Este artículo se publicó hace 2 años.
Esta gran serie de narcos no copia a 'The Wire' (ni falta que le hace)
Los camellos campan a sus anchas en Londres. Sin embargo, más allá del submundo de la droga, 'Top Boy' (Netflix) también habla de la familia y de la lealtad, de la especulación inmobiliaria y de la gentrificación, y de una comunidad amenazada.
Madrid-Actualizado a
"La respuesta británica a The Wire es mucho más que armas y pandillas", tituló el diario The Independent hace casi diez años, cuando la miniserie de Channel 4 cautivó a los espectadores con el paisanaje criminal de las calles de Hackney. Sin embargo, ni la buena acogida del público ni los elogios de la crítica pudieron evitar que la cadena decidiese cancelar la serie. Ninguna novedad en el cuarto canal: Black Mirror y Utopia corrieron la misma suerte.
Top Boy se quedó en dos temporadas de cuatro episodios cada una. Faltaba mucho por contar y por desarrollar, aunque el proyecto de Ronan Bennett, quien había entrevistado durante meses a decenas de pandilleros para firmar un guion realista, hibernó en el olvido hasta que Drake, un rapero canadiense, se interesó por la serie, convenció al creador para que retomase la historia y la avaló ante los responsables de Netflix.
La plataforma, entonces, retituló aquellos primeros ocho episodios como Top Boy: Summerhouse y produjo dos nuevas temporadas bajo el título original, en las que el barrio londinense sigue siendo pasto de las drogas, pero también de la especulación inmobiliaria. Empiezan a abrir cafés cuquis mientras que los vecinos se enfrentan a la amenaza del desahucio, del mismo modo que la serie fue desalojada en su momento de Channel 4.
En realidad, Summerhouse no existe. Es un barrio de ficción ubicado en el distrito de Hackney, aunque parte del rodaje discurrió en las viviendas sociales —ya demolidas— de Heygate Estate, en Walworth, el mismo escenario de la descacharrante película Attack the Block. Poco importa: la verdad estaba en el ojo de Ronan Bennet, un irlandés residente en Hackney al que le vino la inspiración cuando observó a un mocoso que pasaba drogas a la vista de todo el mundo.
Después habló con un líder vecinal, su pasaporte a los bajos fondos. Los chavales le empezaron a contar cómo era todo. Niños forzados, por la vida o por la pandilla, a trapichear, la vía más rápida para medrar, la vía más rápida para morir. Los arrestos: siempre polis blancos, siempre detenidos negros. Y un drama dentro de cada casa: el guionista descubrió los problemas de la comunidad tras llamar a la puerta cuando hacía campaña para el Partido Laborista.
'Top Boy': pandilla y familia
La desesperanza de Summerhouse es la desesperanza del guionista, quien escribe la serie mientras que su mujer sufre una enfermedad terminal. Sabe lo que es conducir, angustiado, hasta un hospital. Que la vida penda de un hilo. Y que esa persona a la que tanto quiere podría ser un camello al que le acaban de pegar un tiro. No le resultó difícil ponerse en la piel de sus colegas, porque Top Boy no es solo una serie de narcos, sino que también habla también de la familia y de la lealtad, lo que viene a ser lo mismo. La sangre es tan filial y fraternal como la pandilla, sangre derramada.
De alguna manera, el guionista vuelca su vida en Top Boy y le presta sus anécdotas a los personajes. Cuando su mujer fallece, sus hijos tienen que hacerse responsables y ocuparse de la casa. Lo mismo sucede en la serie, que refleja la dureza del entorno y la dificultad de burlar el destino, incluso poniendo toda la voluntad para salir del pozo, donde el remolino engulle tanto al criminal como al inocente. Uno puede no involucrarse en el tráfico de drogas, pero si un camello no cumple lo pagarán sus seres queridos, aunque no tengan ninguna culpa.
Con el material acumulado, a Ronan Bennett solo le faltaba apuntalar el realismo de su relato con un buen casting, que resulta certero. Hay intérpretes de carrera caracterizados, raperos que dan bien en cámara y actores sin experiencia, algunos salidos de la calle, como los perros callejeros del cine quinqui. Y sorprenden las actuaciones de los niños y su evolución seis años después, cuando Netflix retomó la serie en 2019.
Fantásticos los jovencísimos actores Malcolm Kamulete y Giacomo Mancini, quienes dan vida a los amigos Ra'Nell y Gem; y Araloyin Oshunremi y Keiyon Cook, los colegas Ats y Stefan. Estupendo y desconcertante un Ricky Smarts que nunca había actuado y que podría no distinguirse de su personaje, Jason, hijo de una drogadicta y de un maltratador. Un papel dickensiano durísimo, pues el crío roba para poder comprarle droga a su madre, mientras recibe las palizas de un padre que le exige que lleve dinero a casa.
'The Wire'
No cabe la comparación con The Wire porque, en primer lugar, sería injusto. La maravillosa serie de David Simon es una obra maestra. Top Boy, una producción notable que merece figurar entre las mejores del género. Sin embargo, aunque The Wire es superior, la de Channel 4 y Netflix deja claro desde el principio en qué se diferencia. Su óptica es distinta: no fija la mirada en la policía, sino en el delincuente. O, mejor dicho, en la comunidad, afectada directa o indirectamente por el polvo blanco o marrón que corre por las calles.
The Wire, además, es una historia en 360º: más allá de las esquinas, muestra cómo funciona una sociedad a partir de la perspectiva de diversos gremios —policías, políticos, estibadores, periodistas y profesores—, lo que permite hablar de la especulación inmobiliaria, el gansterismo o la educación, entre otros temas. Top Boy no solo muestra el modus operandi de los camellos, sino que también se mete en la cabeza, en el corazón y en las casas tanto de ellos como de los suyos.
Quizás sea una serie más de proximidad, más kilómetro cero. No lo refleja todo en el producto final —con mucho menos metraje que la joya de David Simon—, aunque el guionista también habló con profesores, médicos, periodistas, trabajadores sociales, policías, etcétera. Además, Bennett no puede abstraerse de su origen, Belfast, otro escenario caliente. Al igual que su drama familiar, ese antecedente refuerza su carácter empático. Una vez dijo algo así como que en Hackney él no es negro, pero tampoco será nunca londinense.
El argumento, a estas alturas, es lo de menos. Dushane y Sully, interpretados por los raperos Asher D y Kano, son dos camellos con ambición que menudean en un barrio marginal de Londres e intentan prosperar en el tráfico de drogas. Ni el primero es de una sola pieza, ni el segundo es tan pieza. Por cierto, habrá quinta temporada de Top Boy y esperemos que regresen Shelley, interpretada por la rapera Little Simz, y Jaq, encarnada por Jasmine Jobson, personaje empoderado donde los haya y actriz con una infancia nada fácil, lo que refuerza la verosimilitud de algunos protagonistas.
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