Entrevista a Irantzu Varela"El feminismo ha venido a decirte que no vas a poder vivir como tu abuelo"
Madrid-Actualizado a
La periodista y escritora Irantzu Varela (1974) presenta su primera novela, Lo que quede. Un libro de memorias que funciona como una sala de espejos. En él, recoge las violencias que ha vivido por ser mujer, transfeminista, lesbiana y visible. Ante la lectora aparecen 27 relatos, uno por cada letra del abecedario. Cada capítulo, breve y directo, evoca recuerdos que muchas compartimos: el maltrato de un novio, el de una agresión callejera o los ataques de odio por gordas, bibolleras, feminazis o putas. La novela, como un túnel directo al corazón de la rabia, sirve de katana para fragmentar un inmenso dolor colectivo en pequeños trozos que sanan.
Pero entre la furia, también hay espacio para contar los amores de las otras. Mujeres que son amigas, madres y novias. O hasta su propia abogada, que aconseja a la escritora actuar con estrategia ante las campañas de odio que recibe en redes. Piano piano porque el sistema es malvado, no cree a las víctimas y las tacha de locas, igual que haría un ex. Estos textos son, ante todo, unas memorias feministas. Unas memorias de justicia pero también de calma. Llegados casi los cincuenta, al tablero de la periodista ya le quedan pocos reyes que derribar.
Varela escribe sin ambages el testimonio de una de las voces más atacadas del feminismo militante. En una larga y pausada conversación con Público, en la que sobre todo tratamos su historia, también hubo tiempo para hablar de otros temas actuales del feminismo. Entre ellos, los fallos judiciales y policiales en la protección a las víctimas o el ascenso de una ultraderecha joven y misógina.
La novela pasa por el relato de las múltiples violencias que ha sufrido. Retrata el dolor, las consecuencias pero, sobre todo, el libro contiene un realismo que da un tremendo golpe sobre la mesa. ¿Cómo ha sido abrirse en canal en este proceso?
Ha tenido diferentes fases. Los textos más duros hacen referencia a una pareja que claramente era un maltratador pero me costó años entenderlo. Esos los escribí hace tres o cuatro años para no olvidar lo que había pasado. No pensaba que se fueran a publicar, por lo que son más crudos. Si los escribiera ahora, quizá evitaría algunos detalles, pero están tal cual.
Los demás textos los escribí porque ya puedo contarlo sin que duela. He pasado por un proceso de recuperación, influenciado más por el feminismo que por el tiempo. Con los años y el feminismo, he tardado menos en recuperarme. He podido escribir con distancia y cierta ironía. No ha sido doloroso ni inquietante. Tampoco soy consciente de que me van a leer, lo que puede ser peligroso como persona, pero como autora, es una fantasía y permite una narrativa más tranquila. Esto le ha dado al libro una fuerza no pensada, simplemente surgió así.
¿Cómo lo ha recibido el público?
Tuve pánico al enviar el libro a la editorial y durante los meses hasta que salió. Pensé que la gente lo usaría en mi contra, como si hubiera un vídeo sexual mío por ahí. Pero cuando se publicó, recibí comentarios muy bonitos y el miedo se me pasó. Me asustaba haber sido demasiado honesta y vulnerable, algo que no es mi estilo. No suelo mostrarme vulnerable, quizá por ser vasca. También temía que afectara a mi familia, pero se han visto reflejados de manera positiva. Todo está mejor que antes.
Hay esos dos caminos en el libro, la vulnerabilidad pero también la ira.
"La ira es un fuego fatuo, mientras que la rabia es sostenida y busca venganza y reparación"
La ira es una respuesta a cómo otros manejan tu vulnerabilidad. Quienes te quieren, la abrazan; el patriarcado se aprovecha de ella. Mi respuesta ha sido la rabia, más que la ira. La ira es un fuego fatuo, mientras que la rabia es sostenida y busca venganza y reparación. La rabia es revolucionaria porque te impulsa a no quedarte donde estás, a no quedarte quieta ni callada.
¿Debería el feminismo quemar más?
No sé hasta qué punto la violencia es una respuesta adecuada, dado el estado actual del mundo. Pero la contraviolencia de la que hablaba la Rote Zora me atrae porque la violencia que soportamos, incluyendo la sexual contra la infancia, los feminicidios, la lesbofobia, la lgtbifobia y la violencia machista, es insoportable. Hemos naturalizado estas violencias y convivimos con ellas. Deberíamos dejar de responder como víctimas pasivas y pensar en una respuesta colectiva.
Cada uno de tus testimonios puede servir de espejo para muchas otras. ¿Hay alguna respuesta a todo este dolor colectivo?
Romper el silencio ha sido una. Hace ocho o incluso cinco años, nos daba vergüenza contar nuestras experiencias de violencia. Era un estigma haberla vivido, y solo lo compartíamos en terapia o en círculos muy íntimos. Ahora, lo contamos abiertamente y sin vergüenza. Algunas hasta mirando a cámara (la entrevista está siendo grabada).
He leído el libro de Cristina Fallarás, donde menciona que pensábamos que contar nuestras historias cambiaría todo, pero no ha sido así. Me preocupa eso. ¿Qué hacemos con este relato? Un relato que implica que estamos rodeadas de maltratadores, homófobos y hombres que se aprovechan del patriarcado. Contarlo no vale; hay que hacer algo con el relato colectivo. Muchas mujeres que leen mi libro dicen que les ha pasado lo mismo. ¿Qué hacemos con este relato tan atroz? Y ¿dónde están los que nos lo hicieron? Los míos siguen tan pichis, paseando por la calle.
"Nadie va a ser capaz de insultarme nunca de una forma en la que no me hayan insultado ya". ¿Cómo aguanta una en la trinchera tantos años?
La verdad, no lo sé. Como decía Javier Krahe, si lo llego a saber... Nunca pensé que esto iba a pasar. Siempre creí que eran casos puntuales, hasta que me di cuenta de que había un patrón. Me rodeé de amigas feministas que entendían lo que pasaba y me ayudaron a encontrar una abogada maravillosa que me protege y ayuda a responder a las crisis. He tenido que ser más estratégica de lo que soy. Es agotador e insoportable. Yo no lo soporto. Pero, ¿qué hago?
"El día que murió Itziar Castro recibí mensajes deseándome la muerte por ser gorda"
Con respecto a la frase que dices, me tengo que desdecir. Pensé que nada me sorprendería, pero después de lo que pasó con Itziar Castro, la violencia brutal hacia ella me sorprendió. Y la violencia hacia mí por poner "buen viaje, Itziar". Recibí mensajes deseándome la muerte por ser gorda el día que murió mi colega, como "Tú eres la siguiente" o "Calienta que sales". Es el odio que más me cuesta entender. Como feminista, lo entiendo porque queremos planeamos destruir el sistema; como lesbiana, lo entiendo porque vivimos al margen de la heteronorma. Pero ser gorda, ¿por qué les molesta tanto? Es una pasada. Descubres nuevas formas de violencia y ves tu capacidad de soportarlas, pero es insoportable. No tengo más recursos que nadie.
Hay dos síes vitales en la novela: el lesbianismo y las amigas. ¿Cuál es la importancia del 'ellas' en tu vida?
Las amigas son clave. No importa en qué momento de tu vida estés, nunca deberías alejarte de tus amigas. Tengo amigas bolleras y feministas que como viven las mismas violencias entienden las cosas a la primera y saben cómo responder. Ellas me han salvado muchas veces. También tengo amigas de toda la vida, que pueden no calibrar igual esas violencias, pero siempre están ahí. Lo fundamental para mí es que Irantzu Varela no les importa mucho. Les importa Ira. Eso es lo que me viene bien. La gente de toda la vida a la que le estás contando una milonga y saben decirte que lo es. Una vez me preguntó una chica que cómo aguantaba y yo le dije, porque me sostenéis. Me salió de la extraña. La red de afectos es esencial.
Luego, el lesbianismo me ha permitido construir una red de vínculos que hace que mi vida sea mucho mejor. Me siento más tranquila y menos expuesta a la violencia. En esta sociedad tremendamente facha, donde los hombres votan a fascistas, yo vivo mejor así. ¿Es la panacea? ¿Lo ideal? No. ¿Se parece más a una arcadia feliz que el mundo normativo donde la gente es "normal"? Sí. Para mí, es una especie de iluminación, como dijo Virginie Despentes, una "iluminación lésbica".
Al feminismo se le hace responsable de ir demasiado lejos, como decía que el titular del CIS, de fomentar la derechización de los hombres más jóvenes. ¿Tenemos que volver a hacer pedagogía o nos la han colado?
No sé si nos la han colado, pero la pedagogía ya fue. En 2024, tienes a figuras como Ángela Davis, Silvia Federici, y Judith Butler en YouTube explicando todo: anticapitalismo, antifascismo, feminismo... Tienes toda la teoría feminista a tu alcance. Además, el feminismo es el pensamiento político que más se revisa y con más autocrítica. Hay gente que sigue leyendo la edición de El Capital de Engels como si no hubiera existido Federici, Davis, Las Panteras Negras y el feminismo. Quien piensa que el feminismo ha ido demasiado lejos simplemente no quiere renunciar a los privilegios patriarcales.
Si tú piensas así, es que querías vivir como tus abuelos hombres con una señora que te hace la cama y la comida. Y ha venido el feminismo a decirte que no vas a poder vivir como tu abuelo, que vas a tener que follar con consentimiento y con deseo, que vas a tener que cocinarte y limpiarte el baño, y si tienes criatura tendrás que saber su edad, su pediatra y la fecha de cumpleaños. Tampoco pedimos tanto.
Los que quieren vivir como sus abuelos votan a aquellos que quieren una España en la que se viva como vivían sus abuelos. No hay argumento político ni filosófico detrás de decir que el feminismo activa a la extrema derecha. El feminismo lo que está haciendo es crear un mundo en el que no haya privilegios. Es como acusar a las Panteras Negras de promover el racismo, o Malcolm X o a Assata Shakur. Como dijo Shakur, nadie ha conseguido sus derechos confiando en la violencia de sus opresores. Nosotras estamos dando empujones y, de momento, performativos. Igual hay que empezar a darles empujones de verdad.
Parecía que los medios lo habían entendido…
"No se puede ser portavoz del feminismo sin marco teórico y sin calle"
No, qué va. Los medios tradicionales sirven a quienes los financian y les parecía divertido tener a una "pitufina" en cada tertulia. Pero cuando el mensaje ha calado gracias a la movilización, han visto nuestra amenaza. Ahora ya no hay feministas en las tertulias, hay señoras que dicen que son feministas pero sin marco teórico y sin calle. Para ser portavoz del feminismo, sin esas dos cosas, no se puede.
Por unas o por otras, Alvise Pérez tiene tres escaños en el Parlamento Europeo. Se pone mucho el foco en el antifeminismo para explicar que haya personas que voten esta opción. Pero, ¿se tendría que apuntar también a los problemas de clase?
Yo estoy estupefacta. Siempre digo que para ser facha hay que ser o tonto o mala persona. O las dos. Normalmente, los dirigentes fachas son las dos. Pero él no tiene ni épica. Para mí estos son los once principios de la propaganda de Goebbels. Uno de ellos, el más peligroso y el más eficaz, es que tu mensaje se adapte al más simple de tus interlocutores. Es lo que hacen.
Explicar un mensaje de izquierdas, antifeminista, anticapitalista, etcétera, es complicadísimo porque tienes que hacer argumentos estructurales, hablar de sistemas de opresión que se entrecruzan. Al menos necesitas tres o cuatro minutos. Pero para la propaganda básica no. "¡España para los españoles!" ¿Qué cojones es eso? O "La violencia no tiene género". Eso no tiene ninguna complicación. Es fácil dejarse llevar por eso en un contexto de desencanto absoluto y de precariedad total.
Entiendo que la gente busca alternativas más mesiánicas que de políticas reales. Por eso, siempre he estado en contra de las políticas personalistas, me da lo mismo Pablo, que Yolanda, que Pedro, que Fulanita. Si solo votas a uno, esa persona está aplicando los principios de la propaganda de Goebbels, desde la izquierda o desde la derecha y eso no va a salir bien. Nadie va a cambiar las cosas en una legislatura, así que elige a alguien que lo que proponga sea difícil de llevar a cabo.
En el libro también habla de la clase y lo explica claramente con un ejemplo. Se tenía que sentar en el suelo cuando toda la familia veía la televisión porque no había tanto sitio en el sofá.
Siempre he sabido que éramos clase obrera. Los hombres de mi familia trabajaban en fábricas o pescaban. Ahí aprendí la plusvalía. Las mujeres de mi familia hacían todo el trabajo reproductivo no remunerado. Tengo una conciencia de clase muy evidente pero sin la sensación de carencias. Comíamos huevos fritos con patatas pero no tengo sensación de carencia. Tengo una rabia de clase poco visceral, muy política y muy intelectualizada. Cuando descubrí que había gente que vivía mejor que yo, ya iba a la universidad y no lo odié, lo analicé. Y creo que esa rabia de clase es muy fría y muy intelectualizada. Para mí, la más peligrosa.
¿Cree que la gente lo analiza desde ahí? ¿Hay una conciencia de clase general? Teniendo en cuenta que han cambiado los modelos de trabajo, cada vez más gente accede a la universidad, etcétera.
Eso puede ser una razón. Creo que hubo un timo generalizado desde los ochenta que todavía continúa. El otro día leí que el 80% de la gente en España se considera clase media. Como explicó Miguel Maldonado, si apilas las sartenes, no eres clase media. Si no puedes estar tres meses sin salario y vives en precariedad, eres clase obrera. El sindicalismo feminista lo explica bien: la clase obrera ahora son las kellys, los conductores, los repartidores, etc. Si vives en una casa de alquiler o estás pagando una hipoteca, no eres clase media. Tendrán que leer a Marx o a Federici, que se ahorran siglo y medio.
En uno de los capítulos mencionas que la Policía y la justicia creyeron antes a tus vecinos, que te habían agredido por ser lesbiana, que a ti como víctima. No es la primera denuncia tuya que se archiva. ¿Se sigue sin creer a las víctimas?
"He llevado un dossier de pantallazos que me enviaron de niñas haciendo felaciones y las archivaron"
Es aún peor. El sistema de protección, la Policía y la justicia no están diseñados para defendernos. Lo he vivido en carne propia. Ser capaz de explicar lo que te ha pasado de manera clara es un privilegio. Además, cuento con la ayuda de una abogada increíble, Laia Serra, experta en delitos de odio, que me guía en todo. He denunciado múltiples cosas: pintadas en mi lugar de trabajo, agresiones verbales y físicas, delitos informáticos, etc. He llevado un dossier de pantallazos que me enviaron de niñas haciendo felaciones y las archivaron. Hasta donde yo sé tener pornografía infantil y agresiones sexuales a menores grabadas en el móvil es un delito. Hice todo lo que tenía que hacer y no sirvió de nada.
Cuando la Ertzaintza vino a mi casa, consideraron la agresión de mi vecino como una "riña vecinal" y no como un delito de odio, aunque me atacó gritando "invertida" y "lesbiana". Lo absolvieron. No son fallos casuales: la justicia no está hecha para defendernos de la violencia patriarcal, está para que quede impune. Un marco de impunidad es lo necesario para que una violencia esté legitimada. La Policía y la justicia legitiman la violencia patriarcal. ¿Cómo vas a decirle a una tía que denuncie? ¿Para hacerle pasar por un calvario que no sirve de nada? Un estudio que hizo el anterior Ministerio de Igualdad, el que era de verdad y no el cuadro que hay ahora, decía que el 100% de las víctimas no volverían a denunciar. Lo que hay que hacer es autodefensa feminista.
¿Qué opina del cambio del Ministerio de Igualdad y del cese reciente de la directora del Instituto de las Mujeres, Isabel García?
El cese ni siquiera tenía que haber sucedido porque no tenían que haber nombrado a una tránsfoba como directora del Instituto de las Mujeres. Fue una decisión política nefasta para todas las mujeres, y en especial, para las mujeres trans. El movimiento tiene que ser transinclusivo o no tiene sentido. Es muy triste que esa mujer haya ostentado el cargo y es vergonzoso que hayan tardado seis días en echarla. Después de ver el enriquecimiento y de no tener la cualificación mínima para ser técnica de igualdad de un pueblo de 400 habitantes. Imagina para ser directora del Instituto de las Mujeres.
"La deriva de Igualdad es una parte coherente de la deriva de las llamadas feministas del PSOE"
La deriva del Ministerio de Igualdad es una parte coherente de la deriva de las llamadas feministas del PSOE. A mí se me hace muy grande llamarlas feministas porque les faltan dos cosas fundamentales, el marco teórico y la calle, como decía antes. Me parece muy triste que lo que se supone "la izquierda" tenga en sus filas a Marlaska y a estas mujeres con un discurso transexcluyente, abolicionista de la prostitución pero desde el estigma de las trabajadoras sexuales, burgués, blanco y cishetero. El mundo –y España– lo está cambiando el transfeminismo callejero, las putas y las trans.
Entonces, ¿qué es "lo que queda"?
Queda lo que contamos y cómo lo contamos, desde un lugar de mayor fortaleza. Espero que haya un montón de mujeres racializadas, trans, en situación administrativa irregular y trabajadoras que han vivido violencias, desgraciadamente peores, que tengan espacio y que puedan contar sus relatos. Que las llamen los medios y las editoriales. Porque, si esto que cuento me pasó a mí, qué no le habrá pasado a las que están en situación de una mayor opresión. Como decía mi madre, siempre hay que mirar a quien está peor que tú. Y creo que esto es algo profundamente feminista y revolucionario.
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