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Berlín

Un karaoke al aire libre con más de 9.000 aficionados

POR PATRICIA BAELO

De la música se ha dicho siempre que amansa a las fieras. Quizá sea por este motivo que en los últimos años la capital alemana cuenta también con un karaoke entre sus atracciones con más éxito. Sin embargo, el 'Bearpit Karaoke' va más allá de lo que podría esperarse de cualquier espectáculo de su género; amén de desarrollarse al aire libre, en un viejo anfiteatro del Mauerpark el más popular de los parques del este de Berlín, la función consigue atraer a 2.000 personas en tan sólo una tarde y tiene más de 9.000 seguidores en Facebook. Suficientemente grande como para ser un espectáculo en toda regla, pero sin perder ese encanto de todo aquello que transpira intimidad, como confiesa su creador, un irlandés desgarbado que anda por la treintena y que se hace llamar bajo el pseudónimo de Joe Hatchiban.

Cada domingo por la tarde desde el 15 de abril hasta mediados de noviembre dependiendo de la meteorología, Hatchiban se presenta allí, con un ordenador portátil cargado de temas musicales, un pequeño mezclador y dos altavoces potentes, bautizados con el nombre de Transformers', que han sido diseñados expresamente para la ocasión. Su hermano y su novia le ayudan con los preparativos, que incluyen ir anotando en una lista el nombre de todo aquél que desee cantar y la canción que ha escogido.

Entre los mejores momentos, Hatchiban recuerda la 'Macarena' cantada en una noche fría por 70 personas

Después sólo queda sentarse y disfrutar. La gente sale al escenario de piedra a entonar, ya sea en solitario o en grupos, los más atrevidos incluso a bailar. El lugar se transforma: el público se vuelve loco, tararea al unísono las canciones más populares, aplaude al ritmo y hasta se pone de pie. A las 20.00 horas se echa el telón. Hatchiban hace una vez más de maestro de ceremonias y como si fuera un barítono profesional, entona a lo Frank Sinatra el clásico de los Blues Brothers Minnie the Moocher. La audiencia tiene que marcharse; aunque muchos pasan antes por el escenario para echar unas monedas en la lata de donativos. Al fin y al cabo, han sido cinco horas de entretenimiento totalmente gratis.

No hay tabúes ni tampoco distinciones. Desde niños de 11 años, hasta ancianos, embarazadas en bikini o maduros con sueños de rockabilly. Las canciones son tan heterogéneas como el público. Nadie gana ni pierde. No hay tickets ni apenas anuncios.

Esta aventura comenzó en febrero de 2009, cuando Hatchiban recorría las calles de la capital alemana, preguntando a los transeúntes si deseaban cantar para él. Al tiempo, decidió acercarse al Mauerpark y probar suerte. Tan sólo 30 curiosos se acercaron entonces, el día en que tomó la batuta y se atrevió con una de Johnny Cash. A día de hoy, lo que empezó como un hobby, supone para él una manera 'muy buena y sociable de usar el espacio en el parque, pero sobre todo un modo de acercar a las personas un elemento de sorpresa e inesperado'. Entre los mejores momentos, Hatchiban recuerda la canción de 'Macarena' en una noche fría de finales de noviembre, con hasta 70 personas bailando juntas en el escenario. Y aunque admite no haber vivido una mala experiencia, sí que ha tenido algunos problemas con las autoridades berlinesas que, según parece, le exigían un permiso para poder seguir ofreciendo su espectáculo en la calle.

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