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La incertidumbre y los protocolos encarecen (y empobrecen) la vuelta a los rodajes de cine

Los costos añadidos derivados de los protocolos por la emergencia no bajan del 6% y podrían alcanzar un máximo del 15% del presupuesto inicial de la película. Además, la preocupación por un hipotético contagio tiende a simplificar la complejidad de los proyectos.

'La casa de papel'
Miguel Herrán y Úrsula Corberó, durante el rodaje de 'La casa de papel'.- NETFLIX

juan losa

Reina la incerteza en el cine español. El reinicio de los rodajes, previsto en un principio para aquellas provincias que hayan alcanzado la fase 1, abre un nuevo horizonte en el que encontramos muchos interrogantes y algún que otro nuevo propósito. Sobre la mesa, la certidumbre de que se acabará imponiendo una nueva forma de trabajo en el que el contacto físico sea el mínimo e indispensable y en el que las medidas de higiene reduzcan al máximo los posibles riesgos de contagio. También un encarecimiento en la producción.

Se impone la necesidad de reinventarse. Los productores afrontan los condicionantes asumiendo que nada volverá a ser igual, conscientes de que por un tiempo indefinido se despiden de las grandes aglomeraciones, de los figurantes y del uso de determinados exteriores. Un nuevo escenario que ni el director ni el guionista eligieron, y que el productor a duras penas sabe cuantificar debido a que cada rodaje es un pequeño mundo. Un contratiempo difícilmente mesurable en una industria que acostumbra a medir hasta la luz. 

Jose Nevado, director general de la Asociación Estatal de Cine (AEC), que agrupa a cerca de 40 productoras como El Deseo, Bowfinger, La Zona, Morena Films, Mod Producciones o Vaca Films, cifra las pérdidas por la suspensión de los rodajes en una horquilla que va entre 150 y 200 millones de euros. Su gran preocupación estos días es encontrar protocolos sanitarios que permitan rodar con total seguridad tanto para el equipo como para los actores.

"Estamos trabajando intensamente en establecer un protocolo base que sirva a todos los tipos de producciones, pero cuando empezamos a entrar más en detalle descubrimos que cada rodaje acaba siendo un traje a medida y cada reparto implica unos riesgos determinados", explica Nevado. No queda otra que acudir a los expertos en materia de prevención de riesgos laborales para aportar la máxima seguridad.

En ese sentido, desde la AEC, entienden que las pruebas para diagnosticar el coronavirus serán esenciales en lo sucesivo, si bien asumen que "la prioridad del Gobierno ha sido hasta la fecha salvar vidas, de ahí que limitara sus uso a casos de vida o muerte, estamos seguros que con el paso del tiempo se irá liberando la posibilidad de acceder a estos tests, no sabemos qué tipo de tests tendremos que utilizar serán los médicos los que determinen esto".

El objetivo no es otro que convertir los rodajes en zonas libres de contagio. Algo que permitirá poner en marcha una serie de protocolos que velen por la seguridad del elenco y que, en palabras de Nevado, tiene ciertas concomitancias con lo que se vivió en la industria del porno durante los años más duros del virus del sida. "Sucede algo similar, obviamente sin llegar a ese nivel de exposición ni al gravísimo problema de salud que supuso en su día el sida, por ello es importante contar con protocolos clínicos específicos que permitan a los actores y actrices librarse de sus miedos". 

Hacer de la necesidad virtud

Los costos añadidos no bajan del 6% y podrían alcanzar un máximo de entre un 12 y 15% del presupuesto inicial. Mariela Besuievsky, productora de Tornasol Films, desglosa las variables que condicionan este incremento: "Por un lado está la inversión que se lleve a cabo en todo lo relacionado con lo sanitario, como los EPI [Equipo de protección individual], los tests, los protocolos, etc.; por otro, el tiempo, si antes planificábamos tres localizaciones por día ahora podremos hacer dos, esto encarece el proceso". 

Besuievsky, que produce una serie para TVE tuvo que parar máquinas a una semana de empezar a rodar. La crisis sanitaria les obligó a recular y especular con planes de rodaje alternativos que se han ido posponiendo al ritmo que se ampliaban los estados de alarma. "Partiendo de la base de que cada película tiene una casuística muy particular, hay cuestiones muy evidentes, como la figuración, las aglomeraciones o el trabajo con maquillaje y vestuario, que se tendrán que revisar", apunta Mariela.

A la dificultad de planificar ante un escenario que nos ha venido dado, habría que añadir su carácter cambiante en función del ritmo de contagios, número de tests disponibles, así como de un hipotético riesgo de rebrote. "Los parámetros irán evolucionando en base a la experiencia que se tenga, por eso creo que lo importante es que los protocolos sean a la vez rígidos y flexibles para ir asumiendo que se vayan dando". 

A los productores no les queda otra que encomendarse a los expertos en prevención de riesgos laborales para poder programar los tiempos y las especificidades de sus rodajes. Lo demás es ingenio, jugar con las herramientas disponible y tratar de sortear los contratiempos a base de imaginación: "En el cine, una película siempre se puede filmar de una manera o de otra, hay margen y alternativas, a veces se produce la magia y el resultado es genial, otras, en cambio, con un elenco igual o mejor y con más medios no consigues concitar esa magia", zanja Besuievsky. Dicho de otro modo; hacer de la necesidad virtud.

Replantear ciertas secuencias

Pero y qué pasa cuando el rodaje ya ha echado a andar. Qué pasa cuando un productor tiene que plantarse delante de su equipo y paralizar el proyecto en el que llevan trabajando, pongamos, cuatro semanas. En ese brete se encontró el productor Kiko Martínez apenas un día antes de que se ordenara el estado de alarma en todo el país. Fue durante el rodaje en Benidorm de El cover, ópera prima de Secun de la Rosa. "Fue sorprendente, estábamos tomando una decisión de ese calado mientras los ingleses brindaban en los pubs como si nada".

Cuenta Kiko que se están planteando retomar en junio las tres semanas de rodaje que les quedan. Pero cómo reanudar algo que contará con unas limitaciones que antes no tenía: "Hay veces que has planteado una secuencia en un interior con personas en edad de riesgo y la cambias a un exterior donde las condiciones higiénicas son más favorables, otras decides reinterpretar una secuencia en una discoteca por un reservado, así evitas la aglomeración de este tipo de recintos". Se trata, a fin de cuentas, de no renunciar a la película que tienes en la cabeza (y sobre el papel), pero manteniendo la máxima seguridad.

No cabe duda de que estos 'parches', por muy ingeniosos que sean, terminarán −en mayor o menor medida− reconfigurando la película original. El tiempo dirá si Kiko y el resto del equipo harán de la necesidad virtud o, por el contrario, estos contratiempos mermarán la calidad del producto final. Pero una cosa está clara: "De aquí a fin de año, lo que estamos viviendo condicionará, de forma inevitable, la complejidad de los proyectos que se pongan en marcha, ya que se irán eliminando las posibles contingencias que tengan que ver con el volumen de gente que movilizas en un rodaje", zanja. 


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