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Estreno de 'Modelo 77' Alberto Rodríguez: "Cuando entras en la cárcel, dejas de existir, es un sistema para alienar al individuo"

El director y guionista Alberto Rodríguez, durante el rodaje.
El director y guionista Alberto Rodríguez, durante el rodaje. Disney

El cineasta viaja a finales de los años setenta en Modelo 77, película que ha inaugurado el 70 Festival de San Sebastián, para contar el movimiento de los presos sociales en las cárceles franquistas y que se cerró con la famosa fuga de la Modelo de Barcelona.

La brutalidad en las cárceles franquistas es uno de los capítulos más negros de aquellos años siniestros de la historia reciente de España. Más allá de la represión política, los presos sociales –entonces se les llamaba comunes- padecieron igualmente esa feroz violencia. Aquella historia y la del nacimiento de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) al final de los años 70 es la que ahora cuenta Alberto Rodríguez en su nueva película, Modelo 77, que ha inaugurado el 70 Festival de San Sebastián.

Motines, episodios de autolesiones colectivas, huelgas de hambre… y asambleas, celebradas a sabiendas de las consecuencias que tendrían todas estas movilizaciones, fueron cimentando un colectivo que hizo historia. Hombres de todas las cárceles españolas y entre los que había homosexuales, vagabundos, artistas, ladrones, estafadores… y muchos de ellos sin haber tenido posibilidad de juicio, se unieron para pedir una amnistía y conseguir la libertad. Mejora en las condiciones de las cárceles y la depuración de jueces y de funcionarios de prisiones eran otras de sus reivindicaciones. La película se inicia tres meses después de la muerte del dictador Franco, cuando en la calle se respiraban por fin aires de libertad.

El colectivo no logró la amnistía que pedía, pero aquella fue una derrota dignísima y honrosa que, en el caso de la Cárcel Modelo de Barcelona se remató con la histórica fuga de 45 presos. Y precisamente ese es el escenario en el que ha rodado Alberto Rodríguez su película, con los actores Miguel Herrán, Javier Gutiérrez, Jesús Carroza y Fernando Tejero, entre otros, y sobre un guion escrito junto a Rafael Cobos. Se tardó años en volver a detener a aquellos 45 hombres y, a pesar de la nueva España que se estaba levantando, algunos no tuvieron un juicio hasta 1995.

Están presentando la película como una historia inspirada en la famosa fuga de la Cárcel Modelo de Barcelona de 1978, pero ¿no es mucho más una historia de cómo se organizaron los presos sociales en las cárceles franquistas?

Sí, es una película sobre lo ocurrido con COPEL, el sindicato de presos en las cárceles franquistas entre 1977 y 1979. No es una historia nueva para nosotros, llevamos trabajando en ella desde 2005, cuando empezamos a hacer entrevistas, pero no hemos tenido hasta ahora oportunidades ni cárceles para rodar. Y necesitábamos una cárcel grande, como Carabanchel o la Modelo.

¿Qué cuenta esta historia de finales de los setenta a la gente de hoy?

Algo que no deja nunca de ser interesante y que tiene que ver con la utopía, con la posibilidad de pensar que se puede aspirar a cambiar las cosas. Lo de COPEL fue excepcional, porque si la unión era complicada, mucho más dentro de la cárcel donde sabían que habría consecuencias. Por supuesto, los vientos que ya corrían por todo el país tuvieron mucho que ver y los presos tenían el apoyo de la calle, de abogados y de los intelectuales. Allí había homosexuales, estafadores, miembros de Els Joglars… Andreu Solsona nos dijo que recordaba como una gran experiencia las asambleas en la cárcel y que el trato que les dieron a ellos los otros presos fue exquisito. Están en la foto del final.

¿Esa unión, la fuerza del colectivo, también es un arma para cambiar cosas ahora?

Es lo que más nos hace falta, una visión de conjunto, una unión y dejar de pensar tanto en uno mismo. Hubo un momento en que tuve la sensación de que esta historia se iba a quedar sin contarse, como una página del libro de la Historia que se cae. Había que contarlo.

La violencia en las cárceles franquistas era brutal, usted la muestra en la película…

Tuve la sensación de que esta historia iba a quedarse como una página del libro de la Historia que se cae

Y tratamos de que no resultara demasiado duro, teniendo en cuenta lo que oímos en muchos testimonios y lo que leímos. No sé si en la película la crudeza se transmite porque se percibe como real, tal vez. Mira el caso del anarquista Agustín Rueda, al que asesinaron en Carabanchel. La violencia tenía que estar presente, porque la violencia tiene que ver con el fascismo y ésta es una película muy política.

Las cárceles han cambiado, pero ¿la sensación de ausencia de libertad es la misma, no?

Porque cuando entras en la cárcel, dejas de existir, tu tiempo ya no te pertenece y eso es una de las peores cosas que te pueden ocurrir. Es un sistema para alienar al individuo, por eso esta historia es más utópica todavía, porque ellos buscaban conseguir de nuevo su identidad a través de una lucha colectiva.

¿Es consciente de que con sus películas está escribiendo una especie de crónica de España desde el cine?

La violencia tenía que estar presente, porque la violencia tiene que ver con el fascismo

Pero es involuntario, sin querer, sin un plan deliberado. Pero, por otro lado, hay algo de eso, por eso es interesante esta historia, porque aquel fue un momento en el que parecía que se podía llegar a cualquier sitio, que todo era posible. Estaba todo por crearse y la sensación de libertad era bestial. Ese es un momento de nuestra historia que no se ha vuelto a producir. Entonces todos aspiraban a la libertad, hasta los que estaban en cárceles privados de ella. No todo estaba cerrado. Hay mucha gente que se enroca en el pensamiento contrario y así no se llega a ninguna parte.

Javier Gutiérrez y Miguel Herrán, en una secuencia de la película
Javier Gutiérrez y Miguel Herrán, en una secuencia de la película. Disney

‘Modelo 77’ es una ficción inspirada en hechos reales, ¿se han dejado fuera cosas interesantes que no eran pertinentes para la narración?

Rafael Cobos (coguionista) y yo hicimos muchas entrevistas, pero yo no tengo la sensación de haber dejado en el ‘debe’ cosas. También tengo que decir que una parte muy enriquecedora de todo el proceso ha sido construir la ficción. Nosotros nos debemos a la ficción, pero ésta debe ser coherente dentro de un marco histórico, aunque nosotros trabajamos más la parte emocional que la otra.

De todo lo que pasó con COPEL esos años ¿hay alguna historia especial?

El 18 de julio de 1977, los presos estuvieron cuatro días en los tejados de la cárcel de Carabanchel. En una entrevista nos contaron que tiraron un bote de humo desde un helicóptero, porque no conseguían bajarlos de allí, pero los presos lo cogieron y lo devolvieron. Nos dijeron que cayó dentro del helicóptero y que casi se estrella. Lo quitamos de la película porque era bastante increíble, pero luego hemos visto un vídeo con el humo saliendo de dentro del helicóptero. Y es impresionante la historia de los presos cortándose las venas en La Modelo para que entrara la prensa.

La prensa entonces tenía mucha fuerza, ¿qué papel cree que hacen hoy los medios de comunicación?

Bueno, es un momento tan delicado, con el auge de los fascismos y la ultraderecha, es como si lo estuviésemos digiriendo todavía y parece que entre todos estuviéramos blanqueando las cosas que pasan.

Y entre las historias personales, ¿han conocido muchas en esas entrevistas?

Con el auge de los fascismos y la ultraderecha parece  estuviéramos blanqueando las cosas que pasan

Muchas. Las cárceles están llenas de historias. Cada individuo tiene la suya. Hay una divertida, un funcionario de la Modelo que se fue y se dedicó a escribir novelas de ciencia-ficción. Era Luis García Lecha, que usaba varios seudónimos, uno era el de Clark Carrados, escribió centenares de novelas. Luego volvió a la cárcel para completar la pensión.

Y al final, la fuga.

Esta es mi película más austera, la más ceñida a un único punto de vista, el de los presos, el espectador solo sabe lo que ellos saben y ven. Y a partir de un momento, el final de la película tiene más que ver con la justicia poética que con la realidad, aunque la fuga fue real.

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