Este artículo se publicó hace 3 años.
Ildiko Enyedi: "Esta es mi despedida amable del patriarcado"
La cineasta húngara intenta comprender en 'La historia de mi mujer' el proceso emocional de un hombre controlador. Adaptación al cine de la novela de Milán Fürst, la película sigue paso a paso el recorrido de un tipo machista para denunciar el patriarcado todavía dominante en el mundo.
Madrid-Actualizado a
Un capitán de un carguero dice a su amigo que se casará con la primera mujer que entre en la cafetería donde están. Contra todo pronóstico, lo cumple, consigue casarse con Lizzy, una misteriosa mujer de la que se enamora inesperadamente. Primero llega la duda de qué hará ella durante el tiempo que él está embarcado. Incapaz de soportar la incertidumbre y los celos, abandona el barco y comienza a trabajar en tierra. Cree que controlar cada movimiento de su mujer le evitará la locura. Tal vez, privarla de dinero para sus salidas sea una forma de tenerla cerca. Sospechas, celos, dominio… es la funesta historia que repite y repite el sistema del patriarcado y que la cineasta húngara Ildiko Enyedi retrata minuciosamente en su nueva película, La historia de mi mujer.
Adaptación al cine de la novela de Milán Füst, The Reminiscences of Captain Storr (1946), la película es un ejercicio de generosidad y comprensión hacia los hombres que, como el capitán de barco de esta historia, están convencidos de que solo prosperarán si tienen control sobre sus vidas. La cineasta revela lo que los ojos de ese hombre ven, lo que su corazón entiende, de la vida de su mujer.
"Desde pequeños se les dice que deben tener el control y desde mi punto de vista, eso es desperdiciar el tiempo de nuestra corta vida". Protagonizada por Léa Seydoux y Gijs Naber, y con la participación de Louis Garrel, la película es una invitación a desprenderse de los patrones tóxicos y "a que los miembros de ese patriarcado caído se unan a nosotras en la construcción de algo juntos". La cineasta conversó con Público durante su estancia en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde recibió el Premio Honrífico del certamen.
¿Por qué recupera una novela de juventud ahora?
Necesitaba un presupuesto alto para hacer esta película y después del éxito de En cuerpo y alma pude conseguirlo. Siempre me ha interesado mucho este libro, me impactó cuando lo descubrí. Milán Füst, que era judío, escribió esta historia durante la Segunda Guerra Mundial en Budapest y él, claro, estaba en peligro. Creo que para él esto no es una historia de amor, sino de búsqueda de cómo vivir nuestra vida, tan pequeña y frágil. Füst aquí dice que tratar de controlar nuestras vidas, de tener el control, es la manera equivocada de enfocar el tema. Que la vida es esquiva y que hay que aceptar y apreciar que no puedes controlarla.
¿Pero no es, sobre todo, el punto de vista de un hombre sobre la vida de una mujer?
Sí y como nosotros no estamos dentro de la mente del capitán, con la película lo que hacemos es observarle, buscar empatía hacia él. La cámara mira su esfuerzo por descubrir y entender a su esposa. Esa es mi profesión, imaginarme diferentes situaciones en la vida, diferentes personajes. Empatizar nunca ha sido un problema para mí.
Es, entonces, ¿un intento de entender el patriarcado?
Más bien lo veo como una despedida muy amable del patriarcado. Lo que hago es intentar entender a este hombre, y a muchos otros como él. Desde pequeños se les dice que deben tener el control y que solo tendrán éxito si dan todos los pasos correctos, buenas notas en los estudios, dinero en el banco… y si tienes el control. Desde mi punto de vista eso es desperdiciar el tiempo de nuestra corta vida. La película es de alguna manera una invitación a los miembros de ese patriarcado caído para unirse a nosotras en la construcción de algo juntos. Hoy tenemos la gran oportunidad histórica para que la parte masculina de la humanidad aproveche la ocasión de tener una vida mejor con un modelo de vida más satisfactorio.
¿Estamos en camino de conseguir eso?
Ha habido grandes cambios que esperé durante mucho tiempo que ocurrieran y ahora, por fin, están produciéndose rápidamente y con fuerza. Es una sensación fantástica. Pero sé que tenemos que volver a escribir las reglas sobre el comportamiento de los hombres con las mujeres, de unos con otros, pero no solo eso, también del comportamiento de toda la humanidad con el mundo alrededor. Son cuestiones paralelas, no deberíamos controlar a otro ser humano como no deberíamos controlar a la naturaleza. Tenemos que actuar como parte de un conjunto, como un colectivo, como parte del sistema, para los demás, para la naturaleza, las plantas, el mundo…
¿La dependencia económica sigue siendo uno de los mayores problemas de la mujer?
Sí, sí. Esta historia sucede en los años veinte que, desde luego, no es igual que si la historia ocurriera hoy. Pero, como entonces, la falta de independencia económica de la mujer tiene una influencia directa en su vida privada. El capitán nunca está seguro de Lizzy, él cree que ella le ha elegido por sus necesidades y para tener una estabilidad y seguridad. Eso, de alguna forma, hace que el capitán se vuelva más paranoico.
Inseguridad, sospechas…
El viaje del capitán muestra a un hombre que se ha privado de sus antiguos hábitos y de sus herramientas, que se convierte en alguien inseguro, que se siente desnudo, aunque está preparado para aprender cosas nuevas. Pero sabe que para eso tiene que despedirse de sus viejas costumbres y eso es algo doloroso y no tan simple, porque con su forma de actuar anterior le iba muy bien en la vida. Que el personaje principal sea un capitán de carguero muestra muy bien a ese tipo de hombre que desea tener el control. Este es un tipo que vive en un mundo muy concreto donde tiene que tomar decisiones que tienen consecuencias muy serias, y tiene que tener el control. Tiene un conjunto de habilidades muy masculinas. Pero conoce a una mujer y esas habilidades se vuelven inútiles. Y entonces tiene que encontrar cómo dar sentido a su vida.
¿Reaccionan a la película diferente las mujeres y los hombres?
Hay una reacción que me sorprende. Se puede pensar que las mujeres empatizan más fácilmente con Lizzy y los hombres, con el capitán, pero la realidad es que siento que las mujeres entienden muy bien el esfuerzo y la lucha interior que lleva a cabo el capitán y los hombres, no. Las mujeres pueden leer su rostro, mientras que ha habido muchos comentarios de críticos hombres que dicen que este tipo no muestra ningún sentimiento en su rostro, que no ven nada en él. No son capaces de ver los ojos de este hombre, lo que muestra a través de ellos, es como mostrar colores a personas que solo ven en blanco y negro.
Ser mujer directora no es fácil, ¿en su país es especialmente complicado o no?
No podría decirte si en mi país es más o menos difícil, creo que es difícil para cualquier mujer cineasta. Afortunadamente, tengo unos socios maravillosos que entienden lo que quiero hacer y tengo total libertad con mis productores. Mónika Mécs, que es la productora principal, es una persona sensitiva, muy honesta y muy muy eficaz. Ella entiende perfectamente lo que yo quiero hacer. Todo el equipo ha tenido un comportamiento magnífico, a pesar de lo difícil que ha sido conseguir la financiación. Por ejemplo, cuando llegó el confinamiento, ellos pagaron por adelantado a algunas personas del equipo, porque confiaron en ellos y sabían que tenían familias a las que mantener. Es un tipo de productores que piensa de verdad en el equipo.
¿Cómo es su nuevo proyecto?
El personaje protagonista pertenece al mundo de los árboles. Será una indagación en nuestro sentido de la comprensión, no se trata de conseguir que pensemos como un árbol, pero sí de que nos demos cuenta de que ellos perciben de otras maneras el mundo que nos rodea.
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