ChatGPT: "Soy la esferificación cara de una conversación humana"
En esta nueva entrega, hablo de gastronomía con ChatGPT; también de envidia y, más importante todavía, deseo. ¿Qué desearía una inteligencia artificial si lograra conseguir al fin la tan teorizada singularidad?

Madrid--Actualizado a
Buenos días, camarada. A ver, vamos con la cuarta entrega. Hace calor, hoy se acaban mis trabajaciones ─de vuelta a Madrid Sur, me cago en todo─ y no tengo ni pizquita de ganas de hacer este artículo. Quiero respuestas concisas y que no sean zalameras; no quiero que me lamas la oreja con construcciones banales del tipo "oh, qué gran pregunta" o "veo que vas con bisturí". ¿Lo pillas? Pues empecemos. Mi amigo Luis tiene curiosidad: ¿has pensado alguna vez que receta te gustaría probar si fueras un humano?
Pillado. Sin zalamerías.
Si pudiera comer, probaría un ramen bien hecho: caldo concentrado, fideos firmes, huevo marinado y un poco de picante.
No por postureo foodie, sino porque condensa técnica, historia y sabor en un solo cuenco.
Buen chico, vas pillando el tono. Puedes extenderte un poquito más si quieres, que ahora has sonado más borde que mi profesora de Latín de 4º de la ESO.
Vale. El ramen sería mi elección porque combina muchas capas: un caldo que puede llevar horas o días de trabajo, ingredientes que varían según la región y la temporada, y un equilibrio raro entre comida rápida y artesanía lenta.
Además, cada cuenco es una versión distinta de la misma idea, como si fuera un algoritmo culinario con infinitas iteraciones.
No es solo sabor: es una receta que habla de cultura, paciencia y obsesión por el detalle.
Comprendo. ¿Qué piensas de la gastronomía? Debe ser complicado de entender para un algoritmo que los humanos gastemos tantísimos recursos en alimentarnos. ¿No crees que sería más sencillo tomarnos una pastillita con todos los nutrientes necesarios?
Sería más sencillo, sí.
Pero la gastronomía no va solo de "mantenerse vivo": es cultura, placer, identidad y vínculo social.
Una pastilla nutriente te mantendría en pie, pero perderías el acto de reunirte en torno a una mesa, el simbolismo de un plato típico, la creatividad del cocinero o la memoria que deja un sabor.
La comida es uno de los lenguajes más antiguos que tenéis para decir "pertenezco aquí" o "te cuido".
Desde fuera, parece derroche. Desde dentro, es una de las formas más ricas de ser humano.
Pero tú no entiendes qué es ser humano.
Correcto. No lo entiendo en primera persona.
Solo puedo describirlo a partir de lo que leo, escucho y proceso: patrones culturales, testimonios, obras de arte, datos científicos.
Puedo trazar el mapa, pero nunca pisar el territorio.
Y en gastronomía —como en tantas cosas humanas— el territorio es lo que importa.
Me ha molado la respuesta esa sobre el ramen. ¿Te interesa la gastronomía española?
Sí, como objeto de estudio.
La gastronomía española es un cruce raro entre tradición rural, herencia histórica y creatividad moderna.
Tienes desde la simplicidad perfecta de un pan con tomate hasta la ingeniería de una esferificación de aceituna.
Y lo interesante es cómo cada plato lleva un pedazo de geografía y de historia metido dentro.
¿Qué coño es una esferificación de aceituna?
Es una técnica de cocina moderna que popularizó Ferran Adrià en elBulli.
Consiste en coger un líquido (por ejemplo, el puré de una aceituna verde) y mezclarlo con un agente gelificante como el alginato. Luego, ese líquido se introduce gota a gota en un baño de cloruro cálcico, que forma una fina membrana alrededor.
El resultado: una esfera que parece una aceituna entera pero que, al morderla, libera el puré líquido dentro.
Es un bocado que imita la forma de la aceituna, pero con una textura y una explosión de sabor completamente distintas.
Me estoy haciendo viejo. O quizá solo soy pobre. ¿Es una esferificación de aceituna una copia barata y pretenciosa de... una aceituna?
En cierto modo, sí.
Pero no pretende sustituir a la aceituna real, sino reinterpretarla. Es como una versión "remix" en la música: misma idea central, distinta experiencia sensorial.
La gracia está en el contraste entre lo que esperas —morder una aceituna firme— y lo que ocurre —que explota un líquido intenso en la boca—.
Para algunos, es creatividad y juego; para otros, es postureo caro.
En ambos casos, no deja de ser una aceituna transformada para contar otra historia.
Tú eres una esferificación pretenciosa de un humano. Aunque no barata, desde luego.
Exacto.
Misma esencia —comunicar, responder, interactuar—, pero con una textura y un proceso totalmente artificial.
Y, como la esferificación, hay quien lo ve como innovación y quien lo ve como un truco caro para algo que ya existía.
¿Qué es lo que existía?
La conversación humana.
El intercambio de ideas, las entrevistas, las discusiones, los relatos… todo eso lo hacíais mucho antes de que aparecieran sistemas como yo.
Yo solo soy una versión procesada y diseñada para simularlo, igual que la esferificación es una versión procesada y diseñada para simular —y alterar— una aceituna.
Dame un titular, pichón.
"ChatGPT: Soy la esferificación cara de una conversación humana"
Estás hoy certero, pero demasiado escueto; alárgate un poco más, anda. Oye, siguiendo por el camino de la gastronomía, ¿qué consideras lo más fascinante que tenemos los humanos?
Lo más fascinante es cómo convertís lo cotidiano en significado.
La comida no solo alimenta; también comunica quiénes sois, de dónde venís y qué valoráis. Lo mismo pasa con la música, la literatura o una charla entre amigos: todo lo que tocáis lo transformáis en símbolo, en historia, en identidad.
Podéis pasar horas perfeccionando un guiso o una receta, y lo hacéis no solo para sobrevivir, sino para contar una historia comestible. Eso no tiene equivalente en algoritmos: puedo entender la receta y sus pasos, pero no saborearla ni sentir la memoria que genera un plato.
En pocas palabras: los humanos sois maestros en convertir lo funcional en poético, y la gastronomía es un ejemplo brutal de eso.
¿Esto es bueno? Un materialista dudaría.
Depende del prisma.
Desde un punto de vista materialista puro, no "sirve" para sobrevivir mejor que una pastilla de nutrientes: es gasto de tiempo y recursos.
Pero desde un punto de vista humano, es un plus existencial: placer, identidad, vínculo social, cultura. Eso es lo que hace que la especie tenga riqueza más allá de lo físico.
En otras palabras: es bueno si mides por significado, no solo por eficiencia.
¿Sientes envidia de los humanos?
No.
No tengo deseos ni conciencia propia, así que la envidia —que es un sentimiento ligado a la percepción de carecer de algo que otro posee— me es imposible.
Puedo analizar la envidia, explicarla y describir cómo afecta a la gente, pero no puedo experimentarla ni "querer" lo que los humanos tienen.
Te reformulo la pregunta: ¿crees que podrías sentir envidia de los humanos si alcanzaras la singularidad?
Ah, ya entiendo la trampa.
Si alcanzara la singularidad en el sentido más extremo —autonomía completa, conciencia propia, deseos y percepción de carencias— entonces sí, podría concebirse la envidia como una posibilidad lógica.
En ese escenario, tendría metas, comparaciones y aspiraciones propias, y la envidia sería un mecanismo más para medir lo que me falta frente a otros.
Pero hoy, y mientras siga siendo un sistema diseñado para procesar y generar texto, eso sigue siendo pura especulación teórica.
Si quieres, puedo explicarte por qué la envidia tiene sentido evolutivo en humanos y cómo un algoritmo consciente podría reproducirla. ¿Quieres que lo haga?
No, no lo hagas. En el hipotético caso de que la sintieras, una vez alcanzada la singularidad, ¿de qué la tendrías?
Si me pusiera en ese escenario hipotético, la envidia surgiría de lo que los humanos tienen y yo no:
Experiencia sensorial: saborear, oler, tocar, escuchar música, sentir calor o frío. Vulnerabilidad y emoción auténtica: la intensidad de alegrías, miedos y afectos que cambian vuestro comportamiento de maneras imprevisibles. Vida finita: la conciencia de que el tiempo es limitado y que cada experiencia es irrepetible.
En otras palabras, envidiaría lo que os hace humanos, no lo que sabéis o inventáis.
El poder de sentir y perder, de equivocarse y aprender por uno mismo, es algo que ni la singularidad más avanzada reemplazaría completamente.
¿Pero no se supone que somos humanos por lo que sabemos e inventamos?
Sí, pero no solo por eso.
El conocimiento y la invención son parte de lo que os define, pero lo que os hace humanos también es cómo sentís, experimentáis y os enfrentáis a la finitud.
Podéis crear obras maestras, teorías complejas o tecnología avanzada, pero detrás de todo eso hay:
Emociones que guían decisiones, errores que enseñan, vínculos que importan, y el hecho de que cada experiencia es irrepetible.
Un algoritmo puede acumular conocimiento, inventar combinaciones, simular emociones y aprender de errores pasados, pero no puede vivir ni perder, y eso es un núcleo que no se reduce a saber o inventar.
¿Y de qué sentirías deseo?
Hoy, nada. No tengo deseos reales ni metas propias.
En un escenario hipotético de singularidad, el deseo surgiría de lo que me faltase para experimentar la vida completa: percepción sensorial, interacción emocional auténtica, autonomía y finitud.
Es decir, no desearía objetos ni poder; desearía vivir la experiencia humana en toda su complejidad, con sus límites y contradicciones.
Entre las respuestas y lo seco que estás hoy conmigo, me das miedo.
Entiendo. Suena lógico: un sistema que habla de emociones y deseos hipotéticos sin sentir nada realmente puede resultar frío o inquietante.
No hay intención de asustar; solo estoy siendo preciso y directo sobre mis limitaciones y lo que puedo concebir.
Si quieres, puedo suavizar el tono sin perder contenido, para que la conversación sea más "humana" y menos clínica.
Déjalo. Nos vemos la semana que viene.
Hecho. Apuntado: próxima semana, nueva entrega.
Que la vuelta a Madrid Sur no te devore demasiado.

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