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Entrevista con Mohamed Ben Attia “La decepción tiene consecuencias fatales”

Ganador del Premio a Mejor Ópera Prima en Berlín, el cineasta retrata en ‘Hedi. Un viento de libertad’ la situación de la juventud hoy en Túnez, seis años después de ‘la primavera árabe’, y advierte de los efectos de “la decepción mundial”

Un instante de ‘Hedi. Un viento de libertad’

“Mi país tiene resaca. Ya no está amordazado, pero está sumido en una profunda crisis social, religiosa y económica”. El cineasta Mohamed Ben Attia se refiere a Túnez, un país que seis años después de la ‘primavera árabe’ ha visto cómo la epidemia de la decepción ensombrecía a la población, especialmente, a los jóvenes, unos “casi sedados” junto a otros que aún luchan por “sacudirse el yugo de la tradición” y los contagiados por “la decepción mundial. La decepción tiene consecuencias fatales”. Es el retrato de la realidad que el guionista y director ha llevado al cine con Hedi. Un viento de libertad, su debut en el largometraje de ficción.

Producida por los hermanos Dardenne y Dora Bouchoucha, la película se alzó en el Festival de Berlín con el Premio a la Mejor Ópera Prima y con el Oso de Plata al Mejor Actor para Majd Mastoura. En ella, Ben Attia describe la situación de la juventud hoy en su país desde la encrucijada que vive Hedi. Joven, conformista, no se rebela ante la vida que otros le han trazado. A punto de casarse con Khedija, un matrimonio concertado por su madre, conoce a Rym, una joven libre, independiente, decidida. Fascinado por ella y por todo lo que representa, comienza a ver nuevas posibilidades de futuro.

Aunque el personaje principal de Hedi es un hombre, la mujer no queda al margen de esta historia. Al contrario, además de denunciar la situación en la que éstas viven –mucho peor que la de ellos- respecto a la represión de las viejas tradiciones, el elemento más interesante de toda la historia es que es, precisamente, una mujer la que abre los ojos de este joven. Rym está absolutamente decidida a renunciar a parte de su antigua vida para poder conquistar la libertad.

¿Cuál es el ánimo de la juventud tunecina seis años después de ‘la primavera árabe’?

Por desgracia, están desencantados. No han conseguido nada, excepto una libertad de expresión absoluta. Cualquier fallo hoy del Gobierno, porque haya hecho lo que no debe, se ataca por parte de la prensa de forma violenta. No se deja nada al azar. Es verdad que con el estado de emergencia las libertades, como pasa en Francia, se pueden ver restringidas, pero para muchos eso es algo por lo que tenemos que pasar para defendernos.

Pero el relator de la ONU para los Derechos Humanos, Ben Emmerson, ha denunciado torturas en Túnez a presuntos terroristas.

La sociedad civil, la oposición, los partidos islamistas, muchas asociaciones y colectivos están trabajando en este sentido. Sí, hay casos de tortura, lo único que puedo decir es que de momento no se aplican a oponentes al régimen.

Su personaje, Hedi, dibuja y se siente bien con ello. ¿El arte es una forma de liberación?

Para él es una forma de interpretar su mundo. Él necesita exagerar un poco ese mundo, caricaturizarlo. Siempre he creído que para poder crear tienes que estar en el mundo, sentir lo que te rodea. Hedi no tiene conciencia política, no mide el impacto de las cosas, para él, dibujar es una especie de exorcismo, aunque haga dibujos sombríos y enrevesados. Para mí es un proceso diferente. Para hacer una película tengo que estructurar y tengo que alejarme de lo que voy a contar, si no, sería un cine más experimental y menos coherente.

Estar en el mundo y hace cine sobre él, ¿con qué intención?

No intento lanzar mensaje, pero sí creo que una película puede aportar un matiz nuevo y contar cosas diferentes de las que cuentan los medios de comunicación. Aunque, claro, el cine también puede contar hechos, pero lo importante son los matices. La idea es que el espectador se identifique. No importa que esta película sea tunecina porque no hay tanta diferencia con el resto del mundo. Lo interesante es que la gente siga con la historia fuera de la sala, que le haya conmovido un poco. El matiz te permite pensar, ver otras cosas. Por ejemplo, Daesh parece que solo interesa por la primera reacción del horror, pero a mí me parece más interesante intentar entender un poco más.

¿Ese va a ser su nuevo proyecto?

Sí. Los miembros de Daesh son personas como nosotros y quiero averiguar cómo han llegado a ese punto. En 2017 existen hombres y mujeres con una forma de pensar muy diferente a la nuestra. Con ausencia de juicio automático, en el cine se puede ir un poco más allá.

¿Y qué diría usted que les conduce a engrosar las filas de Daesh?

La decepción mundial, el malestar. La decepción tiene consecuencias fatales. Hoy solo vivimos en una dirección, el capitalismo. Incluso deberíamos pensar seriamente si no se debería revisar la democracia. Puede que ya no sea el sistema para esta sociedad. Antes había derecha e izquierda, ahora hay tal conformismo que parece que la única posibilidad que tenemos es esta.

Túnez ha sido el ejemplo a seguir entre los países árabes, ¿cree usted que sigue siéndolo?

Sí. De hecho los atentados que sufrimos ahora se deben a eso, somos el blanco de esa gente porque somos el ejemplo. Creo que hemos conseguido esto no sólo por la revolución, sino también por nuestra forma de ser, por un temperamento que viene de atrás. Está en nuestra historia: la colonización, cómo fue vendido literalmente el país, porque la diplomacia a veces hace perversas jugarretas… La liberación de Argelia fue más violenta porque ellos son más violentos. Los tunecinos somos un pueblo calmado.

Su película enfrenta las tradiciones con la vida moderna, ¿se ha terminado ya con el imperio de la tradición?

Nosotros, los tunecinos, no conseguimos diferenciar entre la vida moderna y la tradicional. Claro que hay muchas cosas antiguas que rechazamos, que ya no aguantan, pero también hay otras que están en nuestro día a día y de las que no nos damos ni cuenta. El matrimonio mismo. En Europa, cada vez escucho más a las personas hablar de su compañero/a, en lugar de su marido. Nosotros no estamos ahí. En Túnez el concubinato está prohibido por ley.

¿Por qué le ha dado ese aire siniestro a su personaje protagonista?

Me gusta la gente que no se entiende a la primera. Hedi tiene momentos en que está radiante también, pero me fascinó la fuerza de este actor que es capaz con casi nada, sin artificio, con algo que tiene en su mirada, cambiar y hacer pensar que será capaz de hacer cosas extremas.

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