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"Con Fray Perico no me hice rico"

Juan Muñoz Martín consiguió con Fray Perico y su borrico el premio Barco de Vapor, del cual se cumplen 30 años

PAULA CORROTO

En la casa de Juan Muñoz Martín (Madrid, 1929) no hay nada estridente. Al contrario, sus paredes y muebles rezuman sencillez y un aroma a tiempo detenido. El barrio madrileño en el que vive, Estrecho, también es añejo. Puro casticismo.

Todo ello en su conjunto –casa, muebles, barrio– es  también puro reflejo de Juan Muñoz. Si no fuera por ser el autor de Fray Perico y su borrico, y El Pirata Garrapata, y de haber vendido un millón del primero y medio millón del segundo, sería únicamente un maestro jubilado tras más de 40 años de docencia en el instituto Jacinto Mercedes de Madrid. Él mismo lo admite: “Con Fray Perico no me hice rico. Aquéllos eran otros tiempos”. Ni tampoco ultramediático, aunque eso se debe más a su personalidad: “A mí no me gusta mucho moverme ni ir a presentaciones. Mi vicio es quedarme en casa y escribir”, afirma.

Ahora no le ha quedado más remedio que volver a la palestra mediática. El motivo es obvio, puesto que se cumplen 30 años del primer premio Barco de Vapor, de la editorial SM. Él lo obtuvo con su famoso fraile en 1979, un año después de la primera ganadora, Consuelo Armijo (El Pampinoplas). Aquello fue, además, el inicio de una época dorada para la literatura infantil con nombres como los de María Gripe (La hija del espantapájaros), Christine Nöstlinger (Querida Susi, querido Paul) y Pilar Mateos (Jeruso quiere ser gente).

A pesar del gran éxito de sus libros, él reconoce que le fue difícil entrar en aquel selecto grupo. De hecho, Fray Perico lo había escrito en 1966, tomando como referencia un libro de San Francisco de Asís, y elaborado casi a medias con las aportaciones de sus alumnos, a los que les iba leyendo los capítulos. “Durante 15 años, el libro fue rechazado por las editoriales, porque veían irrespetuoso que una historia de frailes se tratara con humor”, explica. Finalmente SM, aunque es una editorial de raigambre católica, lo aceptó, lo premió y dio en el clavo. Toda una generación que ahora está en la treintena reconoce haberse iniciado con las aventuras del patoso fraile.

Él, por el contrario, creció con otros. Con los clásicos Julio Verne, Salgari y Stevenson. “Mi familia tenía una casa-escuela en la calle Amaniel (centro de Madrid). Mi madre era maestra y yo me colaba en la biblioteca y leía mucho”, recuerda. Este hecho, aparte de marcar su literatura, también le ayudó a sobrellevar el conflicto civil en la capital, un suceso que ha contado en su libro más adulto, Recuerdos de guerra (Gran Angular). 

Juan Muñoz, no obstante, no ha querido quedarse en el pasado. También conoce la literatura infantil actual, como la saga de Harry Potter, de la que se ha leído los dos primeros libros y que le encanta. Y, para no perder comba, ya ha preparado a su pirata garrapata para que se adentre en el mundo del cómic. Eso es tener mano con los niños. 

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