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El funeral de los invisibles: los técnicos y auxiliares de eventos simbolizan su agonía

Unas 800.000 familias dependen de la reactivación del sector. Tras casi 9 meses sin actividad, cientos de profesionales sobreviven como pueden. 17 funerales en toda España representarán este viernes el drama que viven.

Alerta Roja
Manifestación convocada por la asociación ‘Alerta Roja Eventos’ en Madrid (España) el pasado 17 de septiembre. Ricardo Rubio / EUROPA PRESS

En pie de guerra. Tras el annus horribilis que ha vivido el sector de la cultura en general y los profesionales de eventos y espectáculos en particular, las espadas siguen en alto. El funeral simbólico de este viernes, promovido por Alerta Roja, el movimiento de unificación sectorial que engloba a sus principales organizaciones, tendrá lugar a las 12 del mediodía en 17 ciudades de nuestro país −Albacete, Alicante, Almería, Palma, Ibiza, Barcelona, Castellón, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Santiago, Sevilla, Tarragona, Valencia, Valladolid y Zaragoza− y prevé representar hasta qué punto la situación es agónica para las 800.000 familias que viven del sector. 

Desde el inicio de la pandemia hasta septiembre las pérdidas de música en directo ascendían a más de 600 millones de euros y la Federación de Música en España, Es Música, ha recalculado sus previsiones económicas y estima unas pérdidas de 1.265 millones de euros en el plazo de un año. Estos datos nos hablan de una descapitalización profesional en el segmento técnico que ya ronda el 32%. Un auténtico drama.

Hablamos de un regimiento de profesionales sin los cuales no habría show, porque no habría focos ni escenario, porque los instrumentos no estarían afinados y los músicos no habrían llegado a tiempo. Son los hombres de negro del espectáculo, especialistas cuyo título es probable que le suene a usted a chino –backliners, carretilleros, maquinistas, eléctricos, sonidistas, roadies...– pero cuya labor es indispensable para disfrutar de un evento en condiciones.

Una situación de desamparo que dura ya 9 meses y que ha sumido en una economía de supervivencia a profesionales de un sector especialmente maltratado por las Administraciones. Oficios que por lo general no se enseñan en ningún sitio, cuyo grado de especialización muy pocos tienen en este país, y que terminan por convertirse en un callejón sin salida cuando vienen mal dadas.

"Muchos han perdido la esperanza"

Laura Lorenzo, de 42 años, lleva media vida dedicada a la producción de eventos. Su horizonte profesional, que se antojaba fecundo, dio un viraje hace apenas nueves meses debido al cese de los conciertos y giras en pro de la prevención: "He dejado mi casa, ahora vivo en casa de un primo y me presta dinero mi padre, no me falta para comer pero depende de lo que tarde esto en recuperarse, porque si sigue así otros nueve meses estoy en la mierda". 

Sobrevive con los 660 euros por cese de actividad. Décadas de experiencia al más alto nivel −Lorenzo ha trabajado con gente como Quique González o Calamaro− y que de un día para otro le hacen pensar en un hipotético reciclaje: "No es fácil, tengo un perfil muy determinado, está muy bien que haya sido jefa de producción de giras enormes, y que sepa poner en marcha el WiZink Center en un día, pero en un Lidl chiquitito de barrio no les sirvo. Muchos de mis compañeros han perdido la esperanza".

"Las ayudas no dan para una vida digna"

Francisco, conocido en el mundillo de los backliners como 'Nitro', se considera uno de los afortunados porque no le ha faltado trabajo. Esporádico y de una entidad mucho menor a la que está acostumbrado −Nitro lleva años girando con artistas de la talla de Fito o Amaral−, pero curro a fin de cuentas. "He perdido aproximadamente un 70% de lo que trabajaba antes, y aún así no me puedo quejar porque tengo compañeros que siguen sin nada".

Compañeros que se han visto obligados a pedir unas ayudas que, a día de hoy, siguen resultando ineficaces para paliar el drama de muchas familias. Nitro lo sabe bien porque en alguna ocasión ha tenido que echar mano de ellas: "No dan para una vida digna, en países como Alemania te dan entre un 75-80% de lo facturado el año anterior, aquí en cambio te someten a un entramado burocrático, son de difícil acceso y te limitan mucho la posibilidad de una facturación extra para complementar la ayuda".

"Nos espera un tiempo a la deriva"

Tiempos complejos que nos hablan, también, de hermandad. Una pequeña gran familia integrada por todos esos técnicos y especialistas que integran una ramificación interminable de profesionales. Álvaro García Vilches, experimentado tour manager y uno de los culpables de APPORTE –Asociación de Profesionales de la Producción, Organización y Realización Técnica de Espectáculos en Vivo– lo sabe bien.

"Siempre hemos sido una gran familia, siempre ha existido en el sector una determinada fraternidad, pero en estos momentos se está haciendo más evidente si cabe", apunta Álvaro. Una fraternidad que se fracciona el poco trabajo que hay para que más se puedan beneficiar de él o que se avisa de posibles ayudas económicas. La cuenta pendiente era, eso sí, la organización. Pero algo está empezando a cambiar.

"Nos faltaba madurez a nivel asociativo, no hay duda, pero eso ya no es así, creo que ahora somos mucho más conscientes de que nos tenemos que unir", apunta. Con todo, Álvaro se muestra contenido en lo referido a la reanudación de la actividad: "No creo que la vacuna nos dé lo que la Administración no ha hecho en todo este tiempo, nos espera un tiempo a la deriva antes de recuperar lo que teníamos antes, lo bueno es que para cuando eso llegue, estaremos mejor organizados". 

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