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Netflix 'Ratched' y su catálogo de la maldad: del melocotón ajeno al asesinato más sangriento

Netflix estrena hoy la nueva serie de Ryan Murphy. Su gran reclamo está en un reparto con nombres como Sarah Paulson, Judy Davis, Vincent D’Onofrio, Sharon Stone y Cynthia Nixon

Sarah Paulson en 'Ratched', de Ryan Murphy. / NETFLIX
Sarah Paulson en 'Ratched', de Ryan Murphy. / NETFLIX

Ryan Murphy y su prolífica maquinaria para facturar series tienen nuevo título en Netflix. Tras The Politician y Hollywood, este viernes se estrena Ratched, una historia que funciona como precuela de lo contado en Alguien voló sobre el nido del cuco poniendo el foco en la mítica enfermera Mildred Ratched (Sarah Paulson) y en su llegada a un sanatorio mental 'gobernado' por un doctor visionario con métodos de dudosa ética (Jon Jon Briones) y una enfermera jefe (Judy Davis) dispuesta a marcar territorio.

Y ahí, en ese hospital mental que bajo la mirada del creador de Pose parece en realidad un balneario de cinco estrellas, transcurre gran parte de la acción de una primera temporada de ocho capítulos en la que el guion da algún que otro rodeo para llegar hasta donde quiere dejando en el camino grandes momentos para lucimiento del elenco femenino y alguna que otra escena marca de la casa. A la cabeza, Sarah Paulson dando vida a un personaje siempre en equilibrio. Se pasa toda la temporada haciendo malabares con su estado de ánimo y personalidad de doble filo. Es una manipuladora nata que se aprovecha de los temores, debilidades y secretos de los demás para, en algún momento, usarlos a su favor. Siempre tiene un plan.

Sarah Paulson en 'Ratched' de Ryan Murphy. / NETFLIX
Sarah Paulson en 'Ratched' de Ryan Murphy. / NETFLIX

Junto a Paulson merecen reconocimiento dos de las actrices con las que más escenas comparte. Por un lado, Cynthia Nixon como Gwendolyn Briggs, la ayudante de un gobernador de California despreciable –otra vez le toca a Vincent D’Onofrio hacer del tipo al que odiar–. Por otro, su gran rival en el trabajo, la enfermera Betsy Bucket (Judy Davis). Ellas tres, junto a las contadas, pero arrolladoras apariciones de Sharon Stone, son de lo mejor de una serie donde los personajes masculinos quedan casi en un segundo plano y no gozan de ese cuidado puesto en ellas. Y no pasa nada.

Escena de 'Ratched' de Ryan Murphy. / NETFLIX
Escena de 'Ratched' de Ryan Murphy. / NETFLIX

Ambientada en 1974, Ratched maneja el drama, el misterio y el crimen yendo de uno a otro y mezclándolos con cierto criterio y funcionalidad argumental, aunque a veces transmita la sensación de estar perdida en su propio universo. Las referencias, tanto visuales como argumentales son, en general, bastante evidentes. Desde Alfred Hitchcock y su Vértigo o aquella escena de carretera por la costa a Bonnie y Clyde. Están ahí para quien quiera/sepa verlas.

Como lo están la multitud de temas que abarcan tanto la trama central como las secundarias y que son recurrentes en las series firmadas por Murphy. En Ratched se toca el racismo, la violencia sexual, la homosexualidad vista y tratada por algunos como enfermedad, la marginación al diferente, la deformidad… En mayor o menor medida todos sus protagonistas arrastran algún tipo de problema de salud metal o de personalidad (real o atribuido) que los sitúa al margen de la sociedad. Los hay inocentes, víctimas, pero también con poca humanidad y una oscuridad en su interior que contrasta con la luz y los escenarios idílicos y de lujo en los que se mueven.

La idea de Evan Romansky desarrollada por Murphy e Ian Brennan aborda quién era Mildred Ratched en sus primeros años de enfermera, qué hizo y por qué lo hizo. Sus motivaciones son parte importante del motor de la serie y lo que la hace avanzar, aunque en ocasiones se vuelva a lo mismo de distintas formas. El trauma infantil cuya sospecha se intuye desde el primer episodio se cuenta de varias maneras en varios momentos para explicar su interés desmedido y más allá de lo profesional por el paciente Edmund Tolleson (Finn Wittrock), encerrado allí acusado de haber matado a sangre fría, y como se ve en el arranque de la trama, a cuatro sacerdotes.

Aunque quizá lo que mejor funciona y más puede interesar de Ratched –más allá de las actuaciones mencionadas– es el tratado sobre lo que se consideraba a finales de los cuarenta enfermedad metal y los métodos (o más bien torturas) que se usaban para 'curar' a los pacientes. Eso y el catálogo sobre la maldad en el que se convierte esta serie con el paso de los capítulos. Raro es el personaje que no actúa con mala fe o de manera perversa en algún momento. No solo quienes asesinan o quienes, como Ratched, tienden una red llena de trampas para conseguir su objetivo. También hay algo de maldad en robarle el melocotón del almuerzo a alguien y comérselo delante de esa persona presumiendo de ello mientras se saborea.

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