Ethan Coen contagia de espíritu gamberro con su película 'Dos chicas a la fuga'
Coescrita junto a Tricia Cooke, es una divertida 'road movie' protagonizada por dos mujeres lesbianas. Con sexo, acción, aventura, suspense, que ofrece un referente distinto de la mujer lesbiana y es jovialmente feminista.
Madrid-Actualizado a
25 de febrero de 1968. A Jimmi Hendrix le asaltan unas chicas por la calle. ¡Somos The Plaster Casters de Chicago y queremos hacer un molde de yeso de tu Hampton Wick! Justo antes del concierto en el Civic Opera House, Cynthia Dorothy Albritton, conocida como Cynthia Plaster Caster, sacó un molde en yeso del pene erecto del legendario guitarrista.Fue el primero de unos cuantos miembros de hombres famosos que esculpió en su carrera artística.
Este episodio, las películas de Russ Meyer, John Waters, las sexplotation films de Doris Wishman… y el espíritu gamberro de Ethan Coen y Tricia Cooke se han reunido ahora en Dos chicas a la fuga, homenaje al cine de serie B de finales de los 60.
Mujeres lesbianas en una película divertida, descarada, alejada deliberadamente de cualquier pretensión de arte elevado, aunque cuidada en sus detalles, con acción, aventura, viaje por carretera, suspense, un poco de violencia muy loca y salvaje, cinco moldes en yeso de penes 'célebres' y, entre todo eso, un tierno y feliz romance. Así es la película que codirige esta pareja, que ha adoptado la rutina de trabajo de los hermanos Coen para este proyecto.
Viaje a Tallahassee
Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan son las protagonistas de esta historia, que arranca con un neón del bar Circe's y con un asesinato muy bestia en un callejón.
Unos matones se cargan a Santos, un europeo en Filadelfia interpretado por Pedro Pascal, que, aunque muy muerto, acompañará a las protagonistas de esta historia en todo su viaje hacia Tallahassee, en pleno Bible Belt (Cinturón de la Biblia) de EE.UU.
Ellas son Jamie y Marian. A la primera la ha echado de casa su novia, Sukie, una policía interpretada por Beanie Feldstein. La segunda está cabreada con el mundo. Jamie es un espíritu libre, desinhibido, una mujer dispuesta a todo, sobre todo a divertirse. Marian es seria, un poco remilgada. Marian lee a Henry James y Jamie reconoce que "Henry James fue el motivo por el que dejé de leer".
Son amigas y deciden ir juntas a Tallahassee, donde Marian cree que unos días avistando pájaros con su tía le servirán para recolocar las cosas en su sitio. Una quiere ir directa a Florida, la otra quiere parar en todos los bares de lesbianas y todas las fiestas que se encuentren por el camino.
Alquilan un coche, pero la agencia les asigna un vehículo destinado a otros tipos, unos matones muy malos y muy torpes. Así, las chicas viajarán con un maletín y otro paquete, del que depende el prestigio y la vida de unos cuantos 'señoros'.
Hombres ineptos e impresentables
"Soy una cineasta queer, así que tener personajes queer como protagonistas era natural para mí", dice en las notas de producción la montadora Tricia Cooke, pareja de Etha Coen y en esta película, también con él, guionista. "Muchas películas sobre lesbianas son profundas, serias y, a menudo, muy dramáticas. Era importante para mí contar una historia con personajes queer muy visibles, sin que su sexualidad fuera el objetivo de la película. Queríamos que tuviera mucho sexo, pero sexo divertido, no sexo socialmente importante. Como se ve en una película de serie B, no en una película importante".
Dos chicas a la fuga no es, desde luego, una película importante, pero es una buena muestra de cómo el cine más entretenido puede contener mucho dentro. La película, además de brindar la posibilidad de un referente distinto de la mujer lesbiana, es jovialmente feminista. "Por alguna razón, las mujeres en nuestras películas son normales y competentes y los hombres tienden a ser ineptos e impresentables", explica el director Ethan Coen.
"El amor es un paseo al infierno"
Homenaje al cine Pulp, a la serie B de finales de los 60 y principios de los 70, Dos chicas a la fuga es un ejercicio que huye alegremente de la dictadura de las modas, lo moderno y el arte pretencioso, y que rinde tributo a cineastas como Carpenter o Roger Corman, alojando en medio de la aventura una atmósfera de libertad y una denuncia de la hipocresía de la política conservadora americana.
Ambientada en 1999, donde no hay Google, redes sociales ni teléfonos inteligentes, que harían más fácil el trabajo de esos matones tan estúpidos, y entre vídeos psicodélicos y menciones a Henry James y John Steinbeck, fiestas de 'pijamas' con un equipo de fútbol femenino al completo y consoladores de pared, la película no se olvida de políticos (Matt Damon es aquí el senador ultraconservador Gary Channel), jueces y empresarios millonarios sentenciando hipócritamente la moral disoluta de tanto demócrata que les estorba.
"El amor es un paseo al infierno" es el lema que Jamie ha pintado en el capó del coche en el que viajan. "El amor puede joderte" es el mensaje que Sukie ha enviado a su ex. Pero, finalmente, el amor es la clave de la película. "Nos parecía bien y era natural que estos personajes se enamoraran mientras todo este caos se arremolina a su alrededor. Era la parte fundamental de la película, y todo lo demás podía ser tonto, violento, absurdo o lo que fuera".
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