a funcionar, pero no de cualquier forma. "Lorca buscaba un espectáculo que no solo fuera popular, sino también estetizante, de ahí que escogiera obras a veces muy difíciles para un público amplio como el Auto Sacramental de La vida es sueño. Al mismo tiempo, no solo cuidaba la palabra, el texto; le preocupaba mucho la escenografía, los figurines y la música", relata el propio Huerta. Por eso llamó a colaborar a pintores emergentes que enseguida destacarían como grandes artistas del siglo XX.

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El catedrático de Literatura añade que La Barraca tenía la idea de instruir deleitando, por lo que representaban los divertidos Entremeses de Cervantes en medio de otras obras algo más profundas. "Lorca tenía muy presente eso, no aburrir, el primer mandamiento del teatro, contrariamente a lo que se hace ahora y que encima no puedes irte de la sala porque no hacen pausas", agrega con cierta sorna Huerta. Así, entre acto y acto, una pieza cómica agradaba al público.

Sin ideología política aparente

El repertorio, aunque en aquel momento no muy amplio, se veía engrandecido por el plantel de actores, actrices y profesionales que conformaban la compañía. Según añade el experto, en las diversas funciones participaron Ramón Gaya, quien terminaría en el exilio años más tarde; Santiago Ontañón, exiliado en un primer momento y luego actor en películas de Marisol y Berlanga; y Alfonso Ponce de León, "un gran pintor, extraordinario", que se guarda en el Museo Reina Sofía y que terminó ejecutado por falangista en el Madrid republicano de 1936, a las pocas semanas de que los sublevados asesinaran al mismo Lorca. A diferencia del Teatro Popular de Alejandro Casona, incluido en las Misiones Pedagógicas, La Barraca no era ideológica, pues entre sus componentes se contaban algunos falangistas.

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Julio de 1932 fue el mes indicado para comenzar su andadura. Burgo de Osma, en Soria, fue el primer pueblo beneficiado con la visita de estos jóvenes estudiantes. Luego pasarían por otros lugares hasta llegar a Asturias, y retornar a Madrid. Así llegan hasta el 25 de octubre, cuando el paraninfo histórico de la UCM, abarrotado, se convertiría en testigo del inicio institucional de La Barraca. "Representaron el auto sacramental y no está claro cuántos entremeses, parece que dos, el de Los habladores, y el de La guarda cuidadosa, aunque yo tengo mis dudas. Quizá fue solo uno. Había un tercero preparado, el de La cueva de Salamanca, pero no llegaron a hacerlo porque se les iba de tiempo", explica Huerta.

Muerte, exilio y franquismo en los barracos

El ya mencionado Benjamín Palencia fue el creador del logotipo de La Barraca, pero también de los decorados y figurines de la obra que representaron aquel día. Gracias a que se conservan fotografías de aquella función, han podido realizar con detalle los trajes que la compañía del Instituto del Teatro de Madrid de la UCM llevará este 25 de octubre de 2022. El mismo catedrático universitario añade que "sobre la música tampoco se sabe mucho. Sí se sabe que intervino la orquesta y el coro universitario, dirigido por Rafael Benedito. Sobre las partituras, se pensó que son obra de Julián Bautista, músico de la Generación del 27, pero no está claro".

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Lorca ataviado con el traje de Benjamín Palencia y por el que le decían que parecía una viuda tibetana. — Museo Reina Sofía

Nueve décadas después, algunos nombres que actuaron delante de los más altos personajes gubernamentales siguen resonando: Julia Rodríguez Mata y Carmen García Lasgoity, esta última acabaría exiliada en Argentina, actrices en La Barraca y estudiantes de Filosofía; Mercedes Ontañón y su gran voz; Arturo Sáenz de la Calzada, presidente de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos y estudiante de Arquitectura que terminó exiliado en México; y también los hermanos Jacinto y Modesto Higueras. "Modesto sería después, durante la dictadura franquista, el creador en 1940 de la denominaba Barraca Azul, en el sentido de los camisas azules, dentro del Sindicato Español Universitario falangista. Modesto Higueras fue su director, militaba en la Falange, pero también era discípulo de Lorca", desarrolla Huerta.

Lorca es el nombre propio que más resuena al mencionar La Barraca. Según el catedrático de literatura, "dirigió y también actuó, aunque creo que lo hacía muy mal. Además, llevaba el vestido más espectacular de todos, una especie de vestido negro, con gasas y tules, como personaje de la sombra en la obra. Santiago Ontañón cuenta que le causaba risa verle así vestido, que no parecía un actor sino una viuda tibetana".

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Críticas a la obra, a derechas y a izquierdas

Julio Vélez, director del Instituto del Teatro de la UCM, sabe que el listón está muy alto. Ya en 2021 comenzaron con la reconstrucción de los Entremeses que La Barraca tanto representó. La obra, denominada Tierra Cervantes, se conjuga con La vida en sueño, más ligada a lo divino, llamada Cielo Calderón, con dramaturgia y dirección de Sergio Adillo. "El elenco está formado por 13 actores en el escenario y cuatro más fuera de él, porque no solo reconstruimos la obra como tal sino el ambiente de la época", comenta el director.

Se refiere a las reacciones del público que hace 90 años llegaron a ser muy virulentas, también criticada por la izquierda. Tal y como agrega Vélez, a las autoridades republicanas les pareció bien recuperar a Calderón, pero a la gente del Partido Comunista no le hizo ninguna gracia, y en la FUE había varios, que un proyecto subvencionado por la República comenzara con una temática religiosa. Así pues, todas esas críticas aparecen actuadas en Cielo Calderón. Eso con la izquierda, pero la derecha fue aún más dura, incluso llegaron a reventar la obra en varias ocasiones, y también aparece en la reconstrucción.

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El director quiere tener todo medido al centímetro, igualar lo sucedido hace nueve décadas con el ambiente que se respirará este 25 de octubre en el paraninfo de San Bernardo, de la UCM. "Obviamente hemos invitado a todas las autoridades equivalentes del momento, incluso Pedro Sánchez, otra cosa es que vengan", apuntilla. En los ensayos generales de la obra, los días 12 y 13 de octubre de 1932, estuvo presente un equipo de Unión de Radioyentes, la génesis de la actual Cadena SER, para retransmitir la obra, por lo que en esta ocasión esta emisora también está invitada.

"Tenemos en nuestras manos una obra construida para ese sitio. Técnicamente es muy interesante, pero también complicado porque no hay un escenario, y la sonoridad es muy rara en el paraninfo. Yo no sé cómo quedaría la original, pero no creo que quedara muy bien, sobre todo con un coro al completo y una orquesta amateur", explica Vélez. Sus intentos, ahora, están orientados a construir una representación tan atractiva como fidedigna a la original, y solo hay que ver los trajes para asegurar que lo conseguirá: "Son una preciosidad; cuanto menos, muy graciosos. Por ejemplo, el personaje del libre albedrío es un arlequín de época, y así con todos", concluye no sin antes avisar que las obras estarán girando por toda España los próximos meses.

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