Este artículo se publicó hace 14 años.
Gabriel García Márquez, con los pensamientos en la boca
Gabo recupera sus mejores reflexiones en público, en un libro que recoge 22 conferencias que el Nobel dio desde los 17 años de edad
Los 22 discursos se hallaban olvidados en una carpeta. Desperdigados y sin ningún orden cronológico. El primero estaba fechado en 1944, cuando Gabriel García Márquez habló ante la graduación de sus compañeros del Liceo de Zipaquirá. El escritor sólo tenía 17 años. El último pertenecía a 2007, fecha en la que habló ante las Academias de la Lengua y los reyes de España. En total, 63 años de oratoria de un escritor al que nunca le gustó hablar en público.
Hace año y medio, García Márquez y su agente decidieron organizar estos escritos y reunirlos en un solo volumen, que se publicará el próximo 29 de octubre en España y Latinoamérica bajo el título Yo no vengo a dar un discurso, en Mondadori. El escritor participó a fondo en todo el proceso de selección. Y si no hay más conferencias es porque no se han encontrado más, de momento. "Son textos para ser leídos en público. Es de esta forma como cobran sentido para el lector, ya que muestran las obsesiones del escritor y su visión del mundo", señaló ayer a Público en Fráncfort su editor Cristóbal Pera.
"Hay mucha ironía. Son textos muy periodísticos", explica su editor
García Márquez se encuentra, además, "muy ilusionado con el proyecto, como un niño con zapatos nuevos", afirmó Pera. La relectura de los textos le ha servido para ver su propia evolución como escritor y persona. "Él rechazaba completamente el género de la oratoria, por eso en el discurso que dio a los 17 años ya dijo aquello de yo no vengo a dar un discurso', aunque luego lo soltó. Sin embargo, se encontró con la gran paradoja de dar la conferencia más importante para un escritor, que es la del Premio Nobel. Y le salió una obra maestra como fue La soledad de América Latina", recalcó Pera.
Este texto ha pasado a la historia. Pronunciado el 8 de diciembre de 1982 en la Academia Sueca, es una clase magistral. Y también un canto al idealismo y la lucha: "Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: Me niego a admitir el fin del hombre'. [] Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria".
Cercano y comprometidoEn estos escritos se descubre un lenguaje coloquial y muy político
El realismo mágico de la literatura del colombiano desaparece cuando se enfrenta al oyente. En estos textos se descubre un lenguaje coloquial y también muy político. Los únicos discursos que le gustaban a García Márquez eran los de Simón Bolívar. Con garra, directos al oyente y fáciles de entender. "Puede decirse, por último, que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo, y su recuperación económica durante diez años, costaría poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo", dijo el 6 de agosto de 1986 en el 41 aniversario de la bomba de Hiroshima.
El antimilitarismo está muy presente en estos textos hablados del autor de El amor en los tiempos del cólera. Pero también aborda otros temas cómo sus inicios en la escritura "a la fuerza", escribe, el periodismo, "el mejor oficio del mundo" o la ecología.
Del hombre que no le gustaban los discursos también ha quedado para siempre aquel que pronunció en Zacatecas, en el Congreso de la Lengua de 1997, sobre el lenguaje y sus funciones. Titulado Botella al mar para el dios de las palabras, en él proponía "una jubilación de la ortografía española", según lo definió Cristóbal Pera. Sus palabras encendieron a los puristas de la lengua.
"Yo no vengo a dar un discurso", dijo con 17 años y luego lo soltó
"Me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. [] devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota".
En estas conferencias, García Márquez no dicta cátedra. "Hay mucho distanciamiento e ironía. Son textos muy periodísticos. En ellos hay mucha información. Además, sabía que muchas veces estaba hablando ante jefes de Estado como los reyes o el presidente Felipe González", define Pera.
Seis años despuésLos textos tampoco ofrecen una imagen de sí mismo. No pretenden revocar el retrato que los medios de comunicación que han hecho de él, como una especie de outsider del Boom y de la literatura. "A él siempre le ha gustado estar fuera de todo protocolo y eso no lo va a cambiar", apostilla el editor.
La publicación de estos discursos llega seis años después de su última novela y aparición en las librerías, Memoria de mis putas tristes. El próximo proyecto será una antología con sus textos periodísticos, según desveló su editor. Mientras, continúa trabajando en una novela en la que está atascado desde hace años. "Él es muy perfeccionista y la está retocando. De momento, no la ve clara", confirmó Pera.
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