Cupido, el pop melancólico y voz de una generación que ha llenado dos noches La Riviera: "Cuando estoy feliz no escribo"
La banda formada por Pimp Flaco y Solo Astra consolida su éxito y su posición dentro del pop español al vender 5.000 entradas en un solo fin de semana en Madrid.
Jose Carmona
Madrid-Actualizado a
"Ayer fue muy divertido, la gente estaba a tope y fue una fiesta. Hoy durará hora y veinte, no queremos un bolo muy largo", aseguran los integrantes de Cupido en el backstage de La Riviera. Faltan 30 minutos para que actúen por segunda noche consecutiva en la mítica sala madrileña para 2.500 personas y atienden a Público antes de atusarse para el show. Este sábado y este domingo, en el pub ubicado en Príncipe Pío, mandaba el pop.
Desde el rincón donde fuman y pasan los minutos previos se vislumbra por una rendija el escenario y las famosas palmeras que decoran La Riviera. Miles de cabezas enfrente, ya con la posición ganada, intimidan desde las sombras. Recuerdan a pajarillos expectantes de su dosis de comida. "Es una locura que la gente pague por vernos", confiesan invadidos por el surrealismo de tener una banda de éxito. Es difícil que estas vivencias no generen a largo plazo personalidades enajenadas por la fama.
"Soy muy nervioso, estoy más tranquilo que ayer pero casi no como durante los días previos incluso", reconoce Pimp Flaco, vocalista de la banda. Tiene 29 años y hasta 2019 se le conocía por ser una figura consolidada del trap en España. Fue entonces cuando rompió moldes y se pasó al pop más meloso y pegadizo. Se juntó a los Solo Astra, una banda de canarios, y de esa relación nació Cupido.
5.000 entradas vendidas en tan solo un fin de semana para esta banda de pop emergente, que unos ratos suena como Coldplay, otros como Stone Roses e incluso tiene momentos para jugar a ser Bad Bunny. Todo cabe en este quinteto melómano sorprendido de su propio éxito: "No nos considero música urbana, nos considero una sangre rara que no sabe cómo ha llegado hasta aquí. Nos encasillan como urbano... Pero urbana es la Guardia Urbana, nosotros hacemos canciones", dice Pimp Flaco para que sus compañeros estallen en carcajadas.
"A veces he hecho cosas que sabía que estaban mal para que luego me viniera la inspiración"
Son tiempos de tensión constante, de crisis permanente. En ese mejunje de emociones tristes, finitas y negativas, Cupido se enmarca dentro de esa corriente de música escapista que tan solo quiere hablar de amor y fijarse en la belleza que aún pervive. Todo eso mezclado con una enorme dosis de melancolía y versos tristes y afligidos. "Cuando estoy feliz no escribo tanto. Ahora estoy feliz y no escribo casi nada. Cuando más escribo es cuando estoy triste, pero siempre estoy triste. Incluso a veces he hecho cosas que sabía que estaban mal para que luego me viniera el cobro", dice en torno a la inspiración para escribir, a veces fruto de experiencias algo forzadas.
Rimas sencillas, referencias elementales y lenguaje cotidiano acompañado de ritmos poperos. "Tengo tu foto en la cartera para pagar lo que yo quiera"; Voy a hacer una pared entre tu vida y la mía para no volverte a ver"; "ser tan guapo no es tan guay como los feos creen"; "tengo una Nintendo y una bici rosa, debajo de un techo, que si llueve no te mojas". El desenfado que anhela una generación carcomida por angustias existenciales, falta de perspectivas y ausencia de futuro está personificado en sus canciones.
Cupido tenía programada una noche en La Riviera en 2020 pero la pandemia pudrió el futuro. Emergían entre la abundante oferta actual y en esa escalada el coronavirus frenó sus aspiraciones. "Era como estar dentro de un sueño, pero mal. No podía creer que se nos cayera el concierto por una gripe", rememora sobre aquellos momentos Toni D, el teclista de la banda. "Si todo hubiera seguido el ciclo natural ahora nos tocaría el Wizink Center", calcula a ojo la banda.
Cupido salta a ruedo y el público se entrega a la melancolía de sus versos. Pimp Flaco camina por el escenario como apático, pero engatusa con sus movimientos. Tiene ese algo que guardan los cantantes. La banda se mueve a su ritmo y las guitarras ganan más presencia que en las canciones grabadas en estudio. El repertorio es destripado por los fans, que se desgañitan durante los noventa minutos del show. Cupido es un éxito y sus dos llenos en La Riviera son el prolegómeno de algo más grande e inminente.
"Si tenemos 7 millones de reproducciones somos "urbanos", pero si tenemos 10.000 somos indies", dicen como ejemplo del menosprecio a las tediosas etiquetas de géneros musicales. A ratos pop, a ratos trap, a ratos regguetón: empieza la cuenta atrás para que Cupido se convierta en una banda referente del panorama nacional.
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