Este artículo se publicó hace 2 años.
El Dios de Hollywood, rancio, violento y machista
La 94ª edición de la Academia del Cine de EEUU deja una noche protagonizada por el bofetón de Will Smith a Chris Rock.
Madrid-Actualizado a
Dios había pedido a Will Smith que le soltara un sopapo monumental a Chris Rock en público –"en este momento de mi vida estoy abrumado por lo que Dios me está pidiendo que haga y sea"-. Parece que también había recibido de él "la llamada de amar a la gente y proteger a la gente y ser un río para mi gente", además de iluminarle sobre "las cosas increíbles que te hace hacer el amor". Eso solo ocurrió un poco antes de recibir el Oscar al Mejor Actor en la que se recordará como una de las galas de los premios de Hollywood más rancias, violetas y machistas de los últimos tiempos. También ha sido una de las ediciones más erráticas, o mejor dicho, delirantes de la historia.
El hecho de que una película como Coda –remake de la original francesa- que no le llega a la altura del betún a no una, si no a unas cuantas de las otras nominadas, es la peor broma del año. Ha pasado antes, sí, pero es que en esta ocasión había unas cuantas joyas cinematográficas, como El poder del perro, West Side Story, Licorice Pizza o Drive my Car. Pero mucho peor y que me disculpen los profesionales del cine, es que representantes del arte, de la cultura, justifiquen sus estupideces, su brutalidad y su simpleza aludiendo a un Dios que todavía cree que las mujeres de las familias necesitan protección de sus "machos", como si ellas no pudieran defenderse solas.
Que se mencionen a la familia y al amor para explicar la violencia es un insulto a la humanidad. Al fin y al cabo, lo único que había pasado es que Chris Rock, como muchos otros hombres del patriarcado de Hollywood, se había querido lucir aprovechando la enfermedad autoinmune que sufre Jada Pinkett, casada con Will Smith, y que le provoca alopecia. Un poco feo, desde luego, pero el humor no tiene límites. El día que Chris Rock haga la misma broma con un hombre, actor, que esté rapado a causa de la quimioterapia para tratar un cáncer, ¿todos le perdonarán?
Parece mentira que los "hijos de Hollywood" no hayan entendido aún que reírse de uno mismo, una muy saludable práctica, no significa lo mismo que hacer comentarios de mal gusto a costa de todos los demás. Y hasta aquí, el disgusto de ver cómo el cine más poderoso del planeta es un reflejo del mundo cruel y egoísta que hemos construido. Y del universo dividido en el que vivimos.
Los especialistas en las maniobras y estrategias de las votaciones en los premios advirtieron hace tiempo de que si la mayoría de los que votaban a la Mejor Película eran de Estados Unidos, ganaría Coda. Si había gran participación del resto de académicos del mundo, lo haría El poder del perro. Si están en lo cierto, los académicos "extranjeros de Hollywood" se han dormido en los laureles.
Menos mal que algo de sensibilidad ha imperado a pesar de todo y ha habido algunos galardones merecidísimos, como el de Dirección para Jane Campion por la maravillosa adaptación que ha hecho del libro de Thomas Savage o el de Mejor Película Internacional para Drive My Car, una obra maestra de Ryūsuke Hamaguchi. Ninguna de ellas está, por cierto, alineada con el Dios de Hollywood y sus grotescos mandamientos.
Para nosotros en España queda la satisfacción de que el corto de animación The Windshield Wiper, de Alberto Mielgo y Leo Sánchez Barbosa, haya conseguido la estatuilla, a pesar de que haya sido una de las víctimas de otros de los disparates de esta edición, la de dejar fuera de la gala ocho categorías.
Así, con un premio de "segunda" según Hollywood, una Mejor Película que es probablemente una de las peores entre las nominadas, un guantazo que confirmó el machismo y la brutalidad que todavía vivimos y las revelaciones de un Dios verdaderamente salvaje, la gala de los Oscar 2022 se recordará por el despropósito y la necedad. La entrega de los premios este año, además, ha vivido en medio de tantas sombras que el brillo de sensibilidad, arte y humanidad de artistas como Jean Campion o Ryūsuke Hamaguchi ha sido engullido por el siniestro mundo de la oscuridad.
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