Operación Carioca: del horror de la trata a las luces del teatro
La compañía Teatro sin papeles, integrada por personas migrantes, estrena 'Aquí nunca pasa nada', una obra basada en el mayor caso de trata de mujeres con fines de explotación sexual que se ha dado en España.
Para algunos no existe la justicia. Y aunque la haya, es muy difícil borrar la huella que dejan la violencia y los abusos sexuales en las mujeres y las niñas que las sufren. A Lucía (nombre ficticio para proteger su identidad) la obligaron a ejercer la prostitución durante varios años, se quedó embarazada y tuvo que dar a su hijo en adopción. Lucía acabó tirándose de un sexto piso con la intención de suicidarse y hoy vive con una discapacidad del 99%.
Lucía es una de las 400 mujeres, la mayoría migrantes de origen brasileño, que denunciaron hace 13 años el caso Carioca, la mayor operación de trata de mujeres con fines de explotación sexual que se ha destapado en España. Están implicadas más de 90 personas, principalmente hombres, la mayoría policías locales, nacionales y guardias civiles.
La obra de teatro Aquí nunca pasa nada, de la compañía Teatro sin Papeles, lleva a los escenarios este caso. La historia central de la obra se basa en la relación entre dos mujeres: una de las prostitutas que llega desde Brasil a uno de los clubs gallegos implicados y la jueza Pilar de Lara, encargada del procedimiento y que perdió su puesto en el Poder Judicial debido a un castigo que le impusieron por "alargarse demasiado con el caso".
Las actrices protagonistas, Olga Compte, en el papel de la jueza, y Luisa Anaya como una de las prostitutas, han pasado los últimos meses investigando sobre el caso y entrevistándose con víctimas de trata con el objetivo de comprender y empatizar más con sus papeles. El director de la obra es Moisés Mato y cuenta que su mayor reto durante el proceso creativo fue estar a la altura de las experiencias de estas mujeres que durante años han luchado para acabar con la impunidad que rodeaba el caso.
Los prostíbulos: sedes coloniales, clasistas y machistas
En las dependencias de la Guardia Civil se encontró una carpeta llamada "Pilinguis fotos", con imágenes de las chicas que les habían gustado
Diferentes clubs de alterne en la provincia de Lugo fueron los escenarios donde se desarrollaron las atrocidades que sufrieron los cientos de mujeres que llegaron a España bajo engaños, sin documentos y endeudadas. Eran reclutadas en sus países de origen a cambio de venir a España a trabajar para enviar dinero a sus familias.
Las mujeres llegaban al aeropuerto de Barajas, donde eran dirigidas a la cabina 16 de Extranjería. Allí estaba Paco, policía nacional y amigo de Adán, el proxeneta de uno de los clubes implicados, el Queens. Paco hacía la vista gorda y les permitía pasar sin documentación. Después, las enviaban directas al club.
Las prostitutas del Queens eran violentadas y vejadas a diario. Algunas de ellas contaron a la jueza que habían sido arrastradas de los pelos, otra que Adán le lanzó un cuchillo a cuatro centímetros de la cara, otra declaró haber sido encañonada mientras él la amenazaba, e incluso una mujer falleció desangrada tras ser violada por varios hombres y que le introdujesen una bola de billar en una orgía.
Estas mujeres eran obligadas a trabajar hasta 14 horas al día, y recibían continuamente amenazas de deportación si no mantenían relaciones con los policías de turno. El periodista Fran Pérez cuenta que varios funcionarios de Extranjería habrían regularizado la situación de algunas de las mujeres extranjeras o habrían expedido órdenes de expulsión a petición suya o de los proxenetas bajo sobornos.
Muchos de los funcionarios juzgados no fueron condenados a penas de cárcel, ya que la Fiscalía de Lugo respondió favoreciendo la prescripción de delitos, exculpando y sin llevar a juicio a la mayoría de los imputados.
En este contexto nace la Plataforma Impunidade Carioca. Mónica González, una de las integrantes, afirma que aún quedan dos funcionarios por juzgar, uno de ellos, el cabo Armando Lorenzo, de la Guardia Civil, y responsable del Equipo da Muller.
Una de las mujeres obligadas a prostituirse denunció que el guardia civil llevaba años acosándola desde que, en 2006, el cabo acudiese a unos de los clubs junto a dos compañeros para realizar una inspección haciéndose pasar por el jefe de Extranjería.
Tras meses de acoso, Armando un día se personó en casa de la denunciante, dejó su pistola sobre la mesa del salón y forzó a la mujer a tener relaciones sexuales con él a cambio de un permiso de residencia por tres meses.
Aunque de aquella inspección no quedó registro, tiempo después se encontró en las dependencias del Equipo de Personas de la Guardia Civil una carpeta llamada "Pilinguis fotos" con las imágenes de las chicas que les habían gustado.
Una realidad escondida que da el salto al teatro
El mayor desafío que el equipo ha encontrado para llevar este caso al teatro ha sido "querer mostrar la dignidad, la fortaleza y la ira de cientos de mujeres, y que nuestro discurso no sólo se enmarque en su fragilidad y su vulnerabilidad social", cuenta Anaya.
Luisa Anaya tiene 30 años y es bióloga. Para ella, ser mujer migrante en España es un estatus que te obliga a reconocer que hay algo más que te identifica y que antes no requería mayor reflexión: tu origen y aspecto físico.
"Ser mujer migrante latinoamericana te hace observar con mayor claridad el imaginario colectivo que existe sobre nosotras, ese que para muchos españoles y españolas sigue siendo colonial -intrínsecamente racista- y machista, ambas por igual", explica.
"Intento no dejarme caer en la trampa de tener que demostrar incansablemente mis capacidades intelectuales, mis ambiciones personales y mi identidad cultural como trampolín para hacerme valer", afirma.
Las mujeres migrantes sufren doblemente la discriminación
Compte: "Hoy cualquier persona de nuestro entorno sentiría vergüenza si tuviera esclavos en su casa"
El trasfondo de la obra Aquí no pasa nada revela un choque de realidades que refleja las profundas brechas sociales y de género en nuestra sociedad. A través de la dualidad de roles se expone la complejidad de las relaciones entre mujeres de distintas clases sociales.
Olga Compte, además de encarnar el papel de la jueza Pilar de Lara, también interpreta en la obra a una "señora acomodada". Una mujer de clase alta, esposa de uno de los guardias civiles implicados en el caso, que hace las tareas cotidianas con la ayuda de una de sus "criadas" de origen latinoamericano.
En la obra, la "señora" se queja de la vida ajetreada de su marido mientras ningunea a la empleada que tiene contratada para hacer las tareas del hogar. Si bien es cierto que ambas encarnan dos papeles muy diferentes, en ciertos momentos sus perfiles se acercan como víctimas del patriarcado. Sin embargo, su origen y la clase le impiden a la "señora" tener una relación más empática con la mujer que trabaja en su casa.
En España, según el Centro de Empoderamiento de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados, el 90% de las trabajadoras del hogar son mujeres y muchas de ellas migrantes. Sin embargo, no hay datos oficiales sobre estas últimas, ya que no suelen disponer de contrato al encontrarse en situación irregular o por la negativa de los empleadores.
Compte sentencia respecto a esta y otras realidades que la liberación de la mujer no puede ser a costa de explotar a otras mujeres empobrecidas. Lo mismo pasa con la trata: "Hoy cualquier persona de nuestro entorno sentiría vergüenza si tuviera esclavos en su casa, nos parece propio de una cultura arcaica y bárbara".
"Ellas y nosotras, todas, tenemos heridas. Cuando las personas que te han hecho daño, o las que han sido testigo de ese comportamiento, actúan como si no hubiera pasado nada, la víctima no sólo experimenta confusión, sino que le cuesta muchísimo más recomponer el puzle de su equilibrio psicológico y moral, y, por supuesto, la posibilidad de liberarse mediante la reconciliación", explica Compte.
Teatro migrante para explicar la trata de mujeres en España
La obra convierte al teatro en otra herramienta poderosa contra la impunidad
La compañía Teatro sin Papeles nace en el año 2016 y hasta el día de hoy han participado en ella una treintena de personas, sobre todo personas migrantes que han trabajado en la puesta en escena de cinco proyectos artísticos diferentes.
En su último proyecto se atreven a llevar el caso Carioca a los escenarios de toda España. Un caso que entre otras cosas destaca por sus protagonistas, mujeres migrantes que asumen una lucha titánica ante un sistema judicial que se demuestra incapaz para hacer justicia y ante una sociedad que, por distintos motivos, niega la realidad y prefiere mirar para otro lado.
Los datos del Ministerio del Interior de 2022 contabilizan 4.704 personas en riesgo de ser víctimas de trata, pero reducen a 136 mujeres (dos de ellas menores) las identificadas como víctimas.
Los datos del Balance Estadístico sobre Trata y Explotación de Seres Humanos en España desvelan que durante 2022 se liberaron un total de 1.180 víctimas, 26 de ellas menores, y se detuvieron a 693 personas y desarticularon 78 grupos criminales por este motivo. Según recoge el documento, el perfil mayoritario es el de mujeres procedentes de Colombia, Paraguay y Venezuela.
La trata no es cosa del pasado, es una realidad que todavía está presente en nuestra sociedad. A pesar de ello, la mayoría de implicados en estas redes no son condenados. En el caso Carioca, por ejemplo, se subdividió el caso en múltiples piezas, lo que facilitó que muchas de ellas prescribieran.
Aquí nunca pasa nada rompe el silencio frente a la trata, abriendo camino y llevando por los escenarios de toda España la historia de algunas de las mujeres que la sufren, convirtiendo al teatro en otra herramienta poderosa contra la impunidad.
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