Este artículo se publicó hace 2 años.
Carceller, el desconocido y mayor editor de España que terminó fusilado en 1940
Este industrial de la comunicación supo leer las aspiraciones del pueblo y la época. Llegó a lograr una conexión única con su público, gracias al cual pudo superar las multas, embargos y represión que sufrió.
Madrid-Actualizado a
Llegó a ser el editor con mayor tirada en el país. La Traca, su principal cabecera, provocaba las risas del pueblo y los desaires del clero y la política del momento. Vicente Miguel Carceller, valencianista de pro, vivió la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil desde las viñetas de las decenas de revistas que editaba, repartidas por millares en toda España. Fue un empresario de éxito, amante y promotor de la industria teatral, un hombre de negocios inmobiliarios cuya firme posición de defensa del Frente Popular le pasó factura: tras ser duramente torturado por el joven régimen franquista, terminó fusilado en Paterna en 1940. El documental Carceller. El hombre que murió dos veces, que optaba a ocho nominaciones en los Premios Goya -si bien, finalmente, no obtuvo ninguna-, suple un vacío, un silencio y un olvido que se alargó hasta entrado el siglo XXI.
Antonio Laguna, profesor de Historia de la Comunicación en la Universidad de Valencia, fue el primero en ver que algo faltaba. Experto en el periodismo valenciano, hojeaba un almanaque de 1933 cuando encontró un artículo dedicado al prolífico humorista y empresario. Así se refiere a La Traca, la cabecera predilecta de Carceller y de tantos miles de lectores a lo largo de las épocas en las que estuvo en el mercado: "En 1909 retoma esta revista, ya popular en Valencia a finales del siglo XIX y ligada a lo que había sido la Primera República. Consigue mantenerla en la calle pese a numerosas suspensiones y denuncias debido a su contenido anticlerical y erótico".
Primo de Rivera decidió censurar la revista en 1924
Primo de Rivera no lo toleró más. El militar, casi omnipotente en el Gobierno, decidió censurar la revista en 1924. "Meses después de aquello, la Administración permitió que volviera al mercado, pero Carceller no admitió mercedes del dictador y La Traca no volvió a publicarse hasta la huida de Alfonso XIII", agrega Laguna, autor de Carceller. El éxito trágico del editor de La Traca (El Nadir, 2015). Mientras tanto, el editorialista sigue haciendo fortuna con muchas otras cabeceras con gran alcance como El Clarín, que llegó a ser la publicación más vendida en España, y otras de signo humorístico que sustituían a la censurada Traca.
La buena prensa contra Carceller
Sus publicaciones eróticas también daban de qué hablar, y esconder. Como defensor del amor libre que era, la reacción de la Iglesia no se hacía esperar. "A partir de principios de siglo, el clero se organiza para defender la buena prensa y las buenas lecturas y en cada provincia se organizan círculos de la alta burguesía que persiguen la pornografía", enuncia el investigador. Para mayor inri, el presidente de estos círculos era Alfonso XIII, el mayor usuario y promotor de cine pornográfico en la época. Así relata Laguna su forma de actuar: "Estos grupos de damas de buenas lectoras se disfrazaban de consumidor habitual y le pedían al quiosquero alguna publicación o postal subida de tono que no mostraba en el escaparate. Si caía en la trampa, inmediatamente llamaban a la Guardia Civil y le detenía".
Es el propio biógrafo el que determina que Carceller "pasa de ser un joven sin una formación excesiva, procedente de una familia pobre de trabajadores de Valencia, a convertirse en el editor de numerosas publicaciones que defendían una perspectiva valencianista y comprometida con la República". Y es que Carceller tuvo un éxito absoluto al encontrar un nicho de mercado aún por explotar en España: la cultura de masas ligadas al anticlericalismo. Con la llegada de la Segunda República, La Traca se convierte en el principal medio que sintetiza toda la ilusión que desborda a las capas más populares de España. Según Laguna, se convierte en el medio más importante, editado en Valencia y reclamado por todo el país, como lo prueba el hecho de que el primer número de su reaparición de abril de 1931 batiera el récord de impresiones en la prensa española, medio millón de ejemplares.
En octubre de 1934, con la llegada de la derecha al Gobierno republicano, La Traca vuelve a ser censurada. En ese momento, Carceller se replantea su actividad editorial, vende El Clarín y compra dos teatros. Hombre de cultura, en uno de ellos monta un cine y el otro lo dedica a representaciones exclusivas en valenciano, al mismo tiempo que escribe obras y promociona una compañía. Aquello no salió del todo bien y terminó apostando por el teatro en castellano, agrega Laguna. Consumidor voraz de langostinos, este industrial de la cultura consiguió una conexión con el proletariado nunca antes realizada.
En la cárcel, sin dientes
Como última defensa, en el consejo de guerra que le terminó juzgando, Carceller esgrimió que la reaparición de La Traca en 1936 fue a causa de los anarquistas, que le estarían forzando a retomar la edición de la cabecera. Sea como fuere, expresa Laguna, "la revista se convierte en un semanario antifascista, donde sus imágenes casi equivalen a los carteles de propaganda bélica". Tal y como todos los expertos en Carceller coinciden en señalar en el documental, el dibujante y editor "inexplicablemente" se queda en Valencia tras la entrada de las tropas franquistas en abril de 1939, unos meses después de la aparición del último número de La Traca. "Durante un año es sometido a vejaciones y torturas. De hecho, uno de sus compañeros de celda le dijo a su mujer que le habían obligado a comerse varios números de La Traca", explicita. Ricardo Macián, director del documental, añade que otros presos le llegaron a ver sin dientes dentro de prisión.
A los 50 años fue fusilado en Paterna. Su muerte, como la de tantos otros, dejó un rastro de silencio y miedo. "Al personaje lo fusilan en 1940, pero el franquismo lo volvió a asesinar durante la dictadura haciendo desaparecer gran parte de su obra", indica el biógrafo de Carceller. Se trataba de tiradas que se contaban por miles, los títulos más leídos de la época que, en su caso, habría que multiplicar por cuatro o por cinco ya que el público potencial era iletrado y lo leían para el común: "Hay anécdotas que cuentan que el que sabía leer en la fábrica cobraba dos cigarros por leer la revista a sus compañeros durante el descanso", ilustra Laguna.
"Al personaje lo fusilan en 1940, pero el franquismo lo volvió a asesinar durante la dictadura haciendo desaparecer gran parte de su obra", indica el biógrafo de Carceller
La cinta de reciente estreno optó a ocho nominaciones a los Goya en las categorías de mejor película, dirección, guion adaptado, actor protagonista, dirección de producción, dirección de fotografía, montaje y sonido. Ocho categorías muy difíciles, afirma Macián, el director y las que, finalmente, el documental no fue seleccionado. Él es el artífice de esta extensa obra de 99 minutos que aborda al Carceller más completo y que traspasa su propia historia para contar la historia de todos, de dónde venimos. Así, además de la parte biográfica, la película aborda el desarrollo de la investigación de todos los expertos que en ella aparecen. Y añaden una conseguida parte emocional en la que se juntan, y conocen en persona, Tina Rabanal, nieta de Carceller, y Alejandra Soler, quien, a sus 103 años y como maestra de la República que fue, conoció de primera mano las publicaciones editadas por el abuelo de Tina.
De dónde venimos, quiénes somos
"Conforme pasan las generaciones, se olvidan muchas cosas y no nos damos cuenta de que la libertad que tenemos actualmente, la libertad de opinar, no viene dada del cielo. Esta libertad procede de mucha gente que ha luchado, incluso muerto por ella; y tenemos que saber de dónde procede para poder mantenerla, sobre todo ahora que vuelven los ecos de la extrema derecha por toda Europa", se explaya Macián. A sus espaldas, seis años de investigación que eclosionan en Carceller. El hombre que murió dos veces, en donde aparece la hija de Carlos Gómez, que firmaba sus viñetas como Bluff. Él también fue fusilado en Paterna, junto a las otras 2.237 personas que el régimen franquista asesinó en esa ciudad entre 1939 y 1956.
El documental tampoco elude una de las principales preguntas: ¿por qué Carceller no se exilió? "Yo creo que pensó que iba a sufrir, pero que se podría salvar. No dejaba de ser un hombre con bastante patrimonio, con numerosas cuentas bancarias y contactos con personas de derechas", teoriza Macían. Sea como fuere, su proceso judicial se alargó un año. Días, semanas y meses en los que el famoso editor intentó expiar toda su culpa: "Según recoge su sumario, para defenderse afirma que él era considerado un burgués, un empresario, y recuerda el despido de dos trabajadores de uno de sus teatros, creo que de la CNT, que le denuncian y termina obligado a readmitirlos", desarrolla el documentalista.
Pese a ello, una carta publicada en La Traca y dirigida a Franco, en tono irónico y humorístico, fue su sentencia de muerte. Cerca de la fecha de la ejecución, Carceller se negó a dibujar para la publicación Redención, cabecera de las prisiones de Franco, quizá porque sabía que nada cambiaría su destino, comenta Macián. Bluff sí lo hizo y su final fue el mismo que el de su colega valenciano.
Así llego el final de Carceller, aunque todavía quedan grandes resquicios de su andadura. El Nano, la escultura que siempre le acompañó, sigue en la casa de Paterna, en La Cañada, que él habitó como constructor de esa zona que fue. Los personajes de La Traca siguen protagonizando canciones infantiles y, por suerte, sus familiares evitaron que fuera enterrado en la fosa común junto con los demás fusilados, por lo que su tumba se puede visitar en el cementerio de la localidad. "El miedo y el silencio les funcionó y en las fosas comunes de toda España estoy seguro de que habrá historias así que aún tienen que salir a la luz. Las casualidades funcionan pero cuando hay gente interesada investigando en ello y durante muchos años en España ni ha habido interés ni posibilidades. Esto es otra forma de romper con la herencia de silencio y miedo", concluye el propio Macián.
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