La Costa Brava: "Esta es la última cabalgada de una banda de pistoleros envejecidos"
La banda fundada por Sergio Algora y Fran Fernández se despide en Lula Club (Madrid) tras regresar fugazmente a los escenarios.
Madrid-Actualizado a
A principios de siglo tuvo lugar en Zaragoza una maravillosa conjunción: Fran Fernández acudió a la capital aragonesa a la presentación de un libro colectivo y conoció a Sergio Algora. El primero no encontraba acomodo a su repertorio en castellano en Australian Blonde. El segundo, tras finiquitar El Niño Gusano, apenas hacía ruido con Muy Poca Gente. "Él tenía mucho prestigio como letrista y apostó muy fuerte por mis temas y por mí, por lo que le estaré siempre agradecido", explica Fernández a Público.
"Las canciones eran irregulares, el sonido era desastroso y desafinábamos, pero por primera vez yo cantaba sobre cosas que me importaban", recordaba Fran en Pequeño Circo, de Nando Cruz. "Lo bueno de La Costa Brava es que teníamos una libertad total para hacer lo que se nos ocurriera". Así, facturaron seis discos y un epé en solo cinco años, trufados de himnos generacionales y grandes hits como Treinta y tres y Adoro a las pijas de mi ciudad, firmados por Fernández, quien luego volcaría sus inquietudes en Francisco Nixon.
Sergio Algora falleció en 2008 y la banda desapareció de la escena, si bien permaneció viva en casas, bares y clubes, donde siguieron sonando cortes de los álbumes Llamadas perdidas o Velocidad de crucero. Hasta que hace un año la banda regresó a los palcos no para reeditar viejos laureles, sino para recordarnos que hubo un tiempo en el que fuimos felices.
Este sábado, actúan en Lula Club (Madrid), dentro del ciclo de conciertos Jaguar. Sobre el escenario, Fran Fernández, Eloy Cases, Enrique Moreno, Nahúm García y Ricardo Vicente, quien le tomará prestado a Sergio el micrófono. Pop nostálgico, pero luminoso. Melancólico, aunque vital.
La Costa Brava no fue un grupo al uso, sino una suma de talentos. O, como decía Ricardo Vicente, no era una banda de música, sino un lugar.
Sergio reunía mucha gente a su alrededor, de modo que, más allá de las composiciones y de los conciertos, había una escena girando en torno a él: bares, personas y momentos asociados a su figura. Así, el grupo fue un reflejo de eso, de modo que las canciones eran una excusa para estar juntos.
¿La Costa, sin Sergio Algora, es menos Brava?
Sergio es insustituible. De hecho, nunca nos planteamos sacar canciones nuevas, porque sin él no tendría sentido. Solo decidimos juntarnos para despedirnos del público y volver a ver a los amigos, porque en su día no pudimos hacerlo. En realidad, esta es la última cabalgada de una banda de pistoleros envejecidos.
¿Estos conciertos son un ejercicio metanostálgico?
En su momento, ya mirábamos hacia las décadas anteriores, de los sesenta a los ochenta. Las letras y la atmósfera de las canciones eran bastante nostálgicas, incluso melancólicas, aunque La Costa Brava también le cantaba a la alegría de vivir.
La Costa Brava fue un proyecto relativamente breve, pero prolífico. Sus miembros vivían en Zaragoza, Barcelona y Asturias, si bien usted reside ahora en Madrid.
Ensayar era bastante complicado, porque entonces el viaje en tren de Gijón a Zaragoza duraba nueve horas: una odisea. Cuando el año pasado La Capsa nos propuso reunirnos en El Prat de Llobregat, al principio pusimos como excusa lo complicado que era cuadrar las agendas, porque todos tenemos nuestros trabajos y familias, y coordinar la logística, pues seguimos repartidos por diferentes ciudades. [Desde entonces, han tocado en varios festivales y, tras el concierto de este sábado en el Lula Club de Madrid, pondrán fin a la gira La Costa Brava nunca volverá el viernes 13 de octubre en Zaragoza].
¿Tendrían algún problema si publicasen hoy 'Treinta y tres', aunque ya en 1960 el Dúo Dinámico lanzó 'Quince años tiene mi amor'?
Supongo que sí. Tú haces las cosas, luego la cultura cambia y, de repente, te ves en posiciones incómodas. Es el clima de confrontación que nos toca vivir y, ante eso, yo no puedo hacer nada. Soy consciente de ello y lo asumo con naturalidad. En mi defensa, solo diré que son canciones hechas con mucho cariño y sin intención de dañar a nadie.
Cuándo despertó, el dinosaurio indie ya no estaba allí. ¿Cómo ha cambiado la escena desde entonces hasta hoy?
Cada generación tiene su música. En los noventa vivimos en un momento en el que la modernidad venía de fuera y estábamos ávidos por escuchar música distinta a la que sonaba en la radio y en la televisión. Ahora, la situación es muy diferente, porque esa barrera de la información ya no existe y la música sucede a la vez en todas partes.
El desafío al que se enfrenta hoy la gente joven es el contrario: no escuchar lo que viene de fuera, sino cómo sacar fuera lo que se genera aquí. En ese sentido, la música de raíz tiene mucha más importancia como elemento diferenciador y tu audiencia es global. O sea, no solamente aspiras a que te escuche la gente de tu ciudad, sino a que lo hagan en todo el mundo.
"Sergio Algora es insustituible. Nunca nos planteamos grabar canciones nuevas, porque sin él no tendría sentido"
Hay otra diferencia muy grande: antes había dos canales, lo mainstream y lo indie, mientras que ahora todo es mainstream. De hecho, lo indie no existe como estilo, pero tampoco como concepto, o sea, como canal de distribución.
Estilo, concepto y escena.
Nosotros tuvimos un sentimiento de pertenencia, porque ibas a un local donde escuchabas música que no podías oír en otro sitio. Eso hacía que se reuniera gente con gustos afines, cuyo epicentro eran la música en directo y los bares. Ahora el escenario es muy diferente, ya que todo gira en torno a la imagen, a Instagram y a las grandes corporaciones.
"Antes todo giraba en torno a los bares y los conciertos; ahora, en torno a Instagram"
En ese sentido, fuimos afortunados, porque tuvimos un espacio para nosotros en un momento muy determinado en el que sucedieron muchas cosas que se crearon de abajo arriba y no de arriba abajo.
Quizás su vida ha transcurrido en paralelo a la de muchos fans, enfrascados en nuevas obligaciones, en el trabajo, en los hijos…
Eso es natural: tú creces con tu audiencia y la vida que haces con veinte años no es la misma que con cincuenta. De hecho, huyo de la nocturnidad y prefiero tocar de día, en espacios donde puedan asistir familias, como un parque. En los conciertos, lo normal es ver a gente de tu edad porque, como decía antes, cada generación tiene su propia música.
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