Este artículo se publicó hace 2 años.
'Peter von Kant', dominación, humillación y seducción en el mundo del cine
El cineasta francés François Ozon se da el capricho de versionar libremente un clásico de Fassbinder. La película se estrenó en el Festival de Berlín y participó en el 70 Festival de San Sebastián.
Madrid-Actualizado a
"Desde que empecé a pensar sobre mí mismo, me he considerado una vedette". Rainer Werner Fassbinder, leyenda del cine alemán, hizo esta confesión en la televisión de su país un año antes de su muerte. Ahora, cuarenta años después, el cineasta francés François Ozon rescata el alma de vedette del creador germano y regala un espectáculo de variedades emocional en una versión muy libre, muy descarada y, al mismo tiempo, muy respetuosa de Las amargas lágrimas de Petra von Kant.
Transformadas las mujeres de la obra de Fassbinder –Petra, Karim y Marlene– en hombres –Peter, Amir y Karl–, Ozon recupera también en Peter von Kan la esencia autobiográfica de aquella película y se autoabsorbe en su propio trabajo, autorretratándose a sí mismo y esbozando además la imagen de su actor principal, un inmenso Denis Ménochet. Todo ello en un juego de espejos divertido, "con un sentido del humor francés que, obviamente, Fassbinder no tenía" y un estiloso desparpajo.
Historia de dominación, humillación y seducción, Peter von Kant es un exitoso director de cine, que pasea su impudicia personal y profesional ante su asistente Karl, al que trata como un esclavo. Coladísimo por Amir, un joven de pocos recursos, le invita a vivir en su apartamento y promete ayudarle en su carrera. Cuando Amir tiene la fama que desea, rompe con él y le deja tirado en un mar de conmiseración. Y Karl observa.
El #MeToo y el Caso Weinstein
Peter von Kant es un drama queen genuino, un ególatra con reacciones exageradísimas a sus infortunios, un déspota en su reino de poder y, finalmente, un cazador cazado. "Pero es que los realizadores pueden ser así perfectamente, tienen todos los poderes, son los reyes absolutos del plató, hacen lo que quieren...", dice François Ozon, que confiesa que, "cuando estoy de mal humor, yo también soy un poco drama queen, sí, lo reconozco. Un realizador es un niño que quiere jugar, hacer verdadero su sueño y cuando no puede hacer realidad su sueño empieza a gritar a cualquiera, al primero que pasa por ahí".
"Lo que me interesaba era iluminar una idea de los años setenta con la luz de hoy, sobre todo en relación con el #MeToo, el caso Weinstein, etc. Es exactamente eso, Peter von Kant es un hombre, tiene el poder, hace lo que quiere... él es el poder –añade el cineasta–. Dudo mucho de que ese joven se hubiera ido a vivir con él tan rápidamente si hubiera sido panadero o charcutero, de ahí la relación con los casos mencionados, pero me interesaba, y también le interesaba a Fassbinder, cómo las tornas pueden cambiar, cómo el oprimido y dominado pasa a ser el que domina, cómo el dominante se vuelve víctima de pronto".
Pasión creativa y destructora
La cuidada puesta en escena y la influencia teatral del cine de Fassbinder están en esta película, aunque la mirada de Ozon a las relaciones de dominación en el cine es más irónicamente perversa y menos profunda e intensa. El cineasta se da el capricho de jugar a versionar este clásico desvistiéndolo de gravedad y sin más pretensión que divertirse a sí mismo. "Lo que me interesaba era no hacer un remake, porque la película de Fassbinder me parece absolutamente genial, pero sí me interesaba tener una nueva mirada desde un punto de vista de un director francés hacia una obra alemana. Parecido a lo que un director de teatro hace con una obra clásica de Molière, Shakespeare, Chéjov... y la adapta a su visión".
Un punto de vista que apuesta por la pasión, por el delirio egocéntrico del artista, imposible de congeniar con un afecto saludable. "Creo que más que de amor se habla de pasión en la película y la pasión puede ser creativa o destructora, incluso creativa y destructora a la vez. Peter von Kant al final de la película lo dice cuando habla con su madre, 'ahora ya lo sé, amar o significa poseer'. Pero creo que el amor es necesario en nuestra vida, pero no se debe sufrir por amor, no es una regla".
Militante de salas de cine
Lo que sí es norma para Ozon es la defensa del cine en las salas. "Defender el cine en salas es una cuestión política y para mí es importante. El cine debe verse en salas. Yo hago cine para que se vea en una pantalla grande, no en una plataforma. Hasta ahora tengo suerte de encontrar financiación, es posible que un día no ocurra, pero mientras tanto milito a favor de las salas de cine. Hacer películas para las salas de cine significa que considero el cine como un arte, si lo haces para plataformas, móviles... se convierte en un medio de consumo nada más".
Con la misma insolencia con que se ha lanzado a firmar esta versión de un clásico, el director francés escupe sus opiniones sobre las plataformas y los que trabajan para ellas. "Reconozco que me sienta bastante mal que grandes autores, como Scorsese, acepten hacer películas con Netflix cuando en realidad podrían perfectamente financiarse de otra forma. Eso me saca bastante de quicio".
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