Este artículo se publicó hace 4 años.
Judy Garland, "insultada, calumniada, humillada"
Rénee Zellweger interpreta a Judy Garland en este biopic de Rupert Goold que narra la última gira de la artista, una mujer destruida por los que la rodearon y por la insaciable ambición de Hollywood. Se han cumplido 50 años de su muerte y 80 del estreno de 'El mago de Oz'.
Madrid-Actualizado a
"No hagan una caricatura de mi persona. La gente dice, escribe y cree que o soy una borracha o una drogadicta. Lo increíble es que no lo sea". Al morir Judy Garland se descubrieron unas cintas que había grabado, un material rebosante de ira y de incomprensión, donde reconocía que era "una mujer enfadada. He sido insultada, calumniada, humillada". La vida de esta estrella de Hollywood, una de las mejores voces del mundo del espectáculo, vuelve ahora a la pantalla con el biopic Judy, dirigido por Rupert Goold y protagonizado por Renée Zellweger.
La película, nacida como un tributo a Judy Garland, se queda en una colección de momentos brillantes de las actuaciones del personaje al final de su carrera y de su vida, al lado de otros absolutamente patéticos. La actriz principal consigue el cuestionable éxito de hacer desaparecer al personaje para que solo se la vea a ella, con sus gestos excesivamente afectados y medio temblorosa. Además, el director ha decidido que cante la propia Zellweger. Lo hace muy bien, pero no es ni de lejos Judy Garland. El resultado es un biopic que casi parece hecho para arrastrar por el barro a una de las grandes estrellas de Hollywood y también una de las más trágicas. Esta Judy Garland es "una borracha y una drogadicta".
El mundo que la destruyó
Los académicos de Hollywood, fascinados con las interpretaciones camaleónicas en las que los actores adoptan posturas y gestos casi siempre forzados, han nominado a Renée Zellweger para el Oscar después de que ganara el Globo de Oro a Mejor Actriz de Drama. La película es también candidata al Oscar en la categoría de maquillaje. Son reconocimientos que no rinden homenaje a Judy Garland, sino al mundo del espectáculo que la destruyó.
Inspirada en la obra de Peter Quilter End of the Rainbow, la película cuenta la última gira en la carrera de la artista. Alejada de los platós de cine y con necesidad de dinero para mantener a sus hijos con ella, Judy Garland aceptó una serie de conciertos a lo largo de cinco semanas en la sala The Talk of the Town, de Londres. Entonces debía cuatro millones a Hacienda, estaba alcoholizada, consumía pastillas de todo tipo y su cuerpo y su voz comenzaban a flaquear. Unos meses después murió, solo tenía 47 años, aunque su aspecto era el de una mujer mucho mayor.
"La bruja malvada del oeste"
"Quizás lo más destacable de la carrera de Judy Garland fue que pudiera continuar tanto tiempo como lo hizo, mucho después de que su voz hubiera fallado y mucho después de que sus reservas físicas se hubieran agotado por varias enfermedades que podrían haber dejado a una mujer menos tenaz como a una inválida", escribió The New York Times en su obituario. El periódico había dado en el clavo. Si hay un rasgo, más allá de su impresionante voz, que definía a esta pequeña mujer –medía 1,50 metros- era, sin duda, la perseverancia y el trabajo.
Su dedicación profesional –horas y horas de trabajo desde que tenía tres años- fue derrotada por el perverso Hollywood. En sus comienzos en el cine, cuando era una adolescente, fue acosada sexualmente –en la película se ve a Louis B. Mayer, todopoderoso presidente de MGM, tocándole un pecho-. En los rodajes la atiborraban de pastillas para dormir, anfetaminas para despertarla, píldoras adelgazantes… la quitaban la comida para que no engordara… Ello, además de la vida que le había dado su madre, a la que ella misma llamó "la verdadera bruja malvada del oeste", la consumieron.
Una mujer exhausta
"Esta fue una época de su vida en la que trabajaba porque lo necesitaba, pero su cuerpo le pedía descansar. Su voz, aquello en lo que yacía su valía y autoestima, fue otra de las cosas que tuvo que sacrificar para poder cuidar de sus hijos", explica la actriz Renée Zellweger en las notas de producción de la película, donde se muestra el último de los cinco matrimonios que vivió y que tuvieron su propia cuota de responsabilidad en la destrucción de Garland.
Con 19 años se casó con el compositor David Rose y él y la madre de la artista la empujaron a abortar para que no se detuviera su carrera –los abortos ilegales entre estrellas de Hollywood eran habituales–. Poco después se casó con Vincent Minnelli. Después de encontrarle en la cama con otro hombre, la actriz intentó suicidarse. Fue el primero de decenas de intentos de acabar con su vida. También se casó con el empresario Sid Luft y con el actor Mark Herron, que la maltrataron físicamente. Su último marido fue Mickey Deans, que solo quería aprovecharse de su fama.
Cuando Judy Garland llegó al momento que narra la película estaba exhausta. Había pasado por varios psiquiátricos, donde incluso había recibido tratamientos de electroshock, sufría depresiones cíclicas, no era capaz de abandonar el alcohol ni las pastillas, éstas le habían acompañado desde la infancia. Su madre le obligaba a tomar píldoras para dormir cuando solo tenía diez años.
Un lugar sobre el acoíris
Ahora, cuando se han cumplido 50 años de su muerte y 80 del estreno de El mago de Oz, película que la lanzó al estrellato, Judy Garland se merecía mucho más que esta película. El guionista Tom Edge, convencido de que rinde tributo a la artista con esta historia, dice que "Londres era uno de los últimos sitios que aún conservaba un recuerdo de Judy afectuoso y sin enturbiar. Para Judy se trataba de un cambio de rumbo en su vida y de una oportunidad para sobreponerse a las críticas y demostrarse a sí misma y a los demás que aún tenía lo que hacía falta".
Sin embargo, aquella gira sirvió para que el Time dijera que había sido "el fracaso más grande de su vida" y que Judy Garland parecía una "víctima ambulante". En realidad, había sido una víctima toda su vida. "He tratado de creer en el arcoíris y he tratado de superarlo, y no pude. ¿Y qué? Muchas personas tampoco pueden". Nunca consiguió llegar a ese "lugar sobre el arcoíris donde los problemas se derriten como las gotas de limón".
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